
En medio del conflicto bélico por las Islas Malvinas, Brasil protagonizó un episodio poco conocido pero clave: la intercepción de un bombardero británico que violó su espacio aéreo, fue desarmado por la Fuerza Aérea brasileña y luego devuelto al Reino Unido. El hecho ocurrió el 3 de junio de 1982, a pocos días de la rendición argentina.
La aeronave en cuestión era un Avro Vulcan XM597, un bombardero estratégico que participaba de la Operación Black Buck, diseñada por Gran Bretaña para neutralizar los radares argentinos en las islas. Aunque estos aviones originalmente estaban concebidos para transportar bombas nucleares, en ese momento ya no lo hacían. Sin embargo, su sola presencia simbolizaba el poderío militar británico desplegado en el Atlántico Sur.
Ese día, el Vulcan regresaba de una misión cuando sufrió un fallo en el sistema de reabastecimiento en vuelo y quedó sin combustible suficiente para retornar a su base. Con apenas autonomía para llegar a territorio continental, el piloto británico solicitó aterrizar de emergencia en Río de Janeiro. Pero Brasil, que mantenía una postura de neutralidad en el conflicto, lo interceptó de inmediato.
“Nos dijeron que era solo un jet de cuatro motores, pero sabíamos que era militar”, recordó en diálogo con Tiempo el brigadier Raúl José Ferreira Dias, quien entonces tenía 27 años y formaba parte del Primer Grupo de Aviación de Caza.
Pese a las tensiones, el gobierno brasileño optó por una salida diplomática: permitió el aterrizaje del avión, retuvo el armamento, y luego devolvió el bombardero desarmado al Reino Unido. Años después, los misiles fueron también restituidos. En Río, el episodio quedó como una anécdota popular: “la manera más brasileña de salvar a Argentina de una bomba nuclear fue robándole las armas al avión inglés”, dicen en tono de broma.
Aunque la neutralidad brasileña fue oficial, la postura real fue más compleja. Durante la guerra, Brasil implementó medidas de apoyo indirecto a Argentina: facilitó exportaciones eludiendo bloqueos, colaboró con insumos militares y evitó generar incidentes diplomáticos con Londres.
El caso del Avro Vulcan sigue siendo un símbolo de esa neutralidad imperfecta, en la que Brasil se movió entre la diplomacia, la estrategia y la solidaridad regional para no quedar atrapado en el fuego cruzado del conflicto.
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