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El ozono troposférico es un contaminante secundario que se forma cuando otras moléculas como los óxidos de nitrógeno o los compuestos orgánicos volátiles, procedentes de las emisiones de vehículos e industria, reaccionan con la luz solar. Hablamos de uno de los contaminantes del aire más nocivos para la salud, que puede causar asma y otros problemas respiratorios, reducir la función pulmonar y originar múltiples enfermedades. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, el ozono troposférico causa solo en España unas 1 600 muertes prematuras al año. Además, otro de los problemas del ozono troposférico – que no se debe confundir con el que forma la capa de ozono en la zona superior de la atmósfera y nos protege de la radiación ultravioleta-, es que es uno de los gases con efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global.
Fuentes del ozono en la Antártida
Los resultados revelan que la cantidad de ozono en la troposfera fue más baja durante diciembre, enero y febrero, correspondientes al verano austral, momento en el que el sol es lo suficientemente intenso como para romper más ozono del que se crea. Además, descubrieron que las principales fuentes de ozono eran tanto naturales –principalmente la capa de nieve de la gran meseta de la Antártida oriental y el ozono producido por mezcla de aire desde la estratosfera superior a la troposfera- como antrópicas, ya que algunas se originaron en el extremo sur de América del Sur.
Los investigadores también descubrieron que el ozono a nivel del suelo había aumentado hasta 0,14 partes por mil millones por año durante el tiempo que duraron los muestreos, incluso teniendo en cuenta los patrones naturales y estacionales. Debido a la capacidad del ozono para retener el calor cerca de la superficie de la Tierra, esta tendencia creciente podría tener impactos negativos en la región en el futuro, concluyen los investigadores.
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