En cercanías del Cerro del Águila, específicamente en el kilómetro 2820 de la Ruta Nacional Nº 3 se sitúa el histórico Puente Colgante.
Su construcción fue de tipo colgante, con un piso o tablero de madera soportado por vigas de hierro, con perfil doble T, de aproximadamente 100 metros de luz (largo suspendido) y sostenido por siete cables de acero por banda (catenaria) que tendidos sobre ambos pórticos (Este – Oeste) terminan anclados en sendos bloques de hormigón.
Dichos portales o cabeceras del puente, se encuentran también fundados sobre columnas de Ho y constituyen el segundo de los elementos constructivos antes mencionados.
Hagamos un poco de historia
La construcción del puente colgante fue iniciada en 1918 y concluida en 1920. El director de obra fue un ingeniero alemán de apellido Gloeckle, y los materiales constructivos habían sido importados en su totalidad de una empresa norteamericana que creo se llamaba All American Steel. Una de sus características técnicas es que debía soportar una carga distribuida de siete toneladas, pero estoy seguro de que estaba sobredimensionado porque a fines de la década del ´50, los equipos petroleros de la Tennessee (que vacíos pesaban 21 Tons.) pasaban perfectamente bien y cargados.
Este mismo nació con el amparo de la ley Avellaneda y sus artículos, referentes al tratamiento de las tierras fiscales, se puso en marcha - hacia fines del siglo XIX - el proceso de colonización y posterior poblamiento de la zona norte del sector argentino de la Tierra del Fuego.
Sobre la concesión de 80.000 hectáreas adjudicadas al Ing. Julio Popper (que no se efectivizó ante la muerte prematura de dicho personaje) se fundó la estancia Primera Argentina, a la que le siguieron: Estancia Sara, Cullen Station, Estancia Segunda Argentina, Viamonte, Ewan y San Pablo, como grandes establecimientos ganaderos surgidos de remates de tierras fiscales (1897/1899) y que conformaron, en su conjunto, la estructura latifundista que representó durante varios años la totalidad del aparato productivo de la Tierra del Fuego.
Sobre dicho tema, Juan E. Belza (1977) comenta que el crecimiento de las primeras estancias fueguinas (argentinas) se facilitó ante el incumplimiento por parte del Estado de la Ley de Fomento de los Territorios Nacionales (Nº 5.559), en la cual se comprometía a la construcción sistemática de vías de comunicación y que en Tierra del Fuego \"nada había hecho…\"
Los 500 y más kilómetros de caminos transitables por automóviles de la zona norte, los puentes, puertos y barco, chasques y correos, almacenes y bancos… todo, sin excepción, fue realizado por las estancias, a sus costas. Comparte este concepto, otro distinguido historiador, Juan H. Lenzi (1966) cuando afirma que \"los pioneros de la ganadería lo fueron así mismo de la vialidad…\"
Ahora bien, este gran poderío económico encontró en la integración de sociedades anónimas, una vía sustentable de crecimiento que culminó con la fundación de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia (1908) cuyo primer Directorio lo constituyeron: José Menéndez, Mauricio Braun, Juan Blanchard y Alejandro Menéndez Behety.
Fue así como pocos años después, con la participación de otros notorios hacendados, tales como: José Montes, Bridges y Reynolds, se conformó la Sociedad Anónima Compañía Frigorífica Argentina de Tierra del Fuego (1917) con el objeto de instalar en el puerto de Río Grande una planta frigorífica de exportación, orientada a la industrialización de carnes ovinas, fabricación de conservas, extracto de carne, grasería, curtiembre de cueros, etc.
Ahora bien, la Primera Guerra Mundial, con la gran necesidad de carne y de lana en los países beligerantes, aceleró considerablemente el desarrollo ganadero en las dos riberas del Estrecho de Magallanes. En un clima de facilidad financiera, las sociedades pudieron resolver el problema de comercialización de la carne, afectada por la gran distancia que las separaba de los centros de consumo.
