La reducción de la jornada laboral o semana de cuatro días es un tema en agenda en varios países del mundo. A raíz de la nueva organización laboral experimentada durante la pandemia, que combina tareas presenciales con remotas, el debate tomó nuevos bríos.
En la mayoría de las empresas, este mix impactó positivamente en la productividad de los trabajadores, además de que acentuó la importancia de un buen balance entre la vida personal y laboral.
Lo cierto es que, por diferentes motivos, países y organizaciones de todo el mundo se plantean con seriedad la posibilidad de reducir o reorganizar la carga horaria de sus colaboradores.
¿Qué países redujeron la semana laboral?
El anuncio más reciente fue el de Bélgica que, si bien no plantea limitar la cantidad de horas trabajadas, propone una redistribución que permita trabajar cuatro días y descansar tres. Pero no es el único país que avanza en el tema:
España: el proyecto del diputado Íñigo Errejón propone una reducción de la carga semanal a 32 horas
Islandia:hizo una prueba de cuatro años (2015-2019) con 2.500 empleados públicos que trabajaron 36 horas semanales en lugar de 40 por el mismo sueldo. El proyecto tuvo excelentes resultados: el 86% de los islandeses hoy está bajo este esquema
Reino Unido:busca tratar el tema en el Parlamento y comenzó una prueba piloto de semana laboral de cuatro días (32 horas) sin recorte salarial en 30 compañías durante seis meses
Latinoamérica: Chile tiene un proyecto para reducir la semana laboral a cuatro días, mientras que Colombia ya cuenta con una nueva ley que proyecta limitar la cantidad de horas semanales de 48 a 42, gradualmente hasta 2026
También hay iniciativas impulsadas por empresas, entre las que se destacan Perpetual Guardian y Unilever en Nueva Zelanda); Microsoft en Japón; Sahke Shack, Treehouse y Basecamp en Estados Unidos; y BMW y Volkswagen en Alemania.
La semana laboral de cuatro días, en el Congreso
En la Argentina existen dos proyectos en danza, que ya están radicados en el Congreso:
Uno de ellos fue presentado por la diputada del Frente de Todos y dirigente de la Asociación Bancaria, Claudia Ormaechea, que planea una jornada laboral de un máximo de seis horas por día y 36 horas semanales (contra las 48 actuales)
El segundo proyecto tiene la firma de Hugo Yasky, secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y diputado nacional por el Frente de Todos. Propone una semana laboral de cuatro días y 40 horas
Juan Manuel Ottaviano, abogado laboralista e investigador, indica a iProUP que la reducción de la jornada laboral no es un planteo nuevo, sino que fue esbozado desde la fundación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a principios del siglo XX y el organismo continúa pidiendo la ampliación de la soberanía sobre el tiempo como parte de los derechos de los empleados.
¿Qué beneficios ofrece?
La reducción de la jornada laboral no es tema sencillo y las razones para avanzar varían en cada país. Uno de los principales argumentos es repartir el trabajo entre un mayor número de personas.
En ese sentido, Martín Kalos, economista y director de EPyCA Consultores, asegura a iProUP que la idea es que, si la economía opera a pleno potencial pero hay desempleo y no hay espacio para crear nuevos puestos de manera masiva y rápida, distribuir las horas de trabajo entre más gente sería una manera de distribuir mejor el ingreso.
Añade que educir la jornada laboral es una manera de compensar esta tendencia y garantizar un ingreso básico a la población que tiene capacidades y voluntad de trabajar pero está desempleada.
Sin embargo, plantea Kalos, el tema es complejo porque "la capacitación, la experiencia y el rol de un determinado puesto no siempre puede dividirse entre más personas. Cada sociedad tendrá que plantearlo y adaptar la realidad de cada empresa y empleado".
Ottaviano remarca que la reducción de la jornada permitiría redistribuir la fuerza de trabajo, que tiene sobrecarga horaria en algunos segmentos y desocupación en otros.
