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Niños y adolescentes víctimas de abuso sexual: “es difícil detectar un ilícito en el cual la víctima no sabe que lo es”

El Dr. Horacio Luis Artieda, médico pediatra forense, dialogó con Radio Nacional Ushuaia en el marco de su participación en Legislatura en la discusión por el proyecto de ley de protección integral a niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual.

Al respecto, comentó que “mi lugar en ese debate trataba de dar por lo menos, mi intención del aporte, fue sobre mi recorrido como pediatra. Tengo 25 años acá y ejercí bastante tiempo la jefatura del departamento infantil y mi visión más que forense fue el recorrido como pediatra que es mucho más largo y en realidad el contacto con los niños es el lugar que por ahí está más difícil de reconocer el problema, menos pautado y menos clara la reacción que tiene que tener el profesional o el maestro que contacta con casos como estos”.

En este sentido, aclaró que “no estuve en tanto en la cuestión técnica como la autoridad de aplicación o temas que son más bien operativas de la ley en el deslinde de responsabilidades, pero me parece importante avanzar sobre el reconocimiento de derechos e ir cambiando el paradigma con la cual las leyes se construyen y los derechos alcanzan a personas que en este caso son vulnerables por su edad y que casi la regla es que no tengan cabal o no de lo que está pasando. Eso desafía a todos”.

Para el Dr. Artieda, “la ley va tratando de cambiar la mirada con la que se tratan estas cuestiones en todos los niveles, pero hay un largo camino por recorrer en ese punto. Un gran avance ha sido en este sentido los últimos años la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) que homogeneizó un poco y permitió acceder a los chicos de que sepan los que les pasa o que tengan más herramientas para reconocerlo. Después desde ahí, que es el primer paso la conciencia de la víctima que es difícil en los niños, hay un edificio grande que construir. Siempre es muy bueno que se reconozcan derechos y miradas distintas. Legislativamente, no hace mucho, el niño era considerado casi una propiedad de la familia. El trabajo de ir reconociendo derechos, no se ve con claridad en una transformación de un día para el otro, pero si va a siendo muy importante para ir moldeando la forma en la que se van a comportar la sociedad”.

Consultado sobre su experiencia personal si son situaciones difíciles de detectar y también de comprobar, indicó que “es todo complicado y por eso las estadísticas son inciertas. En primer lugar, es difícil detectar un ilícito en el cual la víctima no sabe que lo es. Y en gran parte de los casos es así. El niño siente que algo no está bien, y que hay situaciones que no está bien lo que le está pasando, pero no sabe qué es lo exactamente lo que está mal y no puede percibirlo con la totalidad de impacto que está teniendo en él, entonces el primer elemento que es la conciencia de lo que le pasa, es difícil. Son delitos que por regla ocurren dentro de un ámbito privado con secretos y no son fáciles de acceder para alguien externo que dé cuenta de ese tipo de cosas”.

Asimismo, remarcó que “son ejercicios por personas que tienen un ascendiente de poder o moral sobre la víctima y mucha posibilidad de lograr que lo que está ocurriendo quede ahí y no salga de ahí. Las pruebas físicas son muy fugaces para que uno pueda descansar en ese punto. Las pruebas más categóricas que son los testimonios, empezando por el de las víctimas, también tiene un recorrido desde que se creía siempre que los chicos mienten hasta lo más moderno que también se reconoce legislativamente. Efectivamente, el elemento más fuerte de prueba, todavía tiene objeciones de validación y una serie de debilidades que hay que seguir apoyando”.

En relación a la Ley Lucio y, por otro lado, el proyecto de protección para niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, sostuvo que “son centrales. Esto es una apreciación personal, pero el emergente que estamos viendo de este tipo de situaciones en gran parte se debe a que la ESI, por ejemplo, da a los chicos un piso de conciencia, información, para reconocer lo que les pasa. El siguiente paso es que todas las personas que tienen cotidiano contacto con niños, tengan elementos de capacitación para reconocerlas, sospecharlas y darse cuenta que un niño la está pasando mal. Esa primera banderita amarilla hace que uno afine más el foco y se le escapen menos víctimas de este tipo”.

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