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El faro es de piedra, tiene 11 metros de alto y tres de diámetro, está pintado con dos franjas de rojo y una, en el centro, de blanco, y su linterna está emplazada a 22,5 metros sobre el nivel del mar. Emite luz de color blanco y rojo, en intervalos de cinco segundos. Y la luminiscencia se puede ver con el ojo humano hasta desde 7,2 millas náuticas (13,3 kilómetros).
En otra época había una persona que lo manejaba. Actualmente funciona de manera automática y la energía para su actividad se consigue gracias a un grupo de paneles solares. Por su ubicación, es uno de los faros más famosos del mundo. Aunque está prohibido desembarcar en el islote, habitualmente territorio exclusivo de animales y aves marinas, ese pequeño fragmento de roca sirvió para salvar vidas en enero de 1930, apenas 10 años después de su inauguración. Fue durante el naufragio del buque Monte Cervantes.
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El Monte Cervantes, de la empresa Sociedad Hamburgo Sudamericana tenía capacidad para dos mil pasajeros. Había zarpado de Buenos Aires el 15 de enero de 1930 dirigido por el capitán Teodoro Dreyer. El recorrido incluía paradas en Puerto Madryn, Punta Arenas (Chile) y Ushuaia.
Tras su salida de Ushuaia, el buque chocó inesperadamente contra una roca sumergida. El golpe provocó una abertura en el casco e inundó rápidamente las bodegas y los camarotes más bajos. Antes de quedarse sin motores, Dreyer encalló el buque contra los islotes Les Eclaireurs.
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Los pasajeros se alojaron en casas particulares, en cuarteles y en la propia cárcel. Al día siguiente la tripulación del barco, unas 300 personas, se ocupó de llevar el equipaje a tierra. Muchos observaron al capitán Dreyer coordinando las tareas. El 24 de enero, finalmente, el Monte Cervantes se inclinó y se hundió parcialmente.
Sin embargo, jamás se volvió a ver a Dreyer, un alemán de 56 años con experiencie en navegar por los fiordos nórdicos pero no en los canales fueguinos. Una versión dice que se vistió con su uniforme de gala, se calzó sus medallas y se hundió, con honor, junto al barco. Y que un oficial de una de las embarcaciones que participaron del rescate le insistió en que abandone la nave, pero él no quiso. Cuando el barco se sacudió, dos de los oficiales que lo acompañaban alcanzaron a saltar por la borda.
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Muchos creen que el Les Eclaireurs es el “Faro del Fin del Mundo”, pero ese, llamado así por la obra de Julio Verne, está ubicado en Islas de los Estados. Se llama faro de San Juan de Salvamento, y es el más antiguo de Argentina.
Es diferente al Les Eclaireurs. Se trata de una casa de madera de madera lenga de 16 lados y de apenas 5 metros de alto con 9 metros de diámetro. Fue construido en 1884, cuando la División Expedicionaria al Atlántico Sur, al mando del comodoro Augusto Lasserre, estableció en la isla de los Estados una subprefectura marítima, un penal y una estación de salvamento para auxilio de los naufragios que se producían en el cabo de Hornos. El famoso Faro del Fin del Mundo estuvo abandonado y en ruinas durante casi un siglo, hasta que en 1998 un grupo de franceses admiradores de Verne decidió restaurarlo.
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