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Regionales

Hoy se cumplen 82 años del primer vuelo argentino sobre la Antártida

Este espacio lo dedicaremos a contar sobre la rica historia de la Aviación Naval Argentina en la Antártida, en este año 2024 en el que se cumplen 108 años de la Aviación Naval Argentina; lo que no se conoce y que habla de esfuerzos de hombres y máquinas que iniciaron los primeros relevamientos antárticos, que más allá de arriesgar sus vidas lo hicieron bajo condiciones climáticas adversas y en nombre de nuestra Patria marcaron nuestra presencia argentina en el continente blanco.
1942 PRIMER VUELO ARGENTINO EN LA ANTÁRTIDA.
En 1942 se incorpora la aviación naval en las tareas de apoyo logístico a las bases antárticas argentinas.
Las "Alas Navales Argentinas" tuvieron su día de gloria el 7 de febrero de 1942, cuando decoló de Puerto Foster, en la Isla Decepción, el avión Stearman biplaza I-E-41, piloteado por el Teniente de Fragata Eduardo Lanusse y su tripulación integrada por el Cabo Principal Mecánico Erik A. Blomquist, el Cabo Primero Radioperador y Fotógrafo Antonio G. Silva y el Cabo Segundo Ayudante Mecánico Mario A. Pape.
Un avión naval argentino surcaba por primera vez en la historia antártica argentina el cielo antártico y convirtió a su piloto en el primer argentino que hizo descubrimientos geográficos desde el aire y en el pionero de los vuelos en el continente blanco.

La operación se preparó minuciosamente para la permanencia de tres meses en tareas fotográficas aéreas, cartografía y balizamiento.

En ese primer vuelo el avión biplaza realizó la fotografía aérea de la Isla Decepción, fotografías que permitieron completar los datos de la Caleta Péndulo, carta francesa levantada por el Doctor Charcot en su expedición de los años 1903/1905.

Las fotografías se tomaban con una enorme e incómoda máquina modelo F-8, especialmente diseñada para un avión Stearman y debían sacar medio cuerpo fuera del avión, con máscara y traje especial.

Los días 7 y 8 de febrero de 1942 se realizaron vuelos de reconocimiento y fotografía.

Posteriormente, tres días después de su primer vuelo antártico, tomó fotografías aéreas del archipiélago Melchiori, lo que permitió completar el levantamiento de esa zona.

En su tercer salida la aeronave reconoció la ruta Melchior-Islas Argentinas y el Estrecho de Gerlache aportando información sumamente importante en cuanto al estado glaciológico de la zona.

Cada vez que el buque (1º de Mayo) cambiaba de apostadero, antes de zarpar, tenían que realizar la maniobra de trasladar el avión del agua a su asiento en el buque y a la inversa cuando el barco fondeaba o debía salir a volar. Esa operación era muy difícil y debía hacerse con sumo cuidado, el espacio para la maniobra era muy reducido y la pluma tan corta que sólo permitía trasladar el avión en una sola posición para evitar que las alas o la cola tocaran la pluma o la borda. En dos oportunidades se debió reparar los extremos del ala, con un clima difícil, por no guardar los recaudos suficientes ante la inclemencia del clima antártico.

Una vez en el agua, se ponía en marcha el motor. Durante el vuelo se mantenía la orientación por medio del radiognoniómetro marcando de oído la señal radioeléctrica que emitía el buque. Al regresar del vuelo, el avión se dejaba fondeado hasta el momento en que el buque zarpara.

En una nueva salida para investigar el sector contiguo a las Islas Argentinas se produjo la rotura de un osta que causó una avería en un ala del avión que quedó momentáneamente inutilizado. La pericia y la capacidad del mecánico y del personal de a bordo permitieron en un corto tiempo la reparación completa, para lo cual tuvieron que armar un andamiaje que sobresalía de la borda del buque 1º de Mayo, para poder llegar a la punta del ala; un gran esfuerzo teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas, los rolidos del buque, los embates del mar y las bajas temperaturas.

El 28 de febrero, luego de una exhaustiva prueba, el avión nuevamente estaba en el aire, reconociendo, fotografiando y descubriendo nuevos accidentes geográficos; descubriendo en esa oportunidad en la Isla Brabante una gran bahía que no figuraba en la carta náutica, (latitud 64º, 14´S). Esa fue la última oportunidad en que voló el Teniente de Fragata Lanusse en la Antártida. Su prematura muerte no le permitió confeccionar el plano definitivo de su descubrimiento que había bautizado "Bahía Grande". El Comandante del buque 1º de Mayo Capitán de Fragata Alberto Oddera, cuando eleva los borradores lo hizo sugiriendo que a dicha bahía se le diera el nombre de quien fuera su descubridor, lo cual fue aprobado por el Ministro de Marina en oficio con fecha 5 de septiembre de 1942, como homenaje justo a quien tuviera el privilegio de haber sido el primer argentino que contempló el maravilloso paisaje antártico desde el aire.

