Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1843, ofreció las Islas Malvinas a los acreedores británicos en un intento de pagar la deuda de Argentina por un empréstito emitido en 1824. Aunque la propuesta parece descabellada, la historia muestra que la idea de ceder la soberanía de las Malvinas no era tan rara en esa época.

Todo comenzó en 1824, cuando las Provincias Unidas emitieron un empréstito por valor de £1 millón que fue colocado en Londres por el banco Baring Brothers & Co. En ese momento, el mercado de Londres se abría a las repúblicas sudamericanas y casi todas emitieron bonos.

Sin embargo, en poco tiempo, la mayoría de estas repúblicas, incluida la Argentina, entraron en cesación de pagos. Como resultado, los bonistas iniciaron sus reclamos contra el gobierno argentino.

En 1842, Barings envió a François Falconnet a Buenos Aires con la misión de negociar el repago de la deuda. A fines de ese año, Falconnet se reunió con Juan Manuel de Rosas, el Restaurador, quien en una carta dirigida a Barings se comprometió a buscar una solución.

Un año más tarde, el ministro de Hacienda, Manuel Insiarte, se dirigió a Falconnet con una propuesta que hoy en día puede sonar descabellada: Rosas había autorizado a su embajador en Londres a proponer la cesión de las Islas Malvinas "en pago del empréstito a los acreedores".

Tras varias negociaciones, la venta de las Islas Malvinas no fue posible dado que los británicos rechazaron la propuesta.

Por qué Rosas propuso tal trato

Hoy en día, el reclamo de Malvinas genera en la mayoría de los argentinos un sentimiento de injusticia y probablemente se piense que "El Restaurador" era un "vende patria", no obstante la especialista en historia política y social del siglo XIX, Beatriz Bragoni explicó que la venta de tierras era algo común en aquella época.

Según la historiadora, en aquel momento Argentina estaba en un estado de "construcción" y era muy diferente a la que conocemos en la actualidad, la bandera era diferente y el tamaño era mucho menor.

Bragoni explicó que Rosas propuso entregar las Islas Malvinas, ya que la idea de soberanía "estaba más ligada al control de los ríos interiores que a los mares, porque no tenían un ejército y tampoco una flota". Además, en aquella época era común la venta de tierras a otros países.

Estados Unidos fue uno de los países que más aprovechó las ventas de territorios:

En 1803, Estados Unidos compró Luisiana a Francia por 15 millones de dólares, abarcando un territorio que incluía los actuales estados de Luisiana, Arkansas, Missouri, Iowa, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Montana, Wyoming, Colorado y Minnesota.

En 1867, Rusia vendió Alaska a los Estados Unidos por la suma de 7,2 millones de dólares, incluyendo todo el territorio de Alaska, que en ese momento tenía una superficie de aproximadamente 1,5 millones de km².

En 1903, Colombia vendió la región de Panamá a los Estados Unidos por un pago inicial de $10 millones y una renta anual de $250,000. El Canal de Panamá se construyó como parte de este acuerdo.

En 1819, España vendió la Florida a los Estados Unidos por una suma de 5 millones de dólares. La venta incluyó todo el territorio de la Florida, que en ese momento comprendía gran parte del sureste de los Estados Unidos.

Uno de los últimos intentos por comprar un territorio fue en 2019 por parte del entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien expresó públicamente su interés en comprar Groenlandia, un territorio autónomo danés ubicado en América del Norte. La idea fue rechazada tanto por el gobierno danés como por el gobierno autónomo groenlandés.