En la base Marambio, un grupo de científicos aborda temas de gran relevancia para el planeta, como el impacto del cambio climático global, y nos ayudan a develar información del pasado que puede ayudar a predecir el futuro. En este informe de DEF, nos preguntamos qué significa hacer ciencia en el Continente Blanco y conocemos la historia de tres investigadores que llevan adelante sus tareas en el punto más austral de nuestro territorio.
Apasionado por la biología, estudió en Cuba, donde luego trabajó en investigaciones con tiburones, aves y tortugas; y después lo hizo en la selva amazónica. Se permitió también recordar una anécdota personal: “Una de las únicas veces que me emocioné de una forma muy fuerte en la Antártida fue durante mi invernada en la base Carlini, en 2014. Mi mamá me mandó un audio de cuando yo estaba recién aprendiendo a hablar y decía que, cuando fuera grande, quería ser ‘guardapolvo’ y trabajar en la Antártida”. En realidad, aclaró, el pequeño Álvarez se refería al trabajo del “guardabosques”. Hoy está orgulloso de poder cumplir su sueño.
Por su parte, el doctor Milton Percy Plasencia Linares es peruano y estudió Geofísica en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Su pasión por esta disciplina nació cuando tenía diez años, después de haber vivido en su país un devastador terremoto. “Vi que la tierra se comportaba como si fuese un mar. Perdí el punto fijo de mi vida. Creo que entonces nació mi vocación”, sintetiza.
Desde 1992, trabaja en proyectos relacionados con el Continente Blanco. En el año 2000, se instaló en Italia, donde realiza sus investigaciones en el Instituto de Oceanografía y Geofísica Experimental (OGA), en Trieste. Es el responsable de la instalación y se encarga del mantenimiento de la red de sismógrafos en las bases argentinas. El próximo será el de la base Petrel, que ya está listo para ser colocado. “Estos sismógrafos tienen una sensibilidad tal que nos permiten ver rupturas importantes de hielo”, señaló a DEF. “Los datos obtenidos son transmitidos en tiempo real a los centros sismológicos internacionales”, añadió.
Otro de los investigadores que trabaja en la Antártida es Héctor Ochoa, jefe del Laboratorio de Electrónica del Instituto Antártico Argentino, donde trabaja desde hace 38 años. En ese lapso, viajó en 50 ocasiones. “He tenido la oportunidad no solo de ingresar a las bases argentinas, sino también de visitar bases extranjeras”, recuerda.
“Vengo aquí todos los años y no dejo de maravillarme cada vez que ingreso a la Antártida”, añade Ochoa, quien puntualiza que realizan desde estos laboratorios un seguimiento del agujero de ozono y trabajan en el estudio de la ionósfera, el conjunto de capas de la atmósfera que están por encima de los 80 kilómetros. "
Estas son solo tres de las numerosas historias de nuestras bases en el punto más austral del mundo. Cada año, la Campaña Antártica permite avanzar en investigaciones que brindan información clave para entender el comportamiento del planeta y hacer frente al calentamiento global.
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