“La marca Dánica, que produce margarinas para la industria de la panificación, para usos hogareños y aderezos, suspenderá la producción de sus plantas a partir del 31 de agosto debido a la falta de insumos importados indispensables para la elaboración”.
Así dice el comunicado con el que la marca más conocida de margarina de la Argentina comunicó hoy que parará, desde el fin, sus dos unidades productivas de Llavallol, en provincia de Buenos Aires, y Villa Mercedes, en San Luis. Esta situación, dijo la empresa, afectará a más de 200 empleados.
Luego de varios meses de afrontar dificultades con cambios en las restricciones cambiarias y la imposibilidad de pagar en el exterior insumos importados la compañía frenará su producción
“Luego de varios meses de afrontar dificultades con cambios en las restricciones cambiarias y la imposibilidad de pagar en el exterior insumos importados vitales para la producción (PKO, Estearina de palma y almidón), y el consumo total de su stock de materia prima, la compañía frenará su producción generando un inminente desabastecimiento de sus canales de comercialización de consumo masivo e industrial y consecuente impacto en las cadenas de panificación y de restaurantes del país”, explicó Dánica, una empresa 100% argentina.
“La situación se planteó oportunamente a las autoridades de los distintos estamentos y reparticiones desde el mes de noviembre de 2021, anticipando que de no autorizarse el acceso a divisas para la importación de insumos se produciría un quiebre de stock y consiguiente desabastecimiento al mercado nacional”, dijo la empresa cuyo negocio core es el consumo masivo (margarina y aderezos), pero que también se dedica al abastecimiento de materias grasas para la cadena de la panificación y gastronómica.
“El desabastecimiento en este caso será particularmente crítico para la elaboración de productos de panificación y la gastronomía, como así también como insumo de productos envasados como galletas, bollería, repostería, entre otros”, explicaron.
Fuentes de la empresa detallaron a Infobae que realizaron presentaciones formales a distintos funcionarios del Gobierno desde noviembre del año pasado, cuando advirtieron sobre la inminente escasez de los insumos. “Las compras se planifican con bastante antelación y observamos que si se mantenían las restricciones íbamos a tener un quiebre de stock y de producción”, dijeron.
Hace dos meses que la empresa está produciendo por debajo de la demanda. “Las restricciones del Banco Central se fueron teniendo más nivel de dificultad. Es muy difícil para las empresas locales realizar los pagos a 180 días. Al principio los proveedores accedieron a dar financiación pero como la situación no tiene horizonte de cambio, ya no lo están haciendo”, aseguraron.
Si la situación actual se mantiene, la empresa anticipó que a partir del 1° de septiembre se verá obligada a la suspensión del personal. “La margarina Dánica es solo una parte de lo que producimos. También vendemos margarina para la industria de los panificados y para el canal gastronómico, que no tienen sustituto”, detallaron. Los insumos importados que hoy requiere son aceites vegetales que no se producen en la Argentina y también almidón de maíz procesado que se utiliza para la fabricación de mayonesa y que proviene de Brasil.
Dorada
La marca Dánica nació en 1936, fundada por Christian Boll, un inmigrante danés que hasta ese momento fabricaba lácteos en Santa Fe y decidió trasladarse a la provincia de Buenos Aires a fines de la década del ‘30. Ya instalado en Llavallol, comenzó a producir aceites vegetales hidrogenados para la industria de galletitas y caramelos.
En 1963, fue pionera en la fabricación de margarinas de origen vegetal, que comenzaron a venderse en panes y potes plásticos. La marca se hizo muy popular en la década del ‘60 gracias a su publicidad televisiva, que repetía la frase “era para untar, era para untar...” que aun permanece en la memoria de los argentinos. En los ‘70 sumó también la producción de aderezos, que hace en San Luis.
Tuvo varios cambios de dueños: en 2011 fue adquirida por el gigante brasileño BRF que se desprendió de la empresa siete años después. A fines de 2018, pasó a manos del Grupo Beltrán.
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