Este miércoles, la Chacra Carmela, administrada por Silvia Velásquez y su esposo Roger, fue devastada por un incendio que acabó con años de trabajo en Río Grande. En diálogo con Minuto Fueguino, Silvia compartió detalles conmovedores de la tragedia y el impacto que ha tenido en su vida y la de su familia.

"Perdimos todo en un siniestro. Las primeras pericias indicaban que fue un problema eléctrico, pero al revisar las cámaras más tarde, vimos que comenzó en la sala de maternidad, cuando una cerda tiró una lámpara infrarroja", explicó Velásquez. "El fuego se propagó rápidamente hacia el galpón grande. En total, perdimos alrededor de 80 animales: lechones, cerdas madres, padrillos y unas cachorras productoras".

Silvia también describió el dolor de ver cómo todo su esfuerzo desaparecía en cuestión de horas. "Es muy difícil aceptar que trabajamos tanto, con tanto esfuerzo, y en un abrir y cerrar de ojos, nos quedamos sin nada. Muchos animales eran parte de un programa de mejora genética, alimentados con balanceado especial que traíamos del norte. Todo eso, un gran esfuerzo económico, también se fue."

El incendio no solo afectó a su producción porcina. La chacra también sufrió otro golpe cuando, semanas antes, una jauría de perros salvajes atacó su producción ovina. "Nos mataron todas nuestras ovejas preñadas, los carneros y después se llevaron nuestras aves. Perdimos gallinas, patos, gansos y pavos. Todo en menos de un mes. Fue un golpe tras otro", comentó Velásquez.

Al hablar de su esposo Roger, Silvia mencionó el profundo impacto emocional que ha tenido en él. "Roger estaba más triste que nunca. Hoy lo vi desanimado, pero siempre hemos sido personas de mucho trabajo. Con la ayuda de los amigos, la familia y toda la gente que nos apoya, creo que vamos a poder levantarnos de nuevo", afirmó con esperanza. "Roger es un hombre trabajador, con mucha garra. Si tenemos ayuda, empezaremos de nuevo, aunque sea con menos animales".

La chacra lleva el nombre de la madre de Silvia, Carmela, una mujer que llegó a Río Grande en los años 50 y dedicó su vida al trabajo duro. "Mi madre nos enseñó a ser honestos y a trabajar con el sudor de nuestra frente. A veces no entendemos por qué suceden estas cosas, pero solo nos queda seguir adelante", concluyó Silvia.