Es que después de Shanghái, Pekín, la capital del país asiático, está en alerta máxima por la ola Ómicron. Desde el comienzo de la semana, los 22 millones de pekineses han tenido que someterse a pruebas masivas de COVID-19. El miércoles se registraron 48 casos de infección, un brote sin precedentes en la capital China. Esto fue suficiente para cerrar la mayoría de las escuelas el jueves por la mañana.
Pekín suma 48 casos confirmados locales en el mayor brote epidémico de la ciudad. Nunca se habían movilizado tantas medidas de prevención y control de forma masiva en la capital china.
El pasado lunes, la fiebre de compras provocó largas filas frente a la puerta de tiendas y supermercados, al igual que baldas vacías en la sección de huevos, verdura, carne, leche y papel higiénico.
La incertidumbre invade Pekín, que se resiste a caer a pesar de que la tendencia creciente de nuevos casos nos acerca a un escenario inimaginado hasta ahora en la capital.
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