
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) emitió una advertencia sobre la evolución de una anomalía magnética en el hemisferio sur, cuya zona de influencia abarca parte del territorio argentino. Se trata de la denominada Anomalía del Atlántico Sur (AMAS), un fenómeno que debilita la intensidad del campo magnético terrestre y que ha generado preocupación por sus posibles efectos en sistemas tecnológicos y misiones espaciales.
Aunque la AMAS fue detectada por primera vez en 1958, cobró nuevo protagonismo en los últimos años, especialmente desde 2020, cuando los satélites registraron una división de la región afectada en dos núcleos diferenciados. Este cambio llamó la atención de la comunidad científica y encendió las alarmas en agencias como la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), que intensificaron el monitoreo a través de misiones como ICON y Swarm.
La anomalía se localiza entre América del Sur y África, y presenta una disminución del 30% en la intensidad del campo magnético. Si bien no implica un riesgo inmediato para la salud humana, sí afecta de manera directa a satélites, telescopios espaciales y equipos electrónicos que orbitan la Tierra, los cuales pueden experimentar interferencias, fallos temporales e incluso daños permanentes al atravesar esta región.
Los científicos explican que este debilitamiento se debe a movimientos irregulares de metales líquidos en el núcleo externo del planeta. Esto reduce la protección natural que ofrece el campo magnético contra partículas solares de alta energía, facilitando su ingreso a niveles más bajos de la atmósfera.
La NASA subrayó la importancia de una vigilancia constante sobre el comportamiento de la AMAS, ya que su evolución podría comprometer misiones espaciales, sistemas de navegación y telecomunicaciones. La Argentina, por su ubicación geográfica, se encuentra dentro del área de mayor debilidad magnética, lo que justifica una especial atención por parte de los organismos científicos y tecnológicos del país.
Por ahora, los especialistas aseguran que el fenómeno no representa una amenaza directa para la población, pero su impacto en el desarrollo tecnológico y en la operación de satélites continúa siendo motivo de estudio intensivo.
Compartinos tu opinión