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Política

La trágica historia detrás del icónico “Barquito Amarrillo”

Para la comunidad de Río Grande, el ‘barquito amarrillo’ es un punto de encuentro o referencia en muchos casos. El mismo se encuentra ubicado en la costanera frente a la Casa de la Cultura, seguramente, más de uno tendrá muchas experiencias que contar.

Sin embargo, este oculta una trágica historia de la que Eduardo Ansó de 77 años es protagonista.

El ex buzo contratado por YPF, relata que: “Hubo un error, 43 años después no puedo dilucidar lo que pasó. Había que inyectar aire y salió el gas. Estábamos envueltos en el mar y cuando se terminó el trabajo -que duraba media hora el buzo para no hacer descompresión y por la subida de la marea- cuando arrancó la lancha el motor se volvió motor a gas, que en ese momento era gasolero, y en vez de hacer de combustible el gasoil, la nafta fue el combustible y largó una llamarada, quedamos como una hornalla de una cocina”.

Lamentablemente, tres de sus compañeros intentaron nadar en dirección a la boya y fallecieron de hipotermia. Mientras que cuatro de ellos, incluido Eduardo, se mantuvieron juntos, “Yo estaba enfocado en salvar la vida de un compañero que se le salió el hombro, miré para la costa y había unos 3 mil metros. Si no nos venían a buscar del barco más grande nos íbamos nadando. Teníamos el traje de neoprene y patas de rana”.

Lograron salvarse gracias a un barco de apoyo, llamado El Fueguino creo, que hacía apoyo marino y vinieron con un bote a buscarnos. El barco volvió a Río Grande y fuimos al Hospital donde nos hicieron las primeras curaciones”

El mismo relató que su trabajo iniciaba al momento en que llegaban las petroleras. Desde ahí ellos debían “tirar el amarre hasta la boya, ya que no hay muelle. En general son cinco cabos de amarre. La lancha hacía de apoyo”. Finalmente, la empresa YPF puso a disposición aviones que los trasladaron hacia Buenos Aires, una vez allí debió estar 15 días en atención de quemados.

Con el paso del tiempo, la vida de Eduardo ha tomado otro rumbo, dejando de bucear y perdiendo el contacto con sus compañeros que vivieron este difícil y trágico evento. Narra que, “En ese momento mi hija (que hoy tiene 46 años) tenía 3 años, cuando yo me voy de mi casa, me viene a acompañar al ascensor con la madre y me dice ‘papá no te vayas, quédate’. Yo tomo el ascensor, aeroparque, Tierra del Fuego, Bahía San Sebastián: desastre. Eso fue lo que me hizo tener fuerzas para volver a Buenos Aires. Mi hija”

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