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Judiciales

Culpable o inocente: juicios por jurado, una modalidad que crece

Viernes 13 de diciembre, titula La Manaña de Neuquén: “Chacal abusó de sus cinco hijas y fue condenado por un jurado popular”. Lunes 16 de diciembre, titula Infobae: “El policía Luis Chocobar pidió ser juzgado por un jurado popular”. Jueves 19 de diciembre, titula Infocielo: “Condenan en juicio por jurados a un trabajador rural de 47 años por abusar de nena de 13”. En materia judicial, algo comienza a tomar más impulso y despierta interés en la gente: los juicios por jurado.

La implementación de esta modalidad que hoy despierta curiosidad –y, en algunos casos, hasta inquietud– en buena parte de la opinión pública es, en realidad, la aplicación efectiva de algo que ya planteaba la Constitución Nacional de 1853. En Mendoza, en 2018, se sancionó la ley que logró que este tipo de juicios tengan lugar bajo la premisa de conseguir una mayor participación ciudadana en el más cuestionado de los poderes del Estado. Al día de hoy son ocho las provincias que aprobaron esta variante en sus estatutos.

 

“Se trata de poner en vigencia algo que formó parte del gran proyecto de país que tuvieron los hombres de la Revolución de Mayo. Lo que nosotros estamos haciendo ahora es concretar algo que, lamentablemente, lleva 200 años de demora”, dice José Virgilio Valerio, juez de la Nación e integrante de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. Valerio, de 65 años, es uno de los principales impulsores de la aplicación de la ley desde los tiempos en que daba sus primeros pasos dentro del universo judicial y sostiene que esto, además de lograr mayor participación ciudadana, refuerza el concepto de república federal en el país: “está basado en la concepción de la soberanía popular, no se puede pensar en una república sin trabajar con una base como la que se aprobó”.

 

En la provincia cuyana, la variante judicial cuenta con algunas particularidades: en la previa al debate, se realizará una audiencia en la que se sortearán 48 ciudadanos para que, finalmente, quede conformado un jurado por 12 miembros titulares y 4 suplentes y sólo se llegará a establecer una condena en caso de alcanzar unanimidad en el veredicto. También, cuenta con la característica de ser “puro” porque el jurado no puede estar conformado por jueces, abogados, funcionarios públicos ni integrantes de fuerzas de seguridad, entre otros.

Una vez sancionada la legislación, cuatro meses previos a la primera experiencia que se llevó adelante, el poder judicial mendocino se sometió a un desafío maratónico que incluyó una notificación a todo el padrón electoral, una selección preliminar de 6021 ciudadanos y, finalmente, una evaluación pormenorizada –entre verificaciones de domicilio y exenciones legales– para llegar al número final.

 

Gabriel Longhin, funcionario del fuero penal colegiado de Mendoza, cree que la gran ventaja que ofrece el hecho de que todo el jurado coincida en la toma de una decisión, sin tener la posibilidad de conocerse previamente, es que garantiza que la determinación final sea la correcta: “Aquí no se sentencia por lo que dice la mayoría, y eso es positivo, porque no se toma una decisión por un resultado de 10 a 2, siendo que esos 2 puede que hubieran valorado una prueba fundamental que los otros no”.

Definiciones, resoluciones y dictámenes

Sentenciar la suerte penal de una persona no es algo fácil ni sencillo: son varios los profesionales que cuentan que, pese a los simulacros que se llevaron a cabo en la previa a esta implementación, nada es igual al momento de la vida real en la que se establece una condena. “Los cambios no sólo fueron para los abogados, sino para todo el poder judicial. Tuvimos que refuncionalizar varios aspectos técnicos y logísticos, como el hecho de contratar servicio médico, seguridad adicional para trasladar al jurado y hasta hablar con periodistas para explicarles que, si bien las audiencias siguen siendo públicas, ahora son transmitidas por YouTube”, comenta Longhin.

 

Otro factor que se abordó para concientizar a la población fue tratar el tema en las escuelas secundarias. El abogado y secretario de la Cámara Federal de Casación Penal, el Doctor Matías Piña, trabaja desde hace algún tiempo con alumnos de colegios secundarios con el fin de concientizar sobre juicios por jurado y que los jóvenes cuenten con la preparación previa necesaria para el momento en que les toque participar de uno.

“Cuando a los chicos les preguntamos si creen que una persona que no haya estudiado abogacía puede resolver una causa, ellos nos dicen que si”, cuenta Piña y agrega que este proyecto fue impulsado por la organización Alquimia Creativa. “La dinámica que implementamos consta de dos etapas: un juego, mediante el que creamos noción, y una simulación que pretende ser lo más real posible”, dice.

Según varios funcionarios de la justicia mendocina, tanto jóvenes como adultos, tienen voluntad, ganas de participar y de involucrarse más en este campo; sin embargo, destacan que las barreras lingüísticas son una de las principales barreras para familiarizar a la sociedad con los términos legales y agregan que es importante que todas las partes técnicas involucradas comiencen a trabajar sobre un lenguaje más accesible.

 

Un sentencia favorable y auspiciosa para el futuro

El juez Valerio sabe que el principal obstáculo al que tuvo que enfrentarse, junto al resto de los impulsores que acompañaron este cambio, fue el prejuicio sobre el nivel cultural de los ciudadanos: “Una de las críticas que más recibimos fue que nosotros no somos sajones y no estamos preparados culturalmente, pero nadie cuenta que cuando se instalaron los juicios por jurados en Inglaterra, el pueblo era el más bárbaro de Europa y, aunque eso no tenga relación directa con sus posteriores logros culturales, puede esto haya contribuido a ellos.

 

El doctor Longhin es optimista sobre los cambios que comienzan a verse y cree que son un ejercicio para mantener viva y saludable la democracia. “Esto nos obliga a ver las cosas desde la óptica del otro y por eso creemos en esta expansión, porque es una oportunidad para revertir la crisis de legitimidad a la que estaba sometido el poder del Estado en los últimos años”, afirma.

El hombre de la Corte Suprema también se muestra satisfecho con lo logrado y con el hecho de haber torcido la desconfianza de muchos de sus pares sobre el tema: “Con el tiempo, fueron comprendiendo la importancia de esto y se dieron cuenta de que el jurado se lo toma muy en serio, y eso es gracias al compromiso y la responsabilidad de la gente”.

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