El biólogo del CADIC, Adrián Schiavini, brindó una extensa entrevista en Radio Nacional Ushuaia sobre la introducción de burros protectores de ganado a la Estancia Viamonte, como prueba piloto para intentar menguar la problemática creciente de los perros asilvestrados que afectan considerablemente a las producciones ovinas de Tierra del Fuego.
Al respecto, comentó que “los burros se utilizan en la protección de ganado desde hace unos 50 años en Norteamérica, y fundamentalmente en Canadá y Estados Unidos, y son muy agresivos contra los cánidos y por lo tanto el manejo supone que se coloca un burro cada 200 o 300 ovejas preferentemente en un entorno abierto porque el burro es un animal que se defiende en términos generales con la vista y con el oído. El burro es originario del norte de África de un paisaje abierto por lo tanto en la vigilancia le va la supervivencia. Está acostumbrado a manejarse en espacios abiertos y son muy reactivos ante la presencia de depredadores, fundamentalmente cánidos, los atacan, los muerden y los golpean con sus manos y ha resultado exitoso en varios contextos”.
En este sentido, remarcó que “en Tierra del Fuego nunca se los probó como herramienta de protección de ganado y entiendo que es una prueba que está haciendo un privado para ver si realmente es efectivo en proteger al ganado y no producir otros problemas para la producción. Si me preguntas por impactos ambientales, esto no ha sido evaluado y es materia de futuros análisis, pero no sé qué organismo ha intervenido en aceptar la introducción de estos burros, pero como son animales domésticos, es equivalente a traer gallinas, vacas y ovejas. Es una especie nueva, pero no deja de ser doméstica que está normalmente contenida en un predio con control humano, por decirlo de alguna forma”.
“Imagino que traer siete burros es muy difícil porque tenemos que pasar una frontera internacional así que al menos en eso habrá intervenido SENASA porque sino Chile no te deja pasarlos. Entiendo que ha intervenido el área de ganadería de la provincia que tiene incumbencia en la cuestión ganadera, tratándose de animales domésticos utilizados normalmente en la ganadería. No perdamos de vista que el burro se está probando desde el 2016 con diferente intensidad en diferentes producciones de Argentina. Entonces no es algo que se le ocurrió a alguien hacer, sino que está siendo probado por organismos oficiales hace varios años. En el caso particular de Tierra del Fuego, seguramente ha intervenido el área de incumbencia de ganadería y SENASA”.
Sobre la falta de políticas públicas al sector productivo, en relación a la proliferación de los perros asilvestrados, indicó que “tampoco tenemos que perder de vista que esto es la respuesta de los productores privados a la necesidad de resolver la problemática de los perros asilvestrados que se ha llevado prácticamente a la producción ovina que se llevaba adelante en el ecotono. Hoy la producción ovina se limita al norte de Río Grande y en la zona del ecotono quedarán unos 10 productores que están todavía produciendo ovejas y que, en su desesperación por tratar de sostener esta producción a pesar de la influencia del perro asilvestrado, utilizan distintas herramientas. Hace 20 años se utilizaba trampeo y bala que son herramientas efectivas pero que demandan una altísima inversión en recursos humanos y tiempo. Recientemente se usaron cercos eléctricos con diferente grado de éxito y se usa alambrado perimetral para evitar que los perros ingresen a los predios como en el caso de establecimientos cercanos a Río Grande que es una fuente emisora de perros sueltos tremenda y más recientemente esto es cerca de 10 años atrás, se comenzaron a implementar el uso de perros protectores de ganado que son perros criados con ovejas por lo tanto viven con ellas y aprenden a defenderlas de ataques depredadores. Son disuasivos. Y también ahora se prueba el burro”.
El investigador del CADIC sostuvo que “son acciones que debe realizar el productor porque no encuentra otra alternativa para resolver este problema. El burro se ha usado en Canadá para proteger el ganado y allí tienen inviernos realmente muchos más hostiles que el nuestro con temperaturas de 30 o 40 grados bajo cero. La Estancia Viamonte está ubicada al lado del mar, por lo tanto, en términos relativos el clima es más benigno de las estancias que están ubicadas más adentro de la isla grande. El burro presenta algunas ventajas en relación al perro protector de ganado y la principal es que es un animal herbívoro entonces uno no tiene que darle alimento especial, salvo alguna suplementación en un invierno muy crudo donde tenes que llevarle alimento a los animales. Viven mucho más tiempo que un perro y puede trabajar más tiempo. Un perro protector puede trabajar activamente unos siete u ocho años, porque después se convierte en un perro de edad avanzada, y un burro, puede vivir hasta 40 años y va a trabajar entre 10 y 15 años. En términos de la dieta y de lo que puede sobrevivir, termina siendo menos costoso que un perro protector de ganado. La desventaja, por lo que se sabe, es que los burros protegen paisajes y grupos muchos más pequeños de ovejas mientras que un perro puede estar mirando lo que pasa en 2 mil hectáreas”.