Prolongando entonces la cadena de frigoríficos en los puertos del sur de la Patagonia, la Compañía Frigorífica Argentina de Tierra del Fuego, ligada al grupo Menéndez Behety, construyó en 1917 un establecimiento en la desembocadura del río Grande, para la exportación hacia el mercado británico. Río Grande se constituyó así en el centro económico de Tierra del Fuego.
Al respecto, Juan H. Lenzi (op.cit.) documenta: \"El 30 de septiembre de 1916 fue sancionada, en el Congreso de la Nación, la Ley Nº 10.171 por la cual se autoriza la instalación, en la margen sur del río Grande, de un frigorífico y fábrica de carnes con capacidad de una faena diaria de 2000 animales lanares y hasta 200 cerdos.
La autorización fue otorgada a D. Alejandro Menéndez Behety (Presidente del Directorio de la mencionada S.A.) quien, a su vez, quedaba facultado para construir un puente metálico sobre el mencionado río, el cual después de 15 años pasaría a propiedad del Estado. La introducción de todos los materiales para el montaje de este quedaba libre de derechos aduaneros, hasta la suma de 150.000 pesos\".
Sus años de vida
El río Grande es el más importante de la Isla, no sólo por su caudal (hasta 60 m³ / segundo) sino también por su longitud (220 kilómetros). Nace en el sector chileno de Tierra del Fuego, donde recibe a los afluentes: Rusffen, Donoso, Blanco y Cocharne. Una vez en territorio argentino, recibe el aporte de los ríos Bella Vista, Herminita, de la Turba, Mac Lennan y Moneta. Su valle de inundación (llanura aluvial) desemboca en el mar, en un pequeño estuario de escasa profundidad.
Cabe señalar que el puente colgante sobre el río Grande debe considerarse como un hito ineludible de su época. Desde lo social, los \"de este lado\" y los \"del otro lado\" del río, son imágenes referenciales que pertenecen -indistintamente- a quienes vivían en el frigorífico tanto como a las pocas familias dispersas en la aldea de la margen norte.
Por lo tanto, el puente en cuestión, no sólo fue un vínculo físico para aquel entonces, sino que también actuó como un determinante social; lo cual justifica que se mantenga tan vigente en la memoria colectiva de los antiguos pobladores, aunque no así, de la nueva sociedad riograndense.
Es decir, el puente marcó áreas de pertenencia sobre una u otra margen de la desembocadura del río. Hoy podemos hablar de subculturas urbanas.
En síntesis, ese puente colgante que sirviera para concretar las bases del desarrollo económico de la zona norte de Tierra del Fuego, sobre las que se asentaría el germen poblacional de la ciudad de Río Grande, también actúa como vínculo de relación entre el pasado y el presente de una comunidad que aún hoy, no ha alcanzado armonizar sus parámetros de crecimiento y en la que por distintos motivos se obstruyeron los canales de comunicación entre los \"antiguos\" y \"nuevos\" pobladores , con lo cual, muchos de estos últimos actores sociales no alcanzaron a lograr una relación concreta de arraigo que les permitiera integrarse a los distintos \"tiempos de la Isla\" y a sentir como propio el patrimonio cultural del lugar.
Sabido es que el concepto de conservación y preservación del patrimonio cultural debe surgir desde las bases mismas de una sociedad. El Estado, es sólo parte de un complejo sistema de voluntades y el Municipio de Río Grande, siempre estuvo abierto al diálogo en materia de consolidar las bases identitarias de su comunidad.
El puente colgante sobre el río Grande es, entonces, tiempo y recuerdo para nuestros mayores y un verdadero emblema del pasado para todos aquellos que hemos escogido este suelo, como una alternativa válida y diferente de vida.
El puente gritaba ayuda
Los vientos de diciembre hicieron lo que no logró el tiempo. Ráfagas de más de cien kilómetros por hora, hicieron que la estructura histórica del viejo puente José Menéndez roce las aguas del río Grande, haciendo que su papel en el progreso del pueblo casi desaparezca.
