Ante la consulta de cuál fue la parte más difícil del viaje, indicó que fueron los cinco minutos antes de salir de casa: "Porque vos salís y no sabés cuándo vas a volver, ese momento en el que me despedí de mi viejo, de mis hermanas, de mi sobrina, de mis perros. Estaba armando el auto y decís «qué estoy haciendo», metía cosas en el baúl y no sabía qué estaba metiendo".
"Y voy preparado, voy con repuestos, con herramientas, pero no voy pensando que me va a pasar algo", expresó Héctor y contó que ya cambió cinco juegos de cubiertas, nunca llamó a la grúa, siempre pudo resolver los problemas en el camino.
Entre algunos de los inconvenientes que atravesó destacó lo que le pasó en Alaska: "Me agarró nieve y hielo, di dos trompos sobre el hielo, por suerte no venía nadie ni atrás ni en frente mío, y me fui afuera de la ruta. El primer auto que pasó ya me empezó a ayudar, después llegaron camiones, cortaron la ruta, la gente se bajó y con pala sacamos la nieve debajo del auto y empujándolo salió".Sobre el financiamiento de esta hazaña, el cartógrafo contó que emprendió viaje con unos ahorros que no llegaban a 4.000 dólares. "Si no tenía plata me iba igual, yo ya había tomado la decisión de irme como sea", dijo. Antes de salir de Argentina comenzó a hacer remeras que tenían el diseño de su viaje, las empezó a vender por internet y también hizo algunas en Brasil que iba vendiendo en su viaje. "Eso no lograba financiarme, entonces mi papá que ya está jubilado decidió ayudarme, «me voy a los eventos de autos en Argentina, te vendo y ahí te voy ayudando con algo»", manifestó.
Conoció a Diego Maradona: "Fue como ver a Moisés mientras se le abrían las aguas del Mar Rojo
Cuando Héctor Argiró inició el viaje, en Qatar ya se trabajaba para armar la sede del Mundial de 2022. “Incluso había imaginado estar en Qatar para la Copa del Mundo y tener ahí la chance de encontrarlo. Por entonces seguía viviendo en Dubái. Y además de estar cerca, no se iba a perder el Mundial. Pero todo cambió”.
En efecto, el destino puso el camino de Héctor y su auto en la misma dirección que Diego Maradona estaba en Sinaloa, como técnico de Dorados de Culiacán. El tucumano es hincha de Boca. Nacido a fines de los 70, integra una generación que vivió las hazañas futboleras del Diez. Frente a eso, haber estado cara a cara con el mejor jugador de todos los tiempos no fue un hecho más en medio de esta aventura. “Me fui al estadio, donde estaban entrenando, sin tener seguridad alguna de que lo pudiera ver. Pero el Torino fue un llamador. Nos vio un asistente de Diego, también argentino, y se interesó. «Vino desde Argentina a verte», le avisó. En ese momento caminó hacia nosotros lento, rengo porque arrastraba el problema en la rodilla, y para mí fue como ver a Moisés mientras se le abrían las aguas del Mar Rojo. Lo abracé, y por suerte unos amigos llevaron cámaras porque yo estaba en trance. Fue un sueño dentro de un sueño”.
Ahora Héctor se encuentra en Chicago, Estados Unidos y tiene planeado seguir viajando hasta a México, y ahí tratar de reparar el vehículo por el daño que le hizo a la carrocería la sal que le ponen al asfalto en invierno. "Después, si están dadas las condiciones, si puedo juntar los recursos, tratar de mandar el auto a Europa en un barco y yo seguir viajando por allá", dio a conocer el joven.
Aquellos que quieran estar al tanto del viaje de Héctor lo pueden seguir en sus redes sociales, "El Mundo en Torino" en Facebook, Instagram y YouTube.
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