Desde la CTA Autónoma sostienen que los trabajadores y trabajadoras no deben ser la variable de ajuste una vez más y que existen diferentes mecanismos aptos para el pago del medio aguinaldo en tiempo y forma.

En primer lugar, no todas las empresas están en la misma situación y con el mismo respaldo para cumplir con la ley. Las empresas con una dotación mayor a 200 trabajadores y trabajadoras son las que mejor vienen llevando las restricciones de la pandemia y, muchas de ellas, obtuvieron y acumularon ganancias durante los últimos años que les permite soportar mejor la presente situación. Algunas de ellas recibieron ayuda estatal y otras la rechazaron.

Las empresas con menos de 200 trabajadores y trabajadoras se encuentran en una situación más vulnerable y por esa razón deben ser ayudadas con mayor premura. No obstante, la mayoría de ellas obtuvieron la ayuda del Estado. Sintéticamente: recibieron ATP por un monto de hasta $33.750 por trabajador/trabajadora y fueron eximidas de abonar hasta el 95% de los aportes patronales. Además, se acogieron a la reducción del 25% de los salarios de sus trabajadores y trabajadoras, tras el acuerdo inconsulto entre la CGT y la UIA con presencia del Gobierno nacional.  

Ante este cuadro de situación, la CTA Autónoma propone dos herramientas para garantizar el pago del medio aguinaldo a todos los trabajadores y trabajadoras de nuestro país que pueden ser utilizadas en forma separada o conjunta:

* Exigir a los bancos el depósito en las cuentas sueldos de los trabajadores y trabajadoras de un monto equivalente al medio aguinaldo respectivo como un préstamo a tasa cero que las empresas puedan devolver en cuotas al finalizar la pandemia

* Ampliar la Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP) equivalente al monto de dichos aguinaldos para las empresas de hasta 200 trabajadores y trabajadoras que la soliciten.

Ambas medidas están dirigidas a que se cumpla la ley que obliga a los empleadores a abonar el medio aguinaldo y a que los trabajadores y trabajadoras podamos afrontar los pagos de alimentos, medicamentos, artículos de higiene personal, transporte, gastos de salud y educación, alquiler y expensas, de impuestos, tasas y servicios, etc.

Es decir, ningún lujo. Sólo lo necesario para vivir en un contexto donde, además, la inflación continúa degradando en forma corrosiva el poder adquisitivo de nuestros salarios.

No olvidamos que el pago del aguinaldo se logró luego de décadas de reclamos, se instauró por medio del decreto 33.302, firmado por el general Juan Domingo Perón el 20 de diciembre de 1945 y se pagó efectivamente luego de un lock out patronal de tres días en todo el país (del 14 al 16 de enero de 1946), que fue derrotado por la movilización de los trabajadores y trabajadoras y la firmeza del gobierno ante el chantaje empresario.  

El aguinaldo no fue un regalo. Fue fruto de muchos años de lucha, de la capacidad de lucha de la clase trabajadora y de la supremacía de políticas públicas a favor de las mayorías. La pandemia no debe ser una excusa para incumplir la ley y profundizar los niveles de pobreza.