En este sentido, precisó que otra desventaja que tienen los burros y hay que ver cómo se compartan aquí, “es que cuando en época de nacimiento de los corderos, los burros identifican al cordero como algo extraño y son cosas que hay que ir probando. Se los puede reorientar y se les coloca un burro por potrero porque si juntas varios burros en un potro, se juntan entre ellos y no les dan bola a las ovejas. Parecen cosas obvias, pero demandan una prueba a campo como la que está haciendo Viamonte y entiendo que Estancia La Fueguina tiene un par de burros para proteger ovejas así que son distintas herramientas que utiliza el productor para defenderse de este problema de los perros asilvestrados contra el cual la sociedad fueguina no le encuentra solución”.
Además, el biólogo fue consultado sobre la intervención que debería tener el Estado en esta prueba piloto, consideró que “deberían preguntárselo al ministerio de producción porque son los que tienen incumbencia, por un lado, de la producción ganadera que también tiene incumbencia ambiental. Es una pregunta que hay que hacérselas a las autoridades correspondientes. Yo descreo de quienes dicen que nunca hubo burros acá. Si uno tiene una mirada más moderna donde Argentina ha generado una estrategia nacional de especies exóticas invasoras que entre otras cosas dice que cuando vos queres introducir una especie exótica en algún lugar, tenés que realizar un mínimo análisis de riesgo. Hay que ver si en otro lugar se la introdujo y ver qué pasó con esa especie en ese lugar, si la especie se puede escapar, y si se transforma en invasora. Si es posible controlarla fácilmente una vez que se escapara del control humano, uno debería analizar cuánto me costaría controlar esa especie que se escapó versus los beneficios que me dan. Es un análisis económico y ambiental”.
Asimismo, se refirió a la violencia con la que atacan los grupos de perros asilvestrados al ganado, y la posibilidad de que también ataquen a los propios burros protectores, indicó que “los ejemplos que he visto con el uso del burro hacen que sea muy difícil para un perro emprender contra los burros porque en última instancia , el perro asilvestrado cuando ataca, la mayor parte de los ataques está realizando actividades que no tiene que ver con la depredación porque no es que van a matar para comer sino que tiene más que ver, en la mayor parte de las veces, con acciones que podríamos asimilar a juego y respuestas a estímulos. Los perros aprenden rápidamente a que esa cosa –el burro- que parece un caballo, no se ataca porque te lastiman y además es un animal que ha sido probado en muchos contextos, inclusive con lobos. Veo muy difícil que los perros emprendan la violencia contra los burros porque no son tontos”.
Finalmente, advirtió que “los perros asilvestrados están por todos lados; acá nomás, en el Valle de los Ñires, en el Valle del Tristen y si no los vemos es porque ellos nos ven antes y se esconden, simplemente por eso. Es muy triste ver cómo esto se está llevando puesto la producción ovina. En la gastronomía de Tierra del Fuego deben estar usando hoy en día 20 mil corderos al año. Si seguimos así va a llegar un día que tengamos que servirles a los turistas corderos de Santa Cruz o Chubut. El cordero fueguino tiene un sabor distintivo y forma parte de la cultura fueguina y del imaginario turístico. Estamos perdiendo mucho más que una producción. En mi humilde opinión, hay un factor clave en esto de no tener en cuenta lo que pasa más allá de los límites de la ciudad”.
A modo de reflexión, expresó que “la población de Tierra del Fuego básicamente son las tres ciudades, y por fuera de ellas, viven alrededor de tres mil o cuatro mil personas, desparramadas en los establecimientos rurales. En lo que incide la gente hoy en día en las políticas públicas desde el ámbito rural, es prácticamente nulo. Se ha perdido esa injerencia que tenía el sector rural en manejar políticas públicas debido al gran crecimiento urbano que han tenido las ciudades de la provincia entonces todo se decide de acuerdo a cómo se imagina y el hábito rural pasa a ser para los habitantes de las ciudades un lugar donde vamos los fines de semana a comer un asadito cuando se podía. Todo pasa a ser un patio del fondo donde a veces salgo a tomar sol. Somos ignorantes e inconscientes de todos los fenómenos biológicos que suceden ahí que afectan a lo que vemos”.
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