
El mercado laboral argentino enfrenta un desafío estructural cada vez más profundo: más del 60% de los jóvenes menores de 30 años se encuentran en condiciones de informalidad, según el último informe de la OIT y la CEPAL. La falta de cobertura de salud, aguinaldo, vacaciones pagas y licencias por enfermedad afecta a una amplia mayoría de esta franja etaria, en un contexto donde el acceso al empleo registrado sigue siendo limitado.
En el segundo cuatrimestre de 2024, la tasa de informalidad juvenil alcanzó niveles preocupantes: el 68% de los varones y más del 70% de las mujeres trabajan sin registro formal. Aunque hubo una leve mejora en la calidad de inserción laboral, la precarización continúa dominando el panorama.
La economista Bárbara Perrot, especialista de la OIT en Argentina, explica que esta situación responde a factores múltiples: una marcada desconexión entre la educación y las demandas del mercado, la falta de experiencia laboral inicial, la alta rotación en los primeros empleos y la corta permanencia en trabajos registrados.
El escenario se agrava para las mujeres jóvenes, quienes enfrentan una doble desigualdad por género y edad. Apenas el 31% de ellas accede a empleos con derechos plenos. Muchas de ellas se insertan en sectores de alta informalidad, como trabajo doméstico, enseñanza y servicios de salud, y además cargan con la responsabilidad no remunerada de las tareas de cuidado.
El impacto de la informalidad en el futuro económico
Trabajar en condiciones informales no solo afecta el presente, sino que compromete el futuro de toda una generación. Alejandro Cettour, asesor financiero, advierte que la falta de aportes previsionales genera un círculo de exclusión financiera que será difícil de revertir a largo plazo. “Mientras no haya decisiones concretas, será cada vez más difícil construir un sistema previsional sólido”, sostiene.
La informalidad juvenil, además, se ha visto alimentada por la recuperación económica postpandemia, donde la mayor parte de los nuevos puestos generados en sectores como comercio, industria y servicios sociales fueron empleos no registrados o como trabajadores independientes sin acceso a derechos básicos.
Testimonios que ilustran una realidad extendida
Historias como la de Nancy, una trabajadora de limpieza, o Gastón, quien desde adolescente hace changas informales, reflejan las consecuencias cotidianas de la informalidad. Sin vacaciones pagas, cobertura médica ni estabilidad, estos jóvenes enfrentan incertidumbre no solo en su presente laboral, sino también respecto a su seguridad económica futura.
El rol del sector privado y las alternativas de solución
Desde el sector privado, especialistas como Marisa Piñeiro —directiva de Visma Latam— reconocen que el problema también está vinculado a costos de formalización altos para las pymes y desajustes entre el sistema educativo y las necesidades del mercado.
Tanto desde la OIT como desde el ámbito empresarial coinciden en que la solución pasa por estrategias de formación técnica, políticas activas de empleo y un entorno económico que incentive la formalización.
“La reversión de la informalidad juvenil es posible, pero requiere compromiso político, diálogo social y políticas públicas sostenidas en el tiempo”, concluyó Perrot.
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