El hostigamiento hacia una mujer que se desempeña laboralmente en una fábrica de Rio Grande, comenzó en el año 2018 con la difusión de imágenes intimas que fueron filtradas luego de vender un celular de su propiedad. En la actualidad el Juzgado de Instrucción N°2 se encuentra a cargo del caso por Mobbing o acoso laboral, luego de una serie de acciones perpetradas a lo largo del tiempo por personas del mismo ámbito laboral que se encargaron de difundir el contenido.
La Dra. Laura Álvarez, abogada de la víctima, se refirió a la situación que vivió su defendida a causa de la invasión a su privacidad. “El hecho comenzó en diciembre de 2018, cuando mi clienta en un acto de su intimidad toma fotos y material fílmico con un celular de su propiedad” empezó relatando la abogada en dialogo con Aire Libre Fm. “Al tiempo, ella borra las imágenes, vende ese celular que pasa a estar a manos de un tercero” agregó
Esos archivos residuales, habrían sido recuperados por el comprador, “yo calculo o estimo, que el nuevo propietario recupera esos archivos, es fácil, lo puede recuperar cualquier persona que entienda como hacerlo conectando desde una computadora. Ella estaba tranquila porque le entrega del celular fue ningún archivo” indicó.
Esa situación de venta, habría sido el puntapié para los hechos que hoy denuncian. “El calvario comienza cuando no se sabe cómo llegaron esas imágenes y el video de su intimidad con otra persona, a un grupo de WhatsApp; que fue creado por tres compañeras de la fábrica” indicó.
“El grupo primeramente lo crea una mujer y luego se sumaron dos más como administradoras”. Acto seguido, “se incluyó también a un señor, un compañero que facilitó todos los contactos de otros compañeros, tanto de los jerárquicos y gerentes. Es decir, el 90% de la fábrica estuvo en ese grupo” continuó relatando.
“Estas mujeres llamaban al grupo Las Tres M, porque los nombres de estas personas empiezan con M. Las autoras materiales se llaman Mabel, Miriam y Miriam” se animó a comentar la abogada. “Ellas subían las fotos y el video permanentemente para los que ingresaban por primera vez al grupo, lo vean”.
En términos legales, el Articulo 1770 del Código Civil y Comercial, pena estos hechos aludiendo a la Protección de la vida privada. “Una persona que arbitrariamente se entromete en la vida ajena y publica retratos difunde correspondencia, como este caso, debe ser obligado a cesar en tales actividades, y tiene que retribuir económicamente a la víctima” afirmó Álvarez. Pero más allá de esto “el delito se establece cuando a la persona le cambia lo cotidiano, que fue el caso de esta chica” señaló la representante legal.
La difusión de esos contenidos privados, le habría generado una serie de problemas en su vida cotidiana y laboral. “Ella me contacta cuando se entera lo que sucedía, se daba cuenta que sus compañeros huían de ella y que no querían estar cerca de ella. Ella entendió que pasaba algo y alguien de la misma fabrica le comentó lo de las imágenes, “que ya la había visto todo el mundo”.
En ese sentido, aseguró que “debió pedir ayuda desde lo legal, pero también buscó ayuda psicológica porque esto le causó un trastorno de ansiedad y de angustia; llego un momento que no podía ingresar a trabajar, le cambio prácticamente toda su vida de un momento para el otro”. Y resaltó “el cuerpo lo manifestó de alguna forma y en este caso se le presentaron problemas estomacales donde tuvo que recurrir a un gastroenterólogo, no estamos hablando de un tema menor” señaló.
Por estas acciones, desde la fábrica debieron tomar medidas en resguardo de la integridad de la empleada “debo agradecer, porque un generante, que hoy ya no está, fue muy empático” manifestó la Dra. “Se pusieron a disposición de ella y le fueron rotando los turnos para que no se encuentre con las creadoras del grupo. Al mismo tiempo yo le pedí que cuide su trabajo porque ella quería dejarlo por todo lo que le generó emocionalmente esas acciones”.
Para no caer en una generalización, resaltó el gesto de otros compañeros que reprocharon la actitud de hostigamiento hacia la compañera. “No es que paso como desapercibido; luego una de las tres chicas se mostró arrepentida y fue quien después proporcionó toda la información”.
A propósito de lo relatado, la Dra. Laura Álvarez, denominó al caso con la moderna figura del delito de mobbing o acoso laboral. “Es un fenómeno que comienza a desarrollarse lentamente y en forma progresiva. Ella siguió con su trabajo, pero esto provoca un desgaste psicológico muy importante y que en muchos casos es irreparable para la víctima” manifestó.
Ahora bien, cuando parecía que los actos de acoso habían finalizado, a fines del 2019 la denunciante recibe mensajes extorsivos de forma anónima. “Ella estaba trabajando de madrugada y le llega un WhatsApp con un número que no se identifica. Le pide la suma de $20.000 porque si no lo hacía, publicaría las fotos en Facebook además de que se las iba a mostrar a las madres del jardín de su nena” maniobra que finalmente no se concretó.
“Cuando ya se había calmado todo aparece este extorsionador, que luego supimos que esa persona de apellido Diez trabajó en un momento en la fábrica, es decir que fue su compañero de trabajo” volvió a remarcar.
Luego de esa serie de sucesos, en la actualidad el Juzgado de Instrucción N°2 del Distrito Judicial Norte, se encuentra a cargo de la causa. “La causa sigue, esperamos que termine y que sirva como prevención. No hace falta ser mujer para ser víctima de extorción o de mobbing, la idea de su difusión es para que sirva y se concientice” concluyó.
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