Minuto Fueguino se acercó a Puente Justicia para charlar y conocer aún más la vida de Flavio Noal, el reconocido cuidador voluntario que se instaló, en soledad, hace diez años en el destacamento que en ese entonces se encontraba abandonado.
Según pudo relatar el hombre de 62 años, “llegué a Tierra del Fuego en el año 1983 con la mochila, a pata después de andar por varias estancias trabajando y haciendo aventuras porque anduve por Península Mitre haciendo supervivencia; me volví en 1991 hacia zona norte y me recorrí todo el país con la mochila y en el 2013 volví a la isla, cansado de andar por todos lados”.
En este sentido, expresó que su idea “en un principio era acampar unos días en Puente Justicia y después seguir porque estaba dando vueltas, pero encontré una situación sospechosa porque había gente de noche que se venía y se acumulaba en ese entonces cuando el destacamento era una tapera. Pocos días después cayó Policía, Gendarmería y personal de Gobierno, entre ellos, el Ministro de Seguridad y me dice que iban a reconstruir el destacamento, me agradeció la tarea y me dijo que me quede. Me acobaché acá en el Destacamento y después de la reconstrucción, me hice cargo del contenedor.”
Consultado hasta cuándo pensaba quedarse en el puesto, Flavio no dudó y aseguró que “yo me voy a seguir quedando acá para siempre; a mí no me mueve nadie de acá, salvo que me digan que me vaya. Estoy hace 10 años cuidando a la gente. No me nace estar en el pueblo. Yo estoy atento a todas las situaciones, a que no violen la ley y ayudar a la gente que necesite algo. Yo no le pido nada a nadie; lo hago porque es mi forma de ser. Fui scout toda mi vida y es mi obligación servirle a la comunidad”.
“Cuando llegan las fiestas, hago lo mismo que todos los años. Vigilo que no anden haciendo desastres. La gente es muy dañina y muy sucia. Está minado de la mugre que dejó toda la gente que vino. Lamentablemente, por más que haya gente casando perros, hay perros salvajes y aparecen de la nada. Por seguridad, no hay que meterse demasiado en el monte y dejar a los niños que anden solos. Hay muy pocos que se animan a cuidar este lugar en medio de la nada.”
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