El último vuelo en la Antártida se realizó el día 2 de marzo de 1942, cuando emprenden el regreso Buenos Aires, arribando el día 22 de marzo. El avión fue conducido a la Base Naval de Puerto Belgrano. En Puerto Nuevo se le restituyó al avión el tren de aterrizaje convencional para que sea trasladado en vuelo. Una vez alistado, el Teniente Lanusse, en compañía del Cabo Blomquist partió decolando de Puerto Nuevo. Allí se había reunido un grupo de personas con el fin de presenciar el decolaje, contándose entre los presentes algunos miembros de la familia del piloto.

Después del despegue se advirtió que el Teniente Lanusse, luego de saludar a su familiares, inició un ascenso rápido y un giro escarpado para esquivar un cable, pero el avión entró en pérdida y se precipitó a tierra incendiándose y pereciendo sus ocupantes.

El recuerdo de su nombre, impuesto a una bahía hace permanente la memoria de su destacado desempeño.

PRIMER VUELO ARGENTINO DE CRUCE DEL CIRCULO POLAR ANTÁRTICO DESDE EL CONTINENTE.

El año 1947 la Aviación Naval fue la encargada de abrir un nuevo camino en la historia de la aviación antártica.

Hasta ahora los pequeños hidroaviones embarcados eran los que se utilizaban en las campañas antárticas. Pero a fines de este año el Comando de la Aviación Naval elige un avión DC-4, característica 2-Gt-1 para realizar un vuelo entre una base de la Patagonia y el Círculo Polar sin etapas. La tripulación la constituirían el Comandante de la Aviación Naval Contraalmirante Gregorio A. Portillo; comandante Capitán de Corbeta Gregorio Lloret; Copiloto Capitán de Corbeta Mario A. De Ugarizza; navegante Teniente de Navío Jorge a Bassi; supervivencia Caoitán de Corbeta Médico Alfredo Walker; Mecánico Suboficial Segundo Luis A Muiño; Mecánico Cabo Principal Mario Pape; Ayudante Mecánico Cabo Principal Antonio Ganzalez; Operador Cinematográfico Sr. Pedro Pouchullu,

El 13 de diciembre de 1947 se iniciaba el vuelo a la Antártida, partiendo del aeródromo "Comandante Luis Piedrabuena", ubicado en la Provincia de Santa Cruz.

El vuelo se inició a las 04.45 hs del día 13 de diciembre, en condiciones meteorológicas locales poco favorables, con techo bajo y visibilidad reducida. No obstante, ante la apreciación que se hizo de la evolución del tiempo en la zona sobre la que se volaría, se tomó la resolución de iniciar el vuelo en las condiciones mencionadas.

El jefe de la Expedición, el Contraalmirante Portillo, paseó su mirada enérgica y serena sobre los tripulantes elegidos, arengándolos con las siguientes palabras: "Señores.... pocos instantes más y habremos decolado hacia el océano subantártico, afrontando el mal tiempo que presistirá hasta el estrecho de Drake. Formulo votos para que el vuelo tenga el éxito que merecen los grandes esfuerzos que hemos hecho para prepararlo".

El avión elegido para el vuelo fue especialmente preparado para actuar en zonas frías y convenientemente equipado con todos los elementos necesarios para asegurar la supervivencia efectiva en caso que, por diversas causas, la aeronave tuviera que afrontar un acuatizaje de emergencia o un aterrizaje imprevisto sobre el hielo.

Los tanques de nafta del avión fueron suplementados por otros adicionales dentro del fuselaje, instalados con el objeto de aumentar su autonomía para alcanzar, dentro de la Antártida, los lugares culminantes desde el punto de vista del reconocimiento y la exploración.

