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Científicos argentinos lograron avances que podrían cambiar el tratamiento del cáncer de médula ósea de por vida

La lucha contra las enfermedades poco frecuentes muchas veces cuesta más que la dedicada a las más comunes. Y ese es el caso de una de ellas: la leucemia mieloide crónica (LMC), un cáncer que se origina en las células productoras de sangre de la médula ósea.

Por eso cuando hay nuevas investigaciones para combatirlas y ayudar a los pacientes que padecen este trastorno, es un progreso científico único.

Tal es el caso de dos nuevos estudios argentinos publicados por especialistas del CONICET en la revista Frontiers in Immunology y Journal of Hematology and Oncology, donde brindaron evidencia científica que, de confirmarse en investigaciones adicionales, sería útil para aumentar el número de pacientes con leucemia mieloide crónica que podrían discontinuar el tratamiento convencional, seguir bien de salud y evitar tanto efectos secundarios como altos gastos médicos.

“El estudio, que comenzó en el 2019, persigue la discontinuación del tratamiento con fármacos inhibidores de la tirosina quinasa (TKIs), que son unas drogas blanco dirigidas que sirven para, en este caso, tratar la leucemia mieloide crónica. Este estudio tiene como objetivo primario mostrar que en Argentina también podemos hacer discontinuación del tratamiento contra la LMC, con la definición de cuáles son los criterios para hacerlo de manera segura. Otro objetivo es identificar potenciales nuevos biomarcadores de discontinuación para poder predecir con mayor precisión quienes son los pacientes que van a poder sostener la discontinuación en el tiempo. Y también, digamos, reducir el costo financiero que tiene un tratamiento de este tipo, que quizás ya hay pacientes que no la necesitan”, explicó a Infobae el doctor Michele Bianchini, investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones Oncológicas – Fundación Cáncer (FUCA).

“Para los pacientes esto es importante porque, a pesar de que los efectos adversos secundarios que tienen esta droga no son graves, a veces afectan a la calidad de vida de la persona con cáncer. Este avance le permitiría al paciente discontinuar el tratamiento para mejorar su calidad de vida. Además, desde un punto de vista médico, no sabemos cómo estos tratamientos crónicos a largo plazo impactan en la toxicidad a largo plazo. Sobre todo para los pacientes más jóvenes que empiezan el tratamiento a corta edad y buscan tener una expectativa de vida muy larga. Para ellos es deseable poder en algún momento discontinuar la terapia”, apuntó Bianchini.

Y agregó: “Y el otro objetivo que se busca, es un tema de farmacoeconomía. Estos inhibidores tienen un costo muy elevado y las prestadoras de salud seguramente tienen interés en poder saber quiénes son aquellos pacientes que ya no necesitan ese tratamiento. De esta manera se obtendría una reducción del costo o del gasto en este sentido y redestinar ese ahorro a otras áreas que lo necesiten”.

Una enfermedad que afecta a unos 500 argentinos cada año

En la Argentina se diagnostican cerca de 3000 nuevos casos de leucemia por año y se calcula que la leucemia mieloide crónica representa alrededor del 15% de los diagnósticos. Si bien es más frecuente en adultos mayores de 50 años –en promedio se diagnostica a los 64 años-, puede aparecer en cualquier momento de la vida y afectar hasta los jóvenes.

Bianchini precisó que hasta hace no mucho tiempo los pacientes debían continuar con el tratamiento de por vida, pero varios estudios demostraron que a un porcentaje de ellos (entre el 35% y el 65%) se les puede discontinuar el tratamiento dado que por su propio sistema inmunológico y otras características biomoleculares desarrollan capacidad para inhibir la reaparición del tumor.

El grupo de Bianchini ha asistido a médicos y médicas en el monitoreo molecular de las muestras de sangre de pacientes, mediante una técnica que se llama PCR cuantitativa en tiempo real, para estudiar su evolución, la respuesta al tratamiento y la posibilidad de suspenderlo.

