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Malvinas

El triste destino de la flota de mar durante la Guerra de Malvinas: sólo dos barcos siguen en funcionamiento

El "Santísima Trinidad" fue el destructor que lideró la recuperación de las Islas. En 2013, se hundió parcialmente cuando estaba amarrado en la dársena de la Base Naval Puerto Belgrano y recién en 2015 pudo ser reflotado.

Durante la Guerra de Malvinas la flota de mar de la Armada argentina cumplió un importante papel, principalmente, para el desembarco inicial de combatientes, pero los buques de aquella gesta heroica tuvieron un triste destino y sólo dos siguen funcionando.

La "Operación Rosario", el plan de desembarco para reconquistar las Islas Malvinas, se concretó en la medianoche del 2° de abril con el arribo del destructor ARA "Santísima Trinidad", que lideró el asalto anfibio para obtener el dominio rápido y sin violencia de Puerto Argentino, la capital del archipiélago del Atlántico Sur.

Tras la llegada de ese buque a las costas malvinenses, casi una veintena de embarcaciones de la Armada Argentina participaron del conflicto armado y fueron considerados barcos veteranos de guerra.

Se trata del portaaviones 25 de Mayo, los avisos Alférez Sobral, Gurruchaga y Somellera; el rompehielos Irizar; el buque transporte polar Bahía Paraíso; los destructores Bouchard, Comodoro Py, Domecq García, Hércules; Piedrabuena y Seguí; las corbetas Drummond, Granville, Guerrico; el submarino Santa Fe; y el crucero General Belgrano.

Hubo otros, como el aviso ARA Comandante General Irigoyen, los barcos pesqueros espías o los buques de la Marina Mercante, que también desarrollaron tareas durante el conflicto, pero no integraron la flota de Mar.

Pese al importante rol que cumplieron durante los 74 días en que se extendió la Guerra de Malvinas, sólo el Irizar y la Granville se encuentran en condiciones de navegar y siguen brindando sus servicios al país: el mítico rompehielos es el encargado del puente logístico entre las bases antárticas argentinas y el continente, mientras que la corbeta se dedica al patrullaje marítimo y control de pesca en las aguas del Mar Argentino.

Según detalló el Ministerio de Defensa a un pedido de acceso a la información pública realizado por NA, de los 16 buques restantes seis pasaron a ser "unidades radiadas" (los avisos Alférez Sobral, Gurruchaga y Somellera; las corbetas Drummond y Guerrico; y el destructor Santísima Trinidad); cuatro fueron utilizadas como blancos durante ejercicios militares (los destructores Bouchard, Comodoro Py, Domecq García y Piedrabuena); dos fueron desguazados (el portaaviones 25 de Mayo y el destructor Seguí); dos fueron hundidos durante la Guerra de Malvinas (el crucero General Belgrano y el submarino Santa Fe); uno naufragó en enero de 1989 al chocar contra una roca en la Antártida (el buque transporte polar Bahía Paraíso); y uno entró en "receso temporario" (el destructor Hércules).

Uno de los principales planteos de los veteranos y la comunidad marina fue que se avanzara en proyectos para que esos barcos fueran transformados en museos abiertos al público, para dar a conocer su historia y su interior. Sin embargo, con el pasar de los años los buques fueron deteriorándose y nunca se pudo llevar a cabo ese tipo de iniciativa (el aviso ARA Comandante General Irigoyen sí pudo ser salvado y desde 2010 es un museo flotante sobre las aguas del Río Paraná en el partido bonaerense de San Pedro).

El "Santísima Trinidad" tiene una particular historia en su lamentable final: el destructor que lideró la recuperación de las Islas Malvinas fue pasado a la condición de "receso temporario" en 2000, separado definitivamente del servicio activo en 2004, en enero de 2013 se hundió parcialmente cuando estaba amarrado en la dársena de la Base Naval Puerto Belgrano y recién en diciembre de 2015 pudo ser reflotado. En diciembre de 2020, a través del Decreto 1017/20 el presidente Alberto Fernández declaró "en desuso" a la embarcación y facultó a la Armada "para que proceda a su enajenación definitiva del patrimonio del Estado Nacional".

A pesar de la orden presidencial, en septiembre pasado el juez federal de Bahía Blanca Walter López Da Silva prohibió la venta como chatarra del buque que participó del desembarco en las Islas Malvinas en 1982.

La medida del magistrado se dio ante una medida cautelar formulada por el abogado Jorge Oliver, representante de la agrupación de ex combatientes Generación Malvinas y quien propuso que el destructor sea preservado como una pieza de colección que evoque la gesta de Malvinas.

Aunque no terminó de definirse su destino, se baraja la posibilidad de que algunas de sus partes, como la proa, torreta de cañón de proa y el sistema lanzamisiles, sean recuperadas y destacadas en distintos puntos del país. Así como tras la guerra los veteranos fueron escondidos por la dictadura, la flota de mar que participó en el conflicto bélico no corrió mejor suerte ni siquiera con la vuelta de la democracia.

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