La ruta trazada para este primer vuelo antártico sin etapas comprendía: Cabo de Hornos - Decepción. Desde allí la intención era llegar al alchipiélago Melchior, previo reconocimiento de la parte norte de la península Antártica. Al sobrevolar el archipiélago se tomaría la decisión de iniciar el regreso o continuar el vuelo hasta superar el Círculo Polar Antártico. Después de considerar las condiciones atmosféricas reinantes, la decisión fue de conticuar al sur, habiendo asimismo evaluado la situación general del avión en cuanto a consumo de combustible hasta el momento. Fue así como, con rumbo al sur y sobre el meridiano 68º W, se cruzó el Círculo Polar por primera vez desde el aire y en vuelo directo desde el continente.

De esta forma el vuelo quedó dividido en cuatro etapas:

  • Primera: Alcanzar la Isla Decepción, sobrevolando en primer término la parte sur del continente y efectuando el cruce del Pasaje de Drake.
  • Segunda: Reconocer la parte norte de la península Antártica, estrecho de Gerlache, las Islas Lieja y Brabante hasta la bahía Dallman, en cuyo interior se encuentra el archipiélago Melchior, lugar donde se levanta el primer Destacamento Naval Antártico.
  • Tercera: Llegar hasta el Círculo Polar Antártico.
  • Cuarta: Regresar al punto de partida por una derrota algo mayor de cuatro mil kilómetros.
En la primera etapa el avión soportó fuertes vientos de proa, por lo que trepó hasta 3.500 mts. de altura en busca del sol para las observaciones astronómicas y para evitar las malas condiciones meteorológicas de la superficie. Esta determinación permitió conocer en todo momento la posición exacta de la aeronave. La temperatura exterior en ese momento era de 18º C bajo cero.
La medida adoptada representó, en principio, el tener que consumir gran cantidad de combustible adicional a la que se había calculado inicialmente, a causa de la trepada con carga máxima.
En esta altura se mantuvo la aeronave durante casi todo el cruce del pasaje de Drake, hasta que a unas 150 millas de las Islas Shetalnd del Sur y siendo las 1000 horas se descendió a 300 metros para navegar en contacto con el mar. Una hora después se observaron en el horizonte los primeros puntos blancos, identificados posteriormente como témpanos a la deriva.
Luego apareció una cinta blanca en el horizonte, que se ensanchaba por momentos, era el magnífico espectáculo de los picos nevados de las Islas Shetland del Sur, proyectándolos sobre el fondo luminoso del océano atlántico.
"El avistaje de las primeras tierras polares", dice el Almirante Portillo "constituyó un acontecimiento emocionante, por el significado tan especial que tenía para el vuelo que se estaba realizando, al par que ello representaba para cada uno de nosotros la realización del anhelo de llegar a las inhóspitas regiones polares, tan llenas de leyendas como de mistrios. Hasta donde podía alcanzar la vista sólo era dado ver el inolvidable espectáculo de tierras que iban surgiendo detrás del horizonte cubiertas por un manto de nieve, en contraste vigoroso con el azúl acentado del mar, dando la sensación de que la magnificencia extraordinaria del continente antártico, con sus cordilleras importantes, era un mundo que nacía repentino ante el asombro incontenible de quienes teníamos el privilegio de asistir, con deleite, a la contemplación de las maravillas que nuestra vista captaba con viva emoción".
El avión tuvo que mantener su baja altura debido al escaso techo y con el objeto de conservar al máximo la visibilidad.
La velocidad de la aeronave no permitía detenerse en la contemplación del extraordinario concierto de panoramas que ofrecía la cadenas de las Islas Shetland y que se remontaba a cada instante.
Se dejó al oriente las Islas Smith y Nevada, sobrevolando la rugosa superficie de la Isla Levington y casi repentinamente surgió por el sur la famosa Isla Decepción; abajo en su puerto interior tres siluetas se destacaban claramente: el A.R.A "Pampa", el A.R.A. "Kimg" y el A.R.A. Ministro Ezcurra.
El avión giró reconociendo el avión "Walrus" amarrado en la paya de la Bahía 1º de Mayo, lugar donde se estaba levantando lo que sería el Destacamento Naval Decepción, segunda avanzada permanente de la Armada en el continente blanco.
Intercambiado los saludos se apuntó hacia el sur en demanda de la Isla Trinidad, ya que el estrecho de Gerlache se encontraba cubierto por nubes bajas y no permitía utilizarlo como derrota para llegar a Melchior.
