Daniel Guzmán, quien es periodista y director del portal Agenda Malvinas, también veterano de guerra del conflicto bélico de 1982 en las Islas Malvinas, reveló escalofriantes torturas y maltratos que sufrieron soldados argentinos, como también violaciones a los derechos humanos por parte de sus propios oficiales o suboficiales de las fuerzas armadas durante la guerra, las cuales derivaron en una causa judicial en curso en el Juzgado Federal de la ciudad de Río Grande.
En primer lugar, Guzmán describió específicamente cada una de las distintas aberraciones que los militares ejercieron contra sus propios soldados, señalando que hubo “Torturas, vejaciones, discriminación por entidad, por apellido. Hundimientos en el agua, conocidos como submarino o estaqueamiento de manos y pies, una conducta de la época de la frontera, el cepo criollo, atarte las manos y los pies en las estacas de las carpas y dejarte en el medio de la turba, sobre todo en situaciones de combate o de bombardeo”.
En ese marco, también indicó que les hacían “Poner los pies de los soldados en aguas muy frías y tener a alguien custodiando por largo plazo, lo que ha significado congelamiento de pie y pérdidas de miembros, de los dedos”.
El veterano de guerra también describió el padecimiento de hambre que tuvieron que atravesar “Los soldados estábamos con hambre y no llegaban los alimentos. Algunos soldados se iban a otras posiciones donde estaban las cocinas o mataban ovejas. El castigo era esto”. De igual forma, remarcó que “los soldados que estábamos de manera permanente en la exposición, a diferencia de los oficiales y suboficiales que todas las tardes noches se iban al pueblo, comían y volvían engominados, bañados y afeitados”.
Ante todo el sometimiento que atravesaron los soldados, Guzmán consideró un plan sistemático que continuó después de la guerra con el proceso de ocultamiento de los soldados “Nos hicieron firmar declaraciones juradas para no hablar, ni decir, ni manifestar las cosas que hemos visto o vivido en la guerra. Un plan sistemático de ocultamiento”.
De acuerdo a estas declaraciones que les hicieron firmar los oficiales, lo que querían ocultar principalmente era el estado en el que habían regresado los soldados sobrevivientes del conflicto bélico “Volvimos con muchísimo peso de menos, por lo cual nos dejaron encerrados en los cuarteles en un proceso de engorde, para decirlo así, estilo feed lot”.
En este sentido, hizo haciendo hincapié en su caso en particular, donde regresó a Puerto Madryn en calidad de prisionero en el barco inglés Norland “Empezamos a sentir dolores y picazones de setenta y pico días sin bañarnos, observando sus cuerpos repletos de moretones y escuálidos. En ese proceso nos llevan a las unidades y no nos querían soltar en esas condiciones”.
En esa época, Daniel Guzmán junto a sus compañeros fueron llevados a Comodoro Rivadavia y luego a la Unidad de Combate en Sarmiento, Chubut, detallando que después de todos estos traslados “Un mes después, nos dejaron salir de a poco”, dando por entendido que su salida de la guerra fue después de 40 días de arresto y 15 de calabozo ya que, “venía un capitán del ejército argentino que decía que estábamos desaliñados, entonces venía con un edecán y nos ponía días de arresto”.
De acuerdo a todo los descripto, el director de Agenda Malvinas identificó el año 2005, con la aparición de la película “Iluminados por el Fuego”, como el momento de la apertura de un debate tan profundo sobre estas aberraciones que relata. Es importante señalar que, el libro en el que se basa el film es Edgardo Esteban, ex combatiente y director del Museo Malvinas, y la dirección es de Tristán Bauer, actual ministro de Cultura de la Nación.
Por tal motivo, Guzmán sostuvo que “A partir de eso, los soldados de Corrientes, del Chaco, se animan a verbalizar y a denunciar. Por eso en el año 2007 se vienen a Tierra del Fuego y hacen la primera denuncia” en el Juzgado Federal que hoy encabeza la Dra. Mariel Borruto.
Guzmán dedico un capítulo especial al hábito de la mayoría de oficiales y suboficiales de torturar, física y psicológicamente, a soldados con apellido de origen judío, tanto en la conscripción como en la guerra Nnunca había tenido la percepción y el odio racial. En el servicio militar en Sarmiento, Chubut, en el año 81, me acuerdo, dos soldados, uno Rosandosky y el soldado médico Rubén Brodsky, del destrato permanente por tener apellido judío. Desde asesinos de Cristo a toda la barbaridad y grosería que le decían”.
Rememorando a Rosandowski por ser judío “Lo ponían rodillas en tierra y toda la compañía tenía que ir a pegarle un cachetazo en la nuca, girando y corriendo. Y a los que no le pegábamos con la intensidad que los oficiales o suboficiales querían, nos sacaban salto de rana, cuerpo a tierra y nos tenían así largo rato”.
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