Yago Lange es deportista náutico y activista medioambiental. Es un hombre habituado al contacto con la naturaleza. Desde el año pasado encaró, junto a su equipo de colaboradores, una tarea que hasta ahora está resultando infructuosa: el reclamo para que las autoridades limpien la costa oceánica de la Patagonia, en especial la de Península Valdés, en Chubut, declarado en 1999 por la UNESCO Patrimonio Natural de la Humanidad. Actualmente sus playas se encuentran atestada con toneladas de basura plástica que el mar arrastra y deja varada, lo que obliga a la fauna de la zona a convivir con la contaminación.
Primero fue la denuncia pública a través de las redes, en octubre pasado, pidiendo a las autoridades la limpieza de la costa poblados de fauna marina, luego continuó con su reclamo a través de los medios de prensa. Entonces, “por la repercusión que tuvo la noticia, me convocaron a una reunión por parte del gobierno, tanto provincial como nacional. Nos prometieron desde la administración de Chubut que, a partir de marzo, se comenzarían a limpiar y nos otorgarían permisos para colaborar”, pero hasta hoy nada de eso sucedió.
Ahora, un mes más tarde, contó: “No sé muy bien cuál es el plan. Dicen que van a ir a limpiar a fin de mayo con la Armada Argentina, eso me está informando el Gobierno Nacional, yo no tuve contacto con el Gobierno provincial, así que no sé nada desde Chubut”, explicó. Aparentemente, dijo, las autoridades aguardan “el presupuesto para la compra de bolsones”, tras lo cual se lamentó porque “viene todo demasiado lento”. Lange destacó que, aunque podría organizar una campaña de voluntarios para realizar la limpieza de las costas aclaró: “No tengo el permiso para ir a limpiar, así que no hay convocatoria abierta en ese sentido porque por ahora lo que se está observando es que lo van a ir a limpiar las autoridades”.
La mayor parte de la basura que el mar arrastra hasta la costa son cajones plásticos de los barcos de pesca. Esos recipientes “terminan en el mar por descarte voluntario o por pérdida accidental de los barcos”. Y agregó: “Sé que salió una normativa (para evitar el descarte), pero esa normativa no va a lograr la solución, hay que regularizar sobre todo la trazabilidad de las cajas, hay que conseguir una ley de trazabilidad de las cajas y a la vez empezar a hablar de las áreas marinas protegidas para entender lo que está pasando vinculado a la pesca de arrastre”.
Lange y su equipo documentaron las condiciones en las que se encontraban las playas y cómo la fauna, entre ellos lobos marinos, conviven con la basura plástica. “Pero hay que entender que la contaminación en Península Valdés data de mucho antes y va en aumento. Recorrimos en una avioneta y estimamos que hay más de 100.000 kilos de residuos en toda el área y, en una sola playa, más de 20.000 kilos acumulados”, afirmó. La situación actualmente no se ha modificado.
“Tenemos que intervenir con mayor profundidad en esta temática, hablar de lo que está pasando en el Mar Argentino, en nuestras costas”, manifestó, y pidió analizar “por qué está sucediendo esto, por qué contamina de esta manera la industria pesquera. Hablemos de la pesca de arrastre, que está destruyendo el fondo marino y de amplificar las áreas de mar protegidas, que son vitales para todos los animales y seres vivos que habitan la región”.
La intención de Lange y su grupo es “visibilizar la problemática para frenarla de raíz para que la industria pesquera deje de contaminar nuestros mares y tenemos que hablar de cómo actuamos y cómo actúa la política en el aspecto ambiental frente a la emergencia climática. Tenemos que aprender a accionar y colaborar entre todos”.
Como se puede observar en las fotos y videos, “la gran mayoría de lo que encontramos disperso en las playas son materiales de la industria pesquera. Hay muchísimas cajas, redes, plástico descartable, como botellas, cintas, mucho material que se desintegra y se convierte en microplásticos que son confundidos con alimento por los animales. Lo vimos, pero también nos contaron los vecinos que, una vez que la marea sube, muchos de estos materiales vuelven al agua. Esto se desplaza en el fondo marino y llega a otras costas. Las personas que viven en la zona nos informaron que todos los días aparecen cajas en nuevos lugares”.
Para encarar la tarea hacen falta equipos especializados ya que “limpiar el área no es fácil porque son sectores lejanos, de difícil acceso, los acantilados son muy altos y, cuando se desprenden rocas, las cajas y otros materiales quedan atrapados y eso dificulta aún más que sean retirados del lugar. El problema es muy grave y lo notamos especialmente cuando con una avioneta recorrimos la Península Valdés. Es alarmante”, dijo.
“No es algo bonito de mostrar, ni compartir esta realidad, pero a su vez es bueno, yo tengo amor por el agua, por la naturaleza, por los animales, por el planeta Tierra. Soy deportista, tuve la suerte de navegar por muchísimos lugares y hoy estoy intentando sumar desde mi lado por la protección y el cuidado de los océanos. El 70% del planeta es agua. Necesitamos ambientes sanos para habitar este planeta”, concluyó.
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