Para quienes nacimos en el norte de Tierra del Fuego, sabemos que existen diversos protagonistas que pueden contarnos a la perfección la historia de nuestra querida Río Grande.
Y dentro de la extensa y rica historia de Río Grande, también tenemos a los vecinos que siguen dejando una huella imborrable.
Con Minuto Fueguino nos trasladamos al parque industrial para visitar el taller del querido Osvaldo Olgiatti, el responsable creador de las esculturas más simbólicas que hoy encontramos en las calles de Río Grande. Los Soldados de Malvinas, la querida Trucha, el Monumento del indio Cauchicol, la escultura de la Biblia como así también los animales de la Plaza ubicada en la calle Viedma del barrio Mutual, entre otras obras que son históricas.
Según nos comentó, en el año 1994, Osvaldo era un empleado Municipal de Río Grande que se desempañaba como administrativo en el área de Transporte, pero a su vez en él existía un gran amor por el arte y las esculturas. Por eso, fue reubicado en el área de Cultura y desde ese entonces, fue el creador y propulsor de varias esculturas que se encuentran ubicadas en los distintos sectores de la ciudad.
Ya disfrutando de su jubilación, Osvaldo fue convocado este año por el intendente Martín Perez para la reparación y colocación de los soldados en la Av. Santa Fe, en la nueva Plaza Cívica.
“En el año 1994 comencé con mi primera escultura en la ciudad de Río Grande y fue el indio Cauchicol que está sobre la Av. San Martin frente a la estación de servicio Axion. Fue solicitada por la Asociación Gaucha Cauchicol y fue la primera que se emplazó porque previamente yo ya estaba haciendo uno de los tres soldados que están en el Monumento de los Héroes de Malvinas. El soldado que sostiene nuestra bandera, era el primero que estaba haciendo previo al gaucho que ese si fue el primero en ser emplazado”.
Además, destacó que “la trucha es un ícono de la ciudad. Los muchachos de Obras Sanitarias habían hecho una carroza de una trucha y yo la hice más grande. Fuimos a buscar piedras al Paso Garibaldi que son la base que están abajo. Pidieron autorización para traer piedras y ahí comenzó la obra. La trucha me llevó dos meses poder hacerla. Primero se hace la estructura con hierro y le pongo metal y arriba le hago el revoque con herramientas que fabrico yo. Es todo artesanal. La biblia también la hice yo. Fue una solicitud de todas las iglesias. Pidieron el monumento y la biblia adentro tiene dos párrafos”.
Osvaldo recordó que comenzó “con el taller atrás de la Casa de la Cultura, en el patio municipal. Ahí comencé hasta que me fui al parque industrial en un espacio más amplio. El Monumento del Bombero Voluntario se hizo cuando cumplió 10 años el cuartel. El compañero Campos vino con la inquietud, pedimos la autorización para hacerlo y cuando tuvimos el ok me trajo una capa de bombero, la colgué en el taller y ahí lo hicimos. La Plaza de los Onas se hizo para el Día Internacional de la Familia. La secretaria de ese momento era la Sra. Ana Lazo y me preguntó que podíamos hacer y yo sugerí hacer una familia Ona. El escudo del Club O’Higgins también lo hice yo. Ellos querían el escudo en la pared y lo hice yo. El escudo de la Policía Federal también”.
Osvaldo se describe como “un aficionado de la escultura. Soy autodidacta total y yo vivía en Entre Ríos haciendo animales. Era muy fanático de los animales porque me encantan. Empecé a hacer algunos similares a los que tenemos en la Plaza de los Animales que los hice yo, pero nunca hice una figura humana que es muy difícil por las proporciones. Yo tenía que hacerlo a ojo porque yo no tenía las medidas cuando estudias. Hace más de 30 años que hago estas esculturas. Cuando hacía los trabajos, lo hacía por la pasión que tenía por las esculturas, pero jamás me imaginé a dónde podía llegar. Me regalaron una revista de Italia donde publicaron nuestra trucha gracias a un pescador que vino a Río Grande y se sacó una foto. Llegaron a un recorrido que yo no me imaginaba nunca”.
Con mucha emoción, expresó que “hoy cuando paso con mis nietos, les muestro las esculturas y yo jamás soñaba con eso. No sabía ni siquiera si iba a tener nietos y hoy tengo la suerte de tener cuatro y ellos disfrutan de decir que estas esculturas fueron hechas por su abuelo. Cuando hice el soldado de Malvinas me iba midiendo los brazos yo para poder realizarlo. Era una especie de propio modelo”, bromeó. “Es un monumento que representa un sentimiento muy grande. El monumento de los caídos era una responsabilidad mucho mayor. Pudimos repararlo después de 28 años. Los reparé completos y ahora se volvieron a colocar. También hice el cristo del cementerio y terminé a las tres de la mañana porque como trabajo en cemento, no se puede dejar de un día para el otro. Las partes que comienzo las tengo que terminar”.
A pesar de las diversas emociones que le generan las esculturas que ya concretó, Osvaldo lamentó que “en el estado en el que llegaron los animales de la plaza acá al taller; uno no puede creerlo. Si bien ya están reparados, es una pena cómo algunas personas dañan las esculturas. El tigre tenía unos agujeros que no los podés hacer con la mano, le tenes que pegar con piedras muy grandes y lo tiene que hacer una persona grande. A la jirafa le faltaba la oreja y la cola que tiene un hierro impresionante adentro y lograron quebrarla y sacarla. Hoy le di otra forma y no las dejé en el aire a las colas de los animales para que vayan agarrada a la pierna para que cueste romperlo”.
“A mí siempre me dicen que publique las cosas para que me haga más conocido, pero yo estoy feliz en mi taller”.
Finalmente destacó que el intendente Martín Perez, “como yo siempre digo, tuvo la grandeza de venir a buscar a la persona que hizo los soldados porque yo ya no estoy más en el Municipio y sin embargo me convocaron para repararlos. También me convocó para que repare todos los animales de la plaza y en una conversación que tuvimos, surgieron otras ideas que no quiero adelantarlo mucho porque puede ser una linda sorpresa”.
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