Ahí, de inmediato y según las crónicas periodísticas, comenzaron los cruces de funcionarios municipales y provinciales, señalando a uno y mirando a otro lado. Las responsabilidades no quedaron firmes, sin embargo la red dio lugar a descubrir ordenanzas y demás papeles públicos, que hablan de compromisos para con ese gigante de hierro.
Desde el viejo pueblo, ahora ciudad, se organizó un fallido acto de solidaridad al que sólo acudieron unos pocos riograndenses y luego de dimes y diretes mediáticos la Municipalidad comenzó tareas de salvataje aunque asumieron que es “estructuralmente irrecuperable”.
Los trabajos consistieron en la colocación de eslingas en una de las secciones transversales para soportar el tablero central del antiguo puente colgante. La idea es \"colgar\" las eslingas en la catenaria central que son los cables que pasan por encima y después engancharlas al piso del puente a la catenaria, en la parte que está en buenas condiciones de soporte y evitar el colapso” publicó recientemente el Portal Sur News.
Sin embargo, y aunque desde muchos años está detrás de la sombra del nuevo puente de hormigón, el casi centenario cruce tiene una biografía, que en nada envidia a otros de su misma edad.
El antiguo puente colgante facilitaría el tráfico de vehículos, peatones y ganado, aumentado por la mayor actividad, se construyó un puente colgante metálico de 100 metros con material procedente de EEUU. Estando ya finalizada la obra, aún no podía ser utilizado al ciento por ciento, debido al muy difícil acceso a las cabeceras por el mal estado del piso, en el que se formaba un escalón infranqueable. No pasó mucho tiempo cuando una Empresa alemana de Punta Arenas inició los movimientos de tierra necesarios para completar los terraplenes definitivos. Y la obra estuvo terminada.
No hay precisiones sobre la fecha de inauguración del novísimo puente colgante, pero todo indica que fue en 1918 que se inició la obra y que en 1920 quedó finalizada y librada al uso.
Esta historia, conformada sobre los recuerdos memoriosos de vecinos como don Aníbal Allen, Eduardo Van Aken y Sarita Sutherland, nos permiten agregar que dos matrimonios que residían en una modesta vivienda ubicada en la ladera del cerro del Águila, concretaban por turnos la percepción del tributo del peaje, el que bien vale la pena repasarlo:
Los peatones pagaban 20 centavos, de acaballo $ 1, y cruzarlo en automóvil costaba $ 5. Los piños de ganado ovino también pagaban, pero la memoria flaquea y no hay forma ya de recordar el costo de su peaje.
Nuestros informantes también agregan que éstos precios mínimos sólo fueron cobrados durante un corto lapso de tiempo y que definitivamente dejaron de percibirlo cuando el puente fuera donado al gobierno del territorio.
El típico ruido del sonar de las gruesas tablas del piso enmudecieron justo cuando cumplía 40 años de servicios y era reemplazado por el que fuera construido en 1960 durante la gobernación de Ernesto Campos.
Hoy, la visión de los dos puentes nos habla de distintos momentos de la historia de Río Grande. Pero ese antiguo puente colgante que hizo méritos suficientes en el tiempo como para ser declarado Monumento Histórico, debe permitirnos rendir dos homenajes: A la actividad que propició los primeros asentamientos poblacionales firmes y a los pioneros de esta tierra… hombres y mujeres que vinieron de diferentes latitudes con un ideal común: EL DE PROGRESAR EN PAZ Y LIBERTAD.
El adiós del puente colgante
La fuerte tormenta sumada a la desidia y falta de previsión de las autoridades, fueron el tiro de gracia para el centenario puente colgante, ícono de la historia de la ciudad de Río Grande, que esta tarde de viernes cayó finalmente a las aguas del río. La estructura estaba pendiendo de arreglos provisorios tras ceder algunos de sus tensores, juntando