Este 20 de abril, los cristianos celebran el Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de Resurrección, una de las fechas más importantes del calendario litúrgico. Marca el fin de la Semana Santa y conmemora la resurrección de Jesucristo, simbolizando el triunfo de la vida sobre la muerte, el renacimiento espiritual y la esperanza para la humanidad.

En todas las comunidades cristianas del mundo, esta jornada se vive con misas especiales, encuentros familiares y diversas expresiones culturales y religiosas, donde se destaca una costumbre muy arraigada: la entrega de huevos de Pascua.

El huevo de Pascua: un símbolo antiguo con un sabor moderno

La tradición de los huevos en Pascua tiene raíces precristianas: en muchas culturas antiguas, el huevo representaba la fertilidad y el renacimiento. Con el tiempo, fue adoptado por el cristianismo como símbolo de la vida nueva que trae la resurrección de Cristo.

En la actualidad, esa simbología se mantiene viva a través de los huevos de chocolate, que se regalan especialmente a niñas y niños como parte de la celebración. Muchos contienen sorpresas en su interior y son elaborados de forma artesanal o industrial, convirtiéndose también en un momento de encuentro familiar y disfrute.

Una tradición que se reinventa

Cada año, panaderías, confiterías y emprendedores de todo el país renuevan la oferta de huevos de Pascua, sumando diseños creativos, figuras temáticas y opciones sin azúcar o aptas para personas con celiaquía. También muchas familias optan por elaborarlos en casa, lo que se ha convertido en una actividad compartida durante la Semana Santa.

En templos y parroquias, el Domingo de Pascua es una fecha de misa solemne, cantos, procesiones y bendiciones, donde se renueva el mensaje central del cristianismo: la esperanza, la fe y la vida que renace.

Este domingo, el mensaje es doble: celebrar la resurrección y compartir un gesto de amor a través de la tradición del huevo de Pascua, símbolo que trasciende generaciones y une lo espiritual con lo cotidiano.