Sin más alternativas que el espectáculo ofrecido por témpanos y cerros perdidos entre las nubes, que constituyen verdaderas murallas se avistó la bahía Dallman, en cuyo centro un conjunto de islas con caletas de hielo constituyen el archipiélago Melchior.
A los pocos minutos se avista el observatorio, cuyas antenas negras se proyectaban sobre el blando de la nieve. El avión cruzó el observatorio lanzando un tubo con un mensaje de saludo e información sobre el estado del mar, diarios, revistas y correspondencia, que indudablemente era el mejor regalo que se les podía ofrecer a quienes habían permanecido casi un año aislados materialmente de sus hogares.
Abajo, la dotación de Melchior, con los brazos en alto y visiblemente emocionada, saluda orgullosa el pasaje de la aeronave que realizaba la proeza del Primer Cruce Polar en vuelo directo desde el continente.
El Almirante Portillo dijo que fue realmente conmovedor divisar ese minúsculo refugio perdido entre las nieves eternas que lo rodean, donde ese grupo de argentinos mantenía izada la bandera de la Patria como testimonio de nuestra soberanía. La emoción, que se apoderó de todos en el avión, fue compartida en igual grado por los camaradas del observatorio, lo que quedó reflejado en el radiograma que remitieran respondiendo al saludo y que decía así:
"Señor Almirante: en nombre del personal, del Teniente Oliva Otero y en el mío, agradezco conceptuoso mensaje, emocionado aún por el magnífico vuelo de las alas navales", Teniente Nadaud.
Cumplida la misión, que se impuso el Jefe de la misma al planear el vuelo, se tomó altura para salir nuevamente al mar contorneando la Isla Amberes y poniendo la proa al sur.
Comenzaron a ver el mar helado, que se iba extendiendo en todas direcciones. Todo era de una blancura extraordinaria, intensamente brillante. De vez en cuando y hacia el este aparecían algunas lagunas.
Se volaba siempre con rumbo al Sur. La vista de ese desierto helado, que se perdía en el horizonte, ahondó aún más en los tripulantes del avión esa extraordinaria sensación de soledad que embargaba el ánimo de todos, sobrecogiendo sus espíritus y trayéndoles a la memoria los dramas vividos en esas zonas por tantos exploradores, conocidos unos, quizá la mayoría ignorados, que rindieron sus vidas en aras de la ciencia y en beneficio de la humanidad y cuyos nombres se perpetúan en muchos de los accidentes geográficos de las zonas polares.
Quedaron atrás las Islas Argentina, las que prácticamente estaban ocultas entre las masas de hielo flotante que las circundaban.
A esta altura del vuelo se iba francamente en demanda del Círculo Polar Antártico, pero la altura de las nubes disminuía y el horizonte se presentaba brumoso, con lo que la visibilidad decrecía considerablemente.
A las 13.41 hs el avión 2-Gt-1 cruzó el Círculo Polar ¡Viva la Argentina! fue el grito emocionado de toda la tripulación. Valía la pena el esfuerzo. Casi no podían hablar. De pronto, expresó el Almirante Portillo "Lástima no tener con qué brindar"... Uno de los tripulantes dirigiéndose tímidamente al Jefe de la Expedición le expresó: "Señor, yo tengo una tortilla"... y con diez porciones festejaron el triunfo de las alas navales.
Todos los miembros de la tripulación, según palabras del Almirante Portillo, sintieron la sensación del deber cumplido y quizás íntimamente, la satisfacción de haber alcanzado un anhelo abrigado durante el largo tiempo que duraron los estudios y preparativos de la operación, que precisamente culminaba en ese momento.
En ese instante de tanta significación para la expedición aérea, se cursaron al Señor Presidente de la República y al Ministro de Marina los siguientes despachos:

"Por primera vez en el mundo, un avión, partiendo de un continente, ha cruzado el Círculo Polar Antártico y ese avión lleva en su cola la bandera argentina".

"Con profunda emoción informo a V.E. que a las 13.41 hs se ha cruzado el Círculo Polar en meridiano 68º por segunda vez, colocando a nuestra patria junto al país que, por el aire, tuvo el privilegio de ser el primero". Gregorio Portillo, Contraalmirante.

A pesar que el objetivo estaba cumplido, se mantuvo la derrota volando al SW hasta que, alcanzada la latitud 67º 20¨con gran nubosidad, se vira al N en demanda del Cabo de Hornos.
El avión 2Gt-1 entró a Tierra del Fuego por Bahía Aguirre, una hora después sobrevoló Río Gallegos y finalmente a las 20.15 hs tocó tierra en el aeródromo de salida "Luis Piedrabuena", luego de 15 horas y 30 minutos de permanecer en el aire.
La Aviación Naval había cumplido así con la misión que le correspondía como vigía de avanzada de las unidades de superficie.

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