Pasaron cuatro años desde el día en que allanaron el prostíbulo fueguino El Sheik y fue liberada. Alika Kinan había sido explotada y prostituida durante 20 años. Desde su liberación, se rearmó como mujer, se volvió una militante por los derechos humanos y fundó una asociación civil para ayudar a otras esclavas sexuales. Tanto hizo que logró convertirse en la primera víctima de trata que se planta y querella no sólo a sus tratantes sino al Estado por no protegerla. El juicio oral y público ya tiene fecha de inicio: 7 de noviembre. Su caso puede sentar precedentes y abrirle el camino a otras víctimas.
Desde fines de mayo, Alika es representada por Marcela Rodríguez, titular del Programa de Asesoramiento y Patrocinio para las Víctimas del Delito de Trata de Personas de la Defensoría General de la Nación, toda una novedad. En el marco de esta causa, esta semana amplió su declaración testimonial. Alika Kinan, víctima y sobreviviente de una red de trata de personas que funcionó hasta 2012 en Ushuaia, aportó nuevos elementos que revelan el funcionamiento de esa red y datos detallados en relación con la responsabilidad de tres personas cuya situación procesal debe resolver la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia.
Estas tres personas son Claudia Quiroga, titular del prostíbulo y ex socia del dueño Pedro Montoya; la encargada Corina Sánchez y el reclutador Jorge Etcheverry, hermano de la procesada en la misma causa Ivana García. Estos tres imputados habían sido sobreseídos por el juez federal de Ushuaia Federico Calvete, pero esta decisión fue apelada por el Fiscal Federal de Ushuaia y ahora la Cámara deberá decidir la situación procesal. Montoya y García, considerados autores del delito de trata de personas y dueños del prostíbulo “El Sheik”, además de Lucy Alberca Campos, encargada del lugar, enfrentarán al Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tierra del Fuego.
En marzo, el Senado de la Nacion reconoció a Alika Kinan (centro) por su trabajo en defensa de los derechos de las víctimas (Emiliana Miguelez)
Si bien se mostró satisfecha con la declaración de Alika, la abogada de la DGN Marcela Rodríguez cuestionó que recién ahora se le haya permitido ampliarla y ser oída según los derechos que le corresponden como víctima de trata de personas. Es que Alika sólo había declarado en el 2012, apenas 48 horas después del allanamiento a El Sheik. Rodríguez también cuestionó que le hayan negado a Alika mantener su rol de querellante en la parte del expediente que quedó en instrucción y en la que ahora el juez sobreseyó a estas tres personas, lo cual también fue apelado.
“Alika había pedido declarar en varias ocasiones --explicó Rodriguez-- pero el juez fue postergando sin fecha la eventual declaración”. Al día siguiente de su último pedido, el juez sobreseyó a Quiroga, Sánchez y Etcheverry. “Lo que ella dice -continuó la abogada- es: yo puedo aportar pruebas, nuevos datos, mayor información en relación a estos imputados y a cuál es su responsabilidad”.
“Al día de hoy --contó Alika-- Claudia Quiroga sigue siendo la dueña del local en el que funcionaba El Sheik. Ella tenía un vínculo afectivo y societario con Montoya. Era una de las dueñas”. También habló de Sánchez: “Había un sistema de multas y sanciones, y la que cumplía el rol de encargada de llevarlo a cabo era Corina Sánchez”. Según Kinan, era Sánchez quien ejecutaba las órdenes y el control que llevaba adelante Quiroga por intermedio de un sistema de cámaras con el que vigilaban a las mujeres. “Nos ordenaban dónde ubicarnos --detalló--, cómo debíamos sentarnos, porque Claudia manejaba las cámaras estuvieras donde estuvieras. Cuando sonaba el teléfono sabías que era Claudia que estaba mirando quién entraba, quién se tenía que acercar al teléfono, si estabas parada, si habías ido mucho al baño, porque te controlaba hasta las veces que ibas al baño. Todo lo controlaba”.
Alika Kinan en El Sheik, donde fue esclavizada (Emiliana Miguelez)
En cuanto a la participación de Jorge Etcheverry, Alika destacó que intervenía junto a su hermana Ivana García y a Pedro Montoya en la captación de mujeres en la zona de Saladillo. Luego, eran trasladadas para su explotación sexual al local de Ushuaia. Además, Alika aportó a otra testigo, quien también fue víctima de la misma red de trata en El Sheik. Esta víctima nunca había declarado en la causa.
