Teniendo en cuenta que fueron 25 los años transcurridos desde el hecho, la Fiscalía de Río Grande escuchó a una víctima por abuso sexual y se radicó la denuncia. Por lo cual, ahora la mujer que tiene 36 años de edad, deberá brindar su testimonio en Cámara Gesell y por el momento, el acusado quedó imputado y notificado de una prohibición de acercamiento, siendo apartado de su puesto como chofer de un remis.
Una joven de 36 años, a pesar de lo que atravesó cuando tenía tan solo 11 años de edad, logró transitar su adolescencia, seguir con sus estudios, conformar una familia, tener hijos y llegar hoy a ser una gran profesional en Río Grande.
Cabe señalar que esta mujer, a los 11 años fue apartada de este abusador y que ahora, 25 años después, sigue siendo y se reconoce como una víctima de tal hecho ultrajante.
En ese marco, la mujer comenzó detallando que “Todo pasó en el año 1998, cuando yo tenía 11 años. El abusador era remisero y según lo que me dijo, tenía 27 años y se llamaba Javier”.
De acuerdo a lo sucedido, apuntó a los sentimientos que fueron aflorando a lo largo del tiempo “Me sentía culpable porque no podía hacer nada, no sabía dónde estaba él, ni su nombre completo, ni dónde trabajaba. Culpable porque pasaba el tiempo y miedo de que le hiciera lo mismo a otra nena o nene”.
Indicando que desde ese momento “Siempre había algo que me hacía acordar lo que había pasado cuando solo tenía 11 años. Me daban ataques de ansiedad, de pánico y de llanto; cuando leía o escuchaba una noticia de abusos contra las infancias. Cuando veía alguien que tenía algún parecido a él”.
Debido a que el hecho sucedió hace 25 años atrás, la víctima se preguntó a sí misma “¿Qué pasa ahora?, ¿Es un caso ya prescripto?, ¿Qué dicen las leyes en nuestro país sobre el tiempo transcurrido para denunciar casos de abuso sexual?”.
Entonces, sostuvo que “Hay muchos detalles de por medio que no puedo contar en este momento. Solamente decir que cada familia es un mundo y que yo no pude contar nada ni a mi papá ni a mi mamá, o a alguien de confianza”.
Debido a que este sujeto sigue viviendo en la ciudad y continúa desempeñando sus tareas laborales como chofer de un remis, detalló que “Pasaron algunos años y lo volví a ver (de lejos) cuando yo tenía 17 o 18 años, en un supermercado de la ciudad. Lo vi y lo reconocí y sé que él también me reconoció porque me miraba constantemente. Yo solo agachaba la cabeza y lo único que quería era salir corriendo de ese lugar”.
Agregando que “Después no lo vi más, siempre me pregunté si seguía trabajando como remisero y haciendo más daño, o si estaba preso o muerto. Hasta me preguntaba si el nombre Javier era el verdadero. Yo seguí con mi vida, guardé ese dolor, y me enfoqué en el día a día, en mis estudios, en mis hijos, mi trabajo y mis proyectos”.
Teniendo en cuenta que la última vez que había visto al abusador fue cuando tenía 18 años de edad, contó que “El 28 de marzo pasado lo volví a ver después de veinte años, en una parada de colectivos. Quedé shockeada, paralizada, sin saber qué hacer. Lo vi y el me vio también, estoy segura que me reconoció, porque daba vueltas por la garita, donde no estaba sola. Me miraba, y yo solo agachaba la cabeza y contenía el ataque de llanto. Después se fue caminando para otro lado. Ese día terminé muy mal, casi no pude levantarme de la cama”.
Añadiendo que después de ese hecho “Una semana después, me lo cruzo de frente en mi lugar de trabajo. Nuevamente quedé paralizada, tuve que irme a otro sector para contener mi ataque de ansiedad, otra vez. Pero ese día, saqué fuerzas y valor no sé de dónde, y averigüé su nombre completo y su lugar de trabajo. Resultó ser que sí se llamaba Javier, y que seguía trabajando de remisero, pero en otra agencia diferente a la del año 98”.
Debido todo lo que tuvo que atravesar esta mujer sola, manifestó las medidas que adoptaron desde la agencia de remises de modo inmediato “Desde ese día, ya pude contarles a algunas personas lo que había pasado con ese chofer. Tuve mucho apoyo, contención y ayuda, y había tomado la decisión de hacer la denuncia, mientras tanto, lo único que se podía hacer desde la agencia era bloquear mi dirección para ese chofer y tomar alguna medida provisoria”.
Teniendo en cuenta las medidas que se adoptaron para que el abusador no tenga contacto con la víctima, igualmente este hombre “En mis notificaciones de redes sociales, al otro día veo que había puesto ‘me gusta’ a una de mis fotos de perfil. Me asusté y me puse muy nerviosa, porque también tengo fotos de mis hijos”.
En torno a este último acercamiento, la mujer indicó sostuvo que desde ese momento “Fui a hacer urgente la denuncia a la fiscalía y solicité la prohibición de acercamiento. Desde ese momento, se abrió la causa y la investigación. Pero soy consciente que pasaron 25 años y que eso juega en mi contra y favorece a ese abusador”.
A raíz de que pasaron 25 años desde que fue víctima de este abusador, la mujer aseveró que “Solamente espero que la investigación avance rápido y que haya por lo menos algún fallo a favor, que pueda darle esperanza a más víctimas de abuso sexual. Desde mi lugar lo único que puedo decirles a ellas es que espero que puedan contar lo que les pasó, sacar ese dolor, que tengan a las personas adecuadas a su lado para contenerlas, y que puedan sanar”.
Por último, generalizó en la realidad de Río Grande y todas las víctimas de abuso sexual, cuestionó que “Algo tiene que cambiar porque las víctimas de abuso tienen que sentirse desprotegidas por las leyes y, por el mismo Estado que no acompaña con políticas de contención y acompañamiento o con lugares adecuados para sentirte segura y apoyada para contar ese hecho tan traumático y doloroso”.
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