Posibles escenarios de la semana "corta"
Kalós agrega que tanto en Argentina como en otros países existe un gap entre las horas máximas legales (45 o 48 semanales) y las efectivamente trabajadas, en promedio (35 horas), "con lo cual, una eventual reducción escalonada podría acercarse mucho más a la realidad sin producir el shock tan temido por los empresarios".
Ottaviano advierte que es necesario avanzar con cautela, porque cambiar la organización del trabajo podría derivar, al menos, en dos escenarios posibles:
Un esquema de mayor flexibilización, en el que el trabajador no tenga margen de decisión y sea la empresa la que establezca cambios de horarios y tareas de modo arbitrario, turnos rotativos o exija empleo remoto un día y presencial otro
La soberanía del tiempo de trabajo, mediante la cual los colaboradores de una empresa tengan margen para organizar su propia jornada
"Eso implicaría ganar nuevos derechos, además de los que ya están garantizados. Sin embargo, hay que considerar que esta transformación será más difícil de implementar en el sector industrial, mientras que existe mayor margen en el de servicios", añade el letrado.
Alejandro Servide, director de Randstad, asegura a iProUP que el objetivo de lograr un mejor equilibrio entre el tiempo dedicado al trabajo y a la familia, los hobbies y el esparcimiento "es positivo y está alineado a las expectativas y necesidades que con más fuerza expresan los trabajadores, especialmente tras la revolución que significó la pandemia en términos de cambio de prioridades".
¿Se puede reducir la semana laboral en Argentina?
Tanto en Argentina como en el resto del mundo, la posibilidad de reducir la jornada laboral es un debate que recién comienza. No queda claro que sea algo que pueda concretarse de manera masiva y de "buenas a primera", aclara Kalos.
El experto agrega que, sin dudas, un debate serio "requiere pensar la realidad de cada cadena global de valor; rama y sector de la actividad, sindicato y empresa para entender cómo afectaría y que no termine resultando en un problema para la operación de la empresa".
Otro tema clave a considerar es cuáles son los trabajos que pueden dividirse entre más personas. Seguramente será más fácil implementarlo en tareas menos calificadas, mientras que roles con mayor expertise y formación académica representen otro grado de complejidad.
Por último, suma Kalos, hay que considerar la realidad argentina y casi tres décadas de desempleo que no baja del 6%. "La idea, a priori, puede parecer atractiva, pero de algún modo se está evitando el problema real de la economía argentina que es la falta de inversiones", señala.
Agrega que "el país tiene potencial y oportunidades para crear empleo, pero le cuesta hacerlo por los vaivenes de las crisis y la incertidumbre macroeconómica que subsiste por décadas".
¿Cómo debería ser una "semana corta" en Argentina?
Servide advierte que si bien considerar experiencias internacionales sirve de referencia, es importante tener en cuenta que no son extrapolables a la Argentina, ya que tiene un contexto muy distinto.
"Argentina tiene un marco regulatorio laboral con muchas asignaturas pendientes en relación a la dinámica del mundo del trabajo actual y los empleos del futuro, que no contempla los nuevos formatos que han venido imponiéndose con el avance de la tecnología y los cambios sociales", analiza.
Resalta que "sería poco efectivo abordar un debate sobre la reducción de la jornada sin hacerlo con una mirada integral que contemple las principales materias pendientes del marco normativo".
Servide agrega que la tasa de productividad no es un tema menor a la hora de analizar cualquier opción de reducción con el mismo salario, ya que ese factor definirá la sustentabilidad del camino elegido.
"Plantearlo de manera escalonada, como lo han hecho otros países, es una alternativa", dice Ottaviano, y añade que la reducción deja beneficios muy concretos en cuanto a la salud laboral, no solo física sino mental, de los trabajadores.
"Habría que bajar la máxima legal y discutir de qué manera se implementaría por sector. Además, esto implica un aumento de la productividad por hora en la medida que no implique una rebaja salarial . Es un debate que tenemos que tener y en el que sindicatos y empresarios deben encontrar puntos de contacto", enfatiza.
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