Dos expertos en Sismología del Instituto italiano de Oceanografía y Geofísica Experimental de Trieste (OGS), en cooperación con el Instituto Antártico Argentino (IAA), llegaron a la Antártida el sábado como parte de la dotación científica del buque ARA Almirante Irízar para construir una nueva estación de la red sismográfica argentino-italiana, por primera vez en Base Petrel, y completarán las siete bases permanentes argentinas con instrumental sismológico para seguir contribuyendo al monitoreo sísmico mundial.
Además de trabajar en Petrel, también lo harán en las bases antárticas argentinas permanentes Marambio, Carlini, Orcadas, Esperanza, San Martín y Belgrano II, donde realizarán el mantenimiento y actualizarán el instrumental sismológico de cada uno de los observatorios instalados.
"La tarea especial que tenemos durante esta Campaña Antártica de Verano (CAV) es empezar una nueva estación de sismógrafos en la Base Petrel. Tenemos los materiales que necesitamos para la construcción y vamos a ver si la podemos dejar funcionando ya este año", dijo a Télam Milton Plasencia Linares, investigador oriundo de Perú, licenciado en Geofísica de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y doctor en Ciencias de la Tierra en la Universidad de Trieste, ciudad italiana en la que vive y trabaja para el OGS.
La creación de la red argentino-italiana de sismógrafos (Asain) comenzó en 1992 en Base Esperanza.
Todas las estaciones sismográficas de esta red instalada en bases argentinas transmiten en tiempo real los datos que relevan y son de libre acceso para todo el mundo sismológico, destacó Plasencia Linares.
La sismología es una ciencia que estudia los terremotos que se producen de forma únicamente natural, y también fenómenos como las activaciones de volcanes submarinos o externos y la rotura de hielos por cambios estacionales (témpanos), definió el experto mientras trabajaba en la Base Orcadas.
En contraposición, esta ciencia no abarca el estudio de los fenómenos provocados por acción humana, como cuando se inyecta energía en el terreno para buscar minerales con fines económicos, aclaró.
Las estaciones sismográficas antárticas consisten en un pilar sísmico y una protección para el instrumental parecido a una pequeña casa con un volumen de un metro cúbico, que alberga el sensor y lo dota de su alimentación eléctrica y de la conexión a Internet.
"Estos instrumentos son muy dependientes de las variaciones de temperatura, presión y humedad, por eso, nuestra construcción para una estación en la Antártida debe ser inmune a estas variables", explicó Plasencia Linares.
Junto a su compañero de trabajo Marco Santulin, oriundo de la ciudad italiana de Trieste y geólogo especialista en Geofísica del OGS, llevan adelante el proyecto "Sismología Itinerante", un convenio de cooperación científica entre ese centro de investigación europeo y el IAA para desarrollar y mantener la red de monitoreo sismográfico.
"El comportamiento sísmico está ligado al movimiento de las placas tectónicas y la Antártida es parte de la placa antártica, que se conecta con las otras placas que están alrededor de ella. La corteza terrestre se está moviendo y va generando tensiones, deformaciones. Los terremotos ocurren cuando se producen rupturas más grandes", detalló.
Asimismo, precisó que entre las islas Shetland del Sur y la Península Antártica (al oeste de esta), corre una falla desde isla Elefante hasta isla Decepción y hay una fila de volcanes submarinos.
Entre los últimos sucesos destacados de la actividad sísmica en el continente antártico, el científico recordó que en el 2020 se activó un volcán denominado Orca, ubicado frente a la Base Carlini, que tuvo una importante actividad volcánica debajo de la corteza, que duró alrededor de seis meses.
Además, en 2003 y 2013, en Orcadas se registraron terremotos magnitud 7+ en la escala Richter.
Por su parte, Santulin explicó que "en Antártida está la mejor posición del mundo para instalar sismógrafos porque es muy bajo el factor antrópico" o las actividades humanas relacionados con la actividad y el comportamiento del hombre.
Y destacó que la estación sismográfica que Argentina e Italia tienen instalada en la Base Belgrano II "tiene el mejor registro -del sexto continente- y es la más completa", siendo utilizada por los principales centros sismológicos del mundo debido a que "es la última estación instalada en roca".
También, la red sismográfica se destaca por la alta sensibilidad de sus instrumentos. En ese aspecto, Plasencia Linares explicó que la red es capaz de detectar un terremoto mayor de magnitud 6.2 ocurrido en cualquier parte del mundo, aunque sea en Japón, como sucedió el pasado 1° de enero.
Los movimientos sísmicos pueden provocar desprendimientos de hielo, avalanchas y causar movimiento anómalo de ondas en el mar (tsunamis), señalaron.
En la Antártida, la calidad del registro se ve mejorada al no haber tanta actividad humana, y esto posibilita diferenciar un terremoto tectónico, que se produce dentro de la tierra, de un desprendimiento de un glaciar (avalancha o témpano).
La red argentina italiana en la Antártida llega a tener una distancia entre estaciones del orden de los mil kilómetros.
"Nuestro desafío es poner la estación Petrel e instrumentalizar la zona de las islas Shetland del Sur, porque nos dará una mayor precisión en las localizaciones si hay terremotos en la zona", destacó Plasencia Linares, y subrayó que por la alta tecnología de los instrumentos logra recabar la información de forma remota con un software de adquisición, detección y posterior localización de manera automática.
En la Base Petrel desembarcarán en dos etapas de seis días cada una.
"Lo que necesitamos es densificar la red donde podamos. Necesitamos energía y control de la instrumentación, por eso estamos donde están las bases permanentes donde hay personal de apoyo durante el año, para que el instrumental esté activo y trabajando. De hecho, tenemos un altísimo nivel de funcionamiento: más del 95% de datos en un año, y esto es gracias a la colaboración y el mantenimiento de los invernantes", subrayó el sismólogo.
Durante todo el año los operadores informan sobre los problemas que se presentan, si hay que cambiar baterías, software o cualquier otra cosa, así cuando los expertos se dirigen a la Antártida llevan lo necesario para preparar el instrumental para afrontar el invierno.
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