El deterioro significativo de los salarios reales en los últimos tiempos ha empujado a un gran número de trabajadores a caer por debajo de la línea de pobreza, incluso aquellos con empleo formal. Este fenómeno ha hecho que los ingresos necesarios para ser considerados parte de la "clase media" sean cada vez más inaccesibles para un segmento importante de la población que tradicionalmente se ha percibido como perteneciente a ese estrato social.

Según un análisis de la consultora W, basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el INDEC en el primer trimestre de 2024, el 42% de la población argentina se ubicó dentro de la clase media a principios de este año. No obstante, de ese porcentaje, la mayor parte, un 25%, pertenecía a la "clase media-baja", mientras que el resto se ubicaba en la "clase media-alta".

Guillermo Olivetto, director de la consultora, señaló que el ingreso mínimo mensual neto para un hogar de clase media-baja fue de u$s900, medidos al dólar paralelo promedio del primer trimestre. Para ser considerado de clase media-alta, un hogar debía contar con ingresos de al menos u$s1.800. Las familias con ingresos entre u$s800 y u$s900 fueron clasificadas como "clase baja superior (no pobre)", mientras que aquellas en situación de pobreza percibían un ingreso medio de u$s280.

La precarización de los ingresos ha generado una preocupación creciente sobre la identidad histórica de Argentina como un país de clase media. Olivetto advirtió que "se está poniendo en riesgo la identidad histórica que tenía la Argentina como un país arquetípico de clase media". Además, subrayó el impacto emocional que experimentan algunas personas que, a pesar de verse a sí mismas como parte de la clase media, descubren que sus ingresos actuales las sitúan por debajo de la línea de pobreza debido al creciente costo de la canasta básica.

En el primer trimestre de 2024, la pobreza alcanzó el 54,9% de la población, y la indigencia llegó al 20,3%, con cifras aún más alarmantes en las provincias del norte y entre la población más joven. Estos datos reflejan una situación socioeconómica cada vez más compleja y desafiante.

A pesar de que los salarios de los trabajadores asalariados registrados en el sector privado mostraron una mejora del 4,9% en mayo respecto a abril, superando la inflación por segundo mes consecutivo, los ingresos aún permanecen un 4,7% por debajo del nivel de noviembre, previo a la devaluación implementada por el gobierno de Javier Milei. Además, en comparación con 2017, los salarios están aproximadamente un 20% por debajo.

Esta situación resalta la realidad de un país donde la mayoría de la población, un 78%, se encuentra en la clase baja o media-baja, evidenciando una profunda erosión en el poder adquisitivo de los hogares y una creciente brecha entre las aspiraciones y la realidad económica de muchos argentinos.