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El consumo de carne vacuna se recupera y se acerca a los niveles de 2017

El consumo de carne muestra signos de recuperación, según datos publicados por la Bolsa de Comercio de Rosario. Se proyecta que el consumo per cápita de carnes bovina, aviar y porcina alcance los 115,2kg, que representa un aumento del 4,2% en comparación con el año anterior y se acercarían a niveles registrados en 2017
En comparación con los promedios de los últimos 5 y 10 años, se estima que cada individuo consumirá 4,0 kg y 3,4 kg más respectivamente en 2023. Esta tendencia indica un incremento en el consumo de carne a corto plazo.
Es importante tener en cuenta que, a pesar de la recuperación en el consumo, el poder adquisitivo de las remuneraciones en términos de carne aún se sitúa aproximadamente 10 kg por debajo del promedio de los últimos 10 años. Cabe destacar que este indicador proporciona una idea de poder de compra en relación con la carne, pero no considera la remuneración neta.

Argentina sigue siendo el mayor consumidor a nivel global

A pesar de que el consumo de carne vacuna per cápita se encuentra en niveles cercanos a mínimos históricos, Argentina sigue siendo el mayor consumidor de carne bovina a nivel mundial. Se estima que cada individuo consumirá alrededor de 53,1 kg de carne vacuna en 2023, superando a otros países destacados como Uruguay y Estados Unidos, donde el consumo per cápita sería de 43 kg y 37 kg respectivamente. Brasil, Israel, Chile y Australia les siguen en el ranking, con consumos de 35,3 kg, 27,2 kg, 26,3 kg y 25,6 kg respectivamente.

Cómo se compone la dieta cárnica de los argentinos

La composición de la dieta cárnica del habitante promedio sería: 46% de carne bovina, 39% de carne aviar y 15% de carne porcina. La proporción de carne bovina habría aumentado 2,3 puntos porcentuales respecto al 2022, alcanzando niveles cercanos a los de 2019. Una manera interesante de analizar el consumo de carnes a lo largo del tiempo es comparando el porcentaje que se consume de carne vacuna contra el de sus sustitutos, cerdo y pollo.

Un dato a tener en cuenta es que desde 2002 la carne vacuna fue perdiendo representatividad en la canasta de consumo, siendo reemplazada por las otras dos fuentes de proteína animal.

Poder adquisitivo y consumo

Otro indicador de interés para este análisis es ver la evolución de la capacidad adquisitiva de los salarios en términos de carne. Para esto, se utilizan promedios anuales de las remuneraciones brutas desestacionalizadas, informadas por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), y se dividen por la media anual del precio del kg de asado para el mismo período, relevado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).

De este modo, la remuneración bruta promedio del sector asalariado alcanzaría para comprar 163,5 kg de asado en el 2023. Este dato indica una recuperación respecto del piso relativo alcanzado en 2021, cuando el poder de compra de los sueldos era de 134 kg, y puede ser uno de los factores explicativos del incremento en el consumo cárnico que se viene experimentando este año.

Sin embargo, es importante mencionar que, a pesar de ser una recuperación en el corto plazo, el poder de compra de las remuneraciones en términos de carne todavía se encuentra casi 10 kg por debajo del promedio de los últimos 10 años.

Cabe también mencionar que este indicador sirve para tener una idea del poder de compra en términos de la carne, pero sobreestima el mismo, dado que se trata de remuneración bruta y no de remuneración neta. Además, sólo se está considerando al sector asalariado privado, quedando excluidos los monotributistas, trabajadores autónomos y asalariados del sector público, entre otros. Pese a esto, el indicador es útil e informativo para realizar comparaciones interanuales, dado que el criterio que se utiliza es constante.

Por qué se recuperó el consumo de carne vacuna

A modo de resumen, puede concluirse a partir de los datos analizados que el poder adquisitivo en términos de carne vacuna ha mejorado en los últimos dos años, tanto por su relación con los salarios como con los precios de otras carnes, por lo cual ha aumentado su participación relativa en el consumo. Sin embargo, si se aleja la lupa y se observa un período más largo, como puede ser el promedio de los últimos 10 años, se observa que el consumo de carne de vaca ha perdido terreno contra el de sus productos alternativos como resultado de un menor poder de compra de los salarios y de un abaratamiento relativo del pollo y el cerdo.

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