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Cerebro, adolescencia y nicotina: un estudio plantea la relación entre fumar y la disminución de materia gris

El consumo de tabaco durante la adolescencia es un problema global que perjudica a jóvenes en todas partes del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaquismo es la principal causa evitable de muerte en el planeta, y la mayoría de los fumadores longevos comienzan antes de los 18 años. El cerebro de un adolescente está en pleno desarrollo, lo que lo hace especialmente vulnerable a las sustancias químicas presentes en el tabaco.

Cuando los adolescentes fuman, sus cerebros son más susceptibles a la adicción debido a la neuroplasticidad, un proceso que permite que el cerebro se adapte y cambie en respuesta a nuevas experiencias. La exposición temprana a la nicotina puede llevar rápidamente a la dependencia, lo que hace que sea más difícil dejar de fumar en el futuro.

¿Por qué fumar en la adolescencia perjudica aún más nuestro cerebro?

Científicos de la Universidad de Cambridge en Reino Unido, descubrieron una conexión compleja entre la disminución de la materia gris en áreas específicas del cerebro y el deseo inicial y la dependencia a largo plazo de la nicotina. La investigación mostró que la disminución de la materia gris en ciertas regiones del cerebro, en particular en el lóbulo frontal izquierdo y en el córtex prefrontal ventromedial derecho, puede ser un indicador de una tendencia a comenzar a fumar y a fortalecer la adicción a la nicotina.

Analizando imágenes cerebrales y datos de más de 800 jóvenes de 14, 19 y 23 años, los científicos descubrieron que los adolescentes que empezaban a fumar a los 14 años tenían menos materia gris en una sección del lóbulo frontal izquierdo, relacionada con la toma de decisiones y el incumplimiento de normas. Por lo que también aumenta la probabilidad de que los jóvenes desarrollen adicciones a otras sustancias, como el alcohol o la marihuana.

“Fumar es quizás el comportamiento adictivo más común en el mundo y una de las principales causas de mortalidad en adultos", explicó Trevor Robbins, coautor principal del Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge.

¿Qué pasa en nuestro cuerpo cuándo dejamos de fumar?

20 minutos después: Mejora la presión arterial y el ritmo cardíaco.

8 horas después: Se reducen a la mitad los niveles de nicotina y monóxido de carbono en la sangre y el de oxígeno se aproxima al normal.

24 horas después: Disminuye el riesgo de infarto miocardio y los pulmones empiezan a remover mucosidad. Se respira mejor.

48 horas después: Se recupera la capacidad de oler y saborear. La nicotina desaparece del organismo.

3 días después: Aumenta la capacidad pulmonar, reduciendo la tos y aumentando la sensación de bienestar.

15 días después: Mejora de forma generalizada la presión sanguínea. Desaparece la dependencia física de la nicotina. Mejora el aspecto de la piel.

De 1 a 2 meses después: La presión arterial recupera sus valores normales.

De 3 a 6 meses después: Aumenta la capacidad de resistencia a las infecciones. Se consolida la conducta no fumadora en tu vida cotidiana.

8 meses después: Disminuyen los problemas respiratorios y la fatiga.

Un año después: El riesgo de sufrir un ataque cardíaco se reduce a la mitad.

Cinco años después: El riesgo de sufrir un ataque al corazón es similar al de un no fumador.

Diez años después: El riesgo de sufrir algunos canceres es similar al de alguien que no haya fumando nunca.

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