Alika fue captada por primera vez cuando tenía 16 años, en Córdoba. Sus padres la habían abandonado y dejado a su cuidado a su hermana de 10 años. En 2009, cuando volvieron a captarla, Alika estaba en pareja con un hombre que no sólo le pegaba sino que la explotaba y la amenazaba con no mantener a sus hijos si ella lo abandonaba. Aprovechándose de su situación de vulnerabilidad, Quiroga y Montoya volvieron a captarla.
Alika también dio detalles sobre sus traslados, los medios de transporte usados y el pago de los pasajes. “Los pasajes los mandaron Claudia Quiroga y Pedro Montoya, que eran los propietarios del prostíbulo en Tierra del Fuego. El pasaje lo pagaba Claudia, pero después me lo descontaba a mí; la ropa la pagaba Claudia, pero me lo descontaba a mí; la vivienda me la pagaba Claudia, pero me la descontaba a mí. Todo era un sistema de deudas que después te mantenía atada al lugar. Siempre pagábamos todo nosotras. Yo venía de una situación de extrema pobreza”.
Kinan también dio detalles sobre la zona de pases del Sheik, su posterior ampliación y el sistema de timbres que habían instalado los dueños para controlar el tiempo y para auxilio ante situaciones de violencia. “Aunque en realidad nunca venía nadie a salvarnos --aclaró Kinan--. Quedabas prisionera de la habitación. No venían, luego te decían que era porque estaban atendiendo, porque lo principal era atender a los clientes. Cuando se vencía el turno se prendía una luz roja y vos tenías que salir al toque porque si no te descontaban y prácticamente ya no te quedaba nada de plata”.
En su relato, Alika dio información sobre las instalaciones, el libro de pases que hacía Corina Sánchez, los pagos por los pases y las copas, los porcentajes que recibían los dueños y los trámites ante la Municipalidad. En todo momento la alojaron en el Sheik y casi hasta el allanamiento dormían en el mismo lugar donde se hacían los pases. “Cuando finalizaba la noche, que podía ser a las 8 de la mañana o a las 2 de la tarde, se calculaba cuánta plata nos correspondía. Un promedio de una noche eran 18 copas y 8 pases. Y te decían: \'La primera copa te descuento porque estás viviendo en la casa\', y seguían descontándote mínimo hasta la sexta que te pagaban entera. Y la verdad es que se tomaba tanto para no pensar que si hubiese hecho 25 copas no me iba a dar cuenta tampoco”, recordó Kinan. Agregó: “Cada vez que decíamos que queríamos irnos, nos respondían que no podíamos porque teníamos deudas”.
Sobre si en la ciudad se tenía conocimiento de lo que pasaba en el local, Alika señaló que “iban los políticos, los funcionarios municipales, funcionarios de gobiernos, hasta un comisario me iba a buscar a mí. También los de buques pesqueros y los turistas extranjeros. Y los que iban a esquiar que dejaban a las mujeres en los hoteles”.
El día del allanamiento, cerca de las 2 de la mañana se interrumpió la música. “Miramos por la ventana y estaba la Gendarmería. Pensamos que nos venían a llevar a nosotras, tal era la distorsión de la realidad que teníamos. En ese momento no nos pensábamos víctimas, nos sentíamos como delincuentes. Pedro Montoya nos había dicho lo que teníamos que decir si venía la Policía: que éramos amigas, que ahí no se hacían más pases, que habíamos salido a tomar algo entre nosotras. Hasta nos hicieron cambiar nuestra forma de vestir. El argumento que teníamos que decir era que estábamos ahí por nuestra voluntad, que nadie nos obligaba a nada y que ni se nos ocurriera hablar de las multas. Me costó mucho empezar a verme como una víctima”, contó Kinan.
“Pero yo nunca quise estar ahí --enfatizó Alika--. Vos no lo elegís, no es que decís \'quiero hacer esto el resto de mis días\'. Esa es una ficción que no existe, porque ninguna mujer que está ahí adentro y que realmente vive lo que es la noche puede quererlo”.
“Siento que tengo un compromiso con las mujeres, las hijas, las que pueden llegar a ser víctimas de trata y con mis propias compañeras, con las que todavía quedaron ancladas en todo lo que es el sistema prostibulario, miles de víctimas de norte a sur. Porque yo pude hacer un proceso, tengo un camino recorrido. No soy psicóloga ni abogada, pero sí puedo marcar un camino, visibilizando qué pasa cuando las mujeres están en situación de prostitución”, concluyó Alika.
Fuente: Clarin
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