Esa primera experiencia fue el punto de partida para ir nuevamente en 2012; 2013; 2014; y así hasta que se dejó de correr por la pandemia de Covid-19. La carrera de 42.195 metros es conocida por ser una de las más duras del mundo por sus largas pendientes y por lo impredecible del clima. "Es una carrera durísima, tiene todos los climas. Hay algunas subidas, no tan empinadas, que duran cinco kilómetros pero los vientos son muy fuertes", dijo. Tal como destaca, el factor climático es el que más implicancia tiene en los tiempos de los maratonistas. Los vientos superan los 100 km/h por momentos y a Leandro le ha tocado incluso correr bajo el granizo.
A pesar de lo incómodo de correrla y de todos los puntos negativos que pueden aparecer, el maratonista siempre regresa. "No sé qué tiene que te hace querer volver. Cuando estás ahí pensás '¿qué estoy haciendo?', pero apenas termina te ponés a pensar en la próxima", dice el platense.
La pandemia llegó al mismo tiempo que una grave lesión de rodilla que le impediría correr maratones por un largo tiempo. Focalizado en recuperarla, hizo rehabilitación en el agua y todo terminó en lo mismo de siempre: desafiarse y las Islas Malvinas. Leandro nadaba en verano, pero también en invierno en la pileta de 7x4 metros que tiene en su casa. "Me ponía el traje de neoprene, un cinturón atado a una cámara de bici que quedaba agarrada afuera de la pileta y con eso nadaba. Hice como una cinta de correr pero de nado", relató.
El cruce del estrecho de San Carlos de Leandro Hidalgo
Con el tiempo le fue tomando el gusto a la natación y como la temperatura del agua no era un problema, nadaba todo el año. "En junio o julio iba a Mar del Plata con mi esposa que hace kitesurf y yo nadaba con ella en el mar. Más tarde nadé en el estrecho de Magallanes", contó como quien cuenta que fue al kiosco de la esquina. Ese cruce fue el paso previo al objetivo que se puso para este marzo, en el que cruzará el estrecho de San Carlos, el canal que separa de norte a sur a la Isla Soledad de la Gran Malvina.
Se trata de un recorrido de 5.000 metros que comenzará en Jersey Point (no tiene nombre argentino) y finalizará en la base del Promontorio Güemes, más conocido como Altura 234, por los metros que tiene esa cumbre.
"Ese punto es además el lugar en el que los argentinos vieron por primera vez la llegada de los barcos ingleses una madrugada de mucha niebla", dijo Leandro en referencia al episodio ocurrido el 21 de mayo de 1982, que terminaría siendo recordado por la heroica actuación de 63 efectivos nacionales que con 2 cañones y 2 morteros contuvieron por 5 horas el desembarco de la Royal Navy.
Con esto en mente, voló el último viernes 7 de marzo desde Buenos Aires hasta Santiago de Chile y de allí a Punta Arenas, al sur de Chile, donde partió el sábado a las 14 rumbo a las Islas Malvinas. Durante los días previos al cruce, "hasta que se pueda nadar por el estrecho, vamos a realizar la aclimatación y vamos a practicar el lenguaje de señas para poder comunicarme en caso de que haya algún problema”, dijo.
Es que tendrá que aguardar una “ventana climática” que presente buenas condiciones para realizar la travesía. Cuando le digan que todo está en condiciones, saldrá a nado seguido por al menos una potente embarcación semirrígida que es impulsada por dos motores de 90 cv que lo acompañará de oeste a este. “El agua tiene una temperatura de entre 12°C y 14°C”, agregó, lo que no es una temperatura más baja de las que ya está acostumbrado.
Luego de la proeza, irá nuevamente hasta Puerto Argentino para calzarse las zapatillas y correr el maratón el día 17. El tiempo que separe ambos desafíos dependerá únicamente del clima. Más allá de que siempre queda ente los primeros 15 o 20 puestos, y que entrena para dar lo mejor de sí, confesó que "el maratón es una excusa para recorrer todo. Son paisajes increíbles, los argentinos no conocemos mucho pero es un lugar espectacular que se dimensiona solo cuando estás allá", dijo y agregó que "es una carrera muy costosa, si fuera más barata iríamos todos porque es espectacular. ¿Quién no quiere ir a Malvinas?", preguntó.
Leandro, que ya tiene otra hija llamada Francisca, correrá con otros cinco argentinos, viejos conocidos, que han tomado el mismo hábito que él. Durante su estadía en el territorio, antes y después de la carrera, todos recorren los mismos lugares a los que fueron "un montón de veces". "Lo disfrutamos muchísimo", dice el médico, deportista y apasionado por Malvinas. Arrancará su regreso a La Plata el 24 de marzo, subiéndose al único vuelo semanal que sale hacia el continente.
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