Se celebra este lunes, como cada 14 de junio, el "Día Mundial del Donante de Sangre", para festejar a quienes donan sangre de manera voluntaria y periódica, dejando de lado mezquindades y priorizando la vida.
Donar sangre es un acto de solidaridad hacia los demás pero también hacia nosotros mismos, ya que cuidamos a quienes forman el entramado social que nos cobija, en el que vivimos y crecemos.
9 de cada 10 personas necesitarán sangre alguna vez en su vida, para ellos mismos o para un familiar. En Argentina, cada dos minutos, alguien está recibiendo una transfusión para vivir.
En el momento más complicado de la pandemia, llegaron a postergarse cirugías y cancelarse tratamientos.
La sangre y los productos sanguíneos seguros son fundamentales en la atención de la salud: trasplantes, accidentados, cirugías, obstetricia, quemados y pacientes con cáncer, son sólo algunos de sus usos diarios.
Los donantes voluntarios, organizados y comprometidos, los que no esperan a que les pidan donar, son los únicos capaces de sostener un stock de sangre y plasma previsible.
Según la Organización Mundial de la Salud, para que un país consiga un sistema de salud con autosuficiencia de sangre y hemoderivados, debe tener entre un 3-5% de su población que done sangre al menos una vez al año.
Por eso es preciso involucrarse: familias, escuelas, autoridades e instituciones y medios de comunicación son agentes multiplicadores del mensaje y actores de un cambio importantísimo que necesita concretarse.
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