Entre todos ellos se destacaban los granaderos, “aquellos guerreros que fueron centauros”, como dijo Rubén Darío en La Marcha Triunfal. El regimiento creado por el Guazú San Martín, “la niña de sus ojos”.
Él quería que sus hermanos de sangre, los guaraníes según él mismo decía, integrasen las nacientes formaciones del regimiento. Los mandó a buscar y le respondieron.
Vinieron como 300 de una vez y fueron la base de los primeros escuadrones. En el combate de San Lorenzo eran mayoría entre los granaderos que combatieron.
Ese día comenzó la leyenda de aquellos que, como Cabral, dijeran “muero contento por haber batido al enemigo”. Eran los primeros en enfrentar a las avanzadas enemigas, los que quedaban cuidando la retaguardia cuando las tropas se retiraron, los que vigilaban y protegían los campamentos.
En suma, eran los ángeles guardianes del Ejército Libertador. Pero no eran ángeles del cielo, porque estos no derraman sangre, eran ángeles de aquí, de la tierra Americana y derramaron la suya en Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Perú y por supuesto… en nuestra Patria.
Se fueron más de mil. Solo ochenta volvieron a sus pagos después de 12 años de lucha.
A veces los pueblos olvidan a sus héroes, olvidan el coraje, la entrega y, lamentablemente, el amor por la Patria. ¡Que vivan por siempre las almas de los heroicos. Granaderos del General José de San Martín!
Autor de "Los Granaderos de San Martín" junto a Felipe Pigna de reciente aparición por Hojas del Sur editorial.
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