En los últimos meses el secuestro de cigarrillos de contrabando se volvió un hecho habitual para la fuerza de Gendarmería y para la Justicia Federal que debe llevar adelante este tipo de causas.
Fuentes oficiales admitieron que “Ha crecido de manera importante este tipo de delito que siempre existió, aunque con características de tráfico hormiga; ahora hablamos de cifras importantes, de maniobras de contrabando que aumentan en frecuencia y en volumen de carga”.
Los voceros consultados por este medio precisaron en 159.700 los atados de cigarrillos confiscados, de variadas marcas y precios.
Una estimación aproximada –que varía según la marca y el momento- arroja un valor de mercado de entre 35 y 40 millones de pesos si se considera tanto lo que se halló como carga en distintos vehículos interceptados, como lo encontrado presuntamente abandonado en zonas rurales, cercanas a la frontera con Chile.
se destacan al menos tres modalidades diferentes. La menos habitual es cuando los delincuentes dejan el cargamento abandonado, cercano a un paso no habilitado; se cree que allí quedan “enfriados” hasta que un cómplice pase a recogerlo o sencillamente el tráfico ilegal fracasó por motivos diversos, probablemente debidos a la vigilancia de Gendarmería.
Otra forma de hallazgo más marginal es de cigarrillos ocultos entre la carga general, que son descubiertos fortuitamente por agentes aduaneros o por gendarmes en controles de rutina.
La forma más común como se producen los secuestros de cigarrillos de contrabando es –como se dijo- la intercepción de vehículos en sectores cercanos a pasos fronterizos no habilitados, que desgraciadamente abundan a lo largo del límite con Chile.
“Normalmente se trata de dos camionetas o vehículos de carga, uno de ellos haciendo de apoyo para garantizar el éxito de la operación delictual”, explican.
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