“Desde un punto de vista más biológico, los resultados principales de estos estudios, describen una subpoblación de células del sistema inmunológico que serían las que están implicadas en hacer que el paciente pueda sostener esta remisión molecular sin tratamiento.

Estas son células que se llaman ‘Natural Killer’, y son las células del sistema inmunológico que permitirían controlar la enfermedad sin tratamiento. Y el otro gran hallazgo de este estudio es que pudimos identificar nuevos biomarcadores de discontinuación que permiten hoy seleccionar los pacientes con una exactitud superior a lo que son los actuales criterios de selección. Una exactitud de casi el 90%”, completó el experto argentino.

Estudio multicéntrico en Argentina

Hasta la fecha no se han identificado predictores sólidos de una interrupción exitosa del tratamiento para la LMC. La terapia consiste en la administración de fármacos que inhiben una proteína con actividad enzimática que se llama tirosina quinasa BCR-ABL que promueve el crecimiento de células de la sangre genéticamente alteradas.

El grupo de Bianchini lidera desde 2019 un ensayo multicéntrico (AST, Argentina Stop Trial) en el Instituto Alexander Fleming sobre remisión libre de tratamiento (suspensión de la terapia convencional) en colaboración con Fundaleu y diversos hospitales públicos, y que cuenta con la supervisión de los comités de bioética y regulación de esas instituciones médicas y el consentimiento de los y las pacientes.

El equipo de investigación analizó muestras de sangre de 81 pacientes con técnicas de biología molecular y determinó que los pacientes a los que se les suspendió el tratamiento de manera exitosa tenían altos niveles de dos proteínas del sistema inmunológico: interleucina 6 (IL-6) y la proteína quimioatractante de monocitos (MCP-1).

“Asimismo, constatamos que los pacientes con niveles bajos de IL-6 y MCP-1 mostraron un riesgo ocho veces mayor de recaída. Estos protocolos son seguros ya que los pacientes que recaen, retoman exitosamente la medicación y al cabo de pocos meses pueden recuperar la remisión molecular del tumor que los afecta”, indica Bianchini.

En otro trabajo, el especialista y su grupo encontraron evidencia de que el sistema inmunitario estaría facilitando el control de la enfermedad a largo plazo en ausencia del tratamiento. “Aparentemente hay una especie de memoria inmunológica para las células Natural Killer (NK) que está aumentada en aquellos pacientes que pueden sostener la remisión molecular de manera más exitosa o por más tiempo. Además, en estos pacientes, estas células liberan sustancias citotóxicas de manera más eficaz y por lo tanto serían capaces de eliminar las células leucémicas (tumorales) residuales o mantenerlas bajo control”, puntualiza el investigador del CONICET y agrega que aún es necesario realizar más estudios para validar los biomarcadores pronósticos de la discontinuación del tratamiento que fueron identificados en los recientes estudios.

El grupo de Bianchini ha asistido a médicos y médicas en el monitoreo molecular de las muestras de sangre de pacientes, mediante una técnica que se llama PCR cuantitativa en tiempo real, para estudiar su evolución, la respuesta al tratamiento y la posibilidad de suspenderlo.

“Nuestros estudios apuntan a comprender mejor la inmunobiología de la LMC tanto para mejorar el éxito de la discontinuación del tratamiento convencional como para pensar en nuevas estrategias terapéuticas que puedan conducir a una verdadera erradicación de la enfermedad porque los fármacos actuales inhiben la enfermedad, pero no pueden eliminar las células hematopoyéticas madre de las que se originan las células leucémicas”, puntualiza el investigador del CONICET.

“Un logro importante del estudio multicéntrico que llevamos adelante con hospitales es haber posibilitado la discontinuación del tratamiento a muchos pacientes argentinos y demostrar que esto también es posible en nuestro país, no solo en países desarrollados”, destacó Bianchini.

“Hoy no debería tratarse ningún paciente que no lo necesite, tanto por una cuestión clínica como de economía por los gastos que ésto significa para los pacientes y para los sistemas de salud que podrían destinar esos recursos financieros a otras necesidades médicas”, finalizó.

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