La evolución del delito cibernético adoptó una faceta inédita, empleando astutamente el prestigio de Netflix como señuelo para perpetrar un engaño que dejó despojada de sus recursos a una mujer indefensa.
Sin embargo, como se subrayó anteriormente, este contratiempo no constituyó la única adversidad que la señora debió enfrentar. Puesto que los estafadores, además, gestionaron un préstamo a nombre de la mujer por la cantidad de $216.000, cuya devolución deberá afrontar en 60 cuotas uniformes y consecutivas de $27.000 mensuales.
La persona afectada, que formalizó su denuncia ante la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) 5 de La Plata, tiene previsto gestionar en los días venideros una medida cautelar. Con el objetivo de evitar que la entidad bancaria le imponga el cobro del préstamo, caracterizado por una tasa final que excede el 400 por ciento.
Para llevar a cabo este procedimiento, la afectada ya ha contratado los servicios de un abogado particular con experiencia en situaciones de esta índole. El acto fraudulento, efectuado en la ciudad de La Plata, culminó con una cuenta vaciada y un préstamo bancario que, según la víctima, jamás solicitó. Un incidente que subraya la relevancia de comprender la importancia de la prevención en situaciones similares, y las medidas claves para evitar caer en este tipo de engaños. La táctica, de fácil ejecución, pero hábilmente planeada por los estafadores, inicia con el contacto directo hacia la víctima. Donde le presentan una oferta tentadora y solicitan amablemente su dirección de correo electrónico, a la cual envían un formulario redactado en inglés. Debido a la dificultad para entender el mensaje, las personas afectadas optan por comunicarse a través de una aplicación, momento en el cual caen en la trampa. Para esa altura, los estafadores ya han logrado obtener acceso a toda la información de teléfonos y cuentas bancarias, dando inicio al vaciamiento de las cuentas de aquellos que han sido engañados. En la presente situación, la jubilada sufrió la liquidación de los fondos de su cuenta en Mercado Pago, además de la sustracción de una cuantiosa suma de dinero de la entidad bancaria con la que mantiene operaciones, incluyendo un intento infructuoso de obtener un préstamo. Ella, sin prever que la aparente oferta de la "N" roja en su bandeja de entrada encerrara un potencial perjuicio, optó por depositar su confianza y los estafadores, hábiles en su proceder, ejecutaron con maestría su destreza característica, provocándole así un pesar inesperado.
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