El doctor en biología e investigador del CADIC, Adrián Schiavini, dialogó con Radio Provincia donde se refirió a la preocupación que existe en Tierra del Fuego por la escasez de centolla que los pescadores recogen en el Canal Beagle.
Al respecto, comentó que “no hay que perder de vista que en la década del 80 los desembarques en toneladas de centolla que es la manera en la que se puede medir cómo evoluciona la pesquería estaba en el orden de tres veces a hoy en día; se pescaba tres veces más que en la actualidad, pero hay señales alarmantes ya que en relación al año 1994 cuando se impone la veda, bajó la talla de los animales que se capturan”.
En este sentido, indicó que “cuando vos cosechas mucho la señal que más emerge es la de que el tamaño de los individuos empieza a ser menor porque vos sacas los animales más grandes porque obviamente rinden más carne. También bajó el porcentaje de hembras que llevan huevos y que reproducen. La sobrepesca tiene varias implicancias, entre ellas, que los individuos que tienen que tener centollitas, se encuentren menos. Todo esto pasó en nuestros ojos durante los últimos 40 años sin perder de vista que el corazón de la pesca de centolla se da en un callejón de agua de unos 150 kilómetros del límite con Chile que es donde se pueden desempeñar sin poner en riesgo a las embarcaciones”.
El investigador del CONICET precisó que “es un espacio limitado donde le hemos dado masa durante muchos años y cada vez presionamos a la población de una manera que se lleva lentamente a que cada vez haya menos individuos y en el medio de esta situación aparece la posibilidad de que la centolla se venda en lugares alejados de Tierra del Fuego entonces hoy en día se da la paradoja de que un producto genuino de la gastronomía fueguina tiene un precio que va a estar dictado por cuánto estás dispuesto a pagar en un restaurante de Buenos Aires o el comprador de Estados Unidos en el caso de que haya exportaciones. Si eso se materializa, la centolla en Tierra del Fuego pasará a ser un plato re contra gourmet que tendrá que tener un precio tal que los restaurantes puedan equiparar o aumentar el valor en el que se vendo. Esto condena a la gastronomía fueguina a retirar la centolla de los platos o darte un canapé de centolla para que sientas el sabor, pero el producto se termina vendiendo en otro lado. Cada vez hay menos centolla y vale cada vez. El precio comienza a deformarse y empieza ser inabordable para un restaurante y solo lo puedan pagar turistas de alto poder adquisitivo. Si no hay intervención, va a quedar reservada para aquellos que puedan pagar 20 mil pesos un plato. El precio está entre 20 y 25 mil pesos el kilo de centolla. El futuro es que la centolla sea algo exclusivo para los bolsillos más abultados”.
Schiavini remarcó “hay una talla mínima que los pescadores deben respetar y debajo de esa talla se tienen que devolver los individuos al agua, inclusive las hembras. Es muy importante que se cumplan las regulaciones y que se verifique. Todo esto es muy difícil de lograr en un contexto del recurso decreciendo cuando cada vez hay menos y los costos fijos de sostener “la actividad pesquera son altísimos. La pesca es muy dura y más en esta zona”.
Recordó que “oportunamente se estableció una veda que permitió recuperar un poco la producción de centollas. Esto es similar lo que pasó con las salmoneras; en el ilusorio de los gestores políticos, dicen, cómo Chile pesca centolla y salmón a lo perro y nosotros no; nosotros tenemos 150 kilómetros de canal, compartido con Chile, y punto. Vos podés ir a pescar a Bahía Aguirre y a la costa atlántica, pero sabemos que en aguas abiertas es terriblemente mucho peor para pescar”.
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