En Río Grande, Tierra del Fuego, Tito García se ha convertido en una figura local gracias a su Ford Ka, adornado con 1290 calcomanías de todo tipo y de diversos lugares del mundo.

Tito nos cuenta que todo comenzó de manera casual tras una difícil separación y durante la pandemia. "Empezó en la nada, cuando antes de mi separación, a los dos meses vino pandemia. Yo andaba en la calle, me vinculaba con gente de las motos, viajeros, y pegamos una o dos", relata el hijo de antiguos pobladores, agregando que su pasión por las calcomanías se extendió rápidamente. Hoy, su auto cuenta con pegatinas de lugares tan distantes como Tanzania, República Checa, Alemania, Francia, Italia, Brasil, Chile, Corea, Japón y Holanda, entre otros.

Este auto, su tercer vehículo y el primero cero kilómetro de su vida, ha sido testigo de innumerables historias de vida y ha recibido calcomanías de personas que Tito ha conocido en su camino, algunas de las cuales ya no están. "Hoy tiene 1290 de todas partes del mundo", señaló Tito con orgullo, mencionando que la más significativa es una calcomanía de su hija, la cual pegó después de tener ya cerca de mil en el auto.

El Ford Ka de Tito ha atraído la atención no solo de los habitantes de Río Grande, sino también de turistas y personas de otras partes del mundo, quienes se acercan a fotografiar el auto y a dejar su propia marca en forma de calcomanía. "Es un ícono de la ciudad. Lo filman, me preguntan, sacan fotos. Algo impresionante. Me da felicidad a cada instante", expresa Tito emocionado.

El auto también ha demostrado ser un fiel compañero para Tito, quien comparte que siente tristeza cuando algo le sucede al vehículo. "Ya me sentí triste por el auto porque me lleva, me trae y es mi compañero, es mi amigo, y alguno lo entiende porque sin él no podría hacer un montón de cosas", confiesa.

Tito también adelantó una primicia: su amigo Morro González Díaz, un handbiker de Ciudad de México, planea volver a la región en septiembre u octubre y Tito espera acompañarlo en su recorrido por la provincia. "Voy a tratar de acompañarlo lo que más pueda hasta la frontera por lo menos", comenta Tito, recordando con emoción las experiencias compartidas con Morro durante su visita anterior.

A pesar de los desafíos que implica mantener un auto con tantas calcomanías en el riguroso clima de Tierra del Fuego, Tito lo hace con dedicación y esmero, consciente del impacto positivo que su vehículo tiene en la comunidad y en su propia vida. "Es muy difícil mantenerlo así, pero lo hago a mano con un cepillito blando porque no me despido de todo", concluye.

Con su Ford Ka lleno de historias y recuerdos, Tito García sigue siendo un ejemplo de cómo la pasión y la sencillez pueden traer felicidad y conectar a personas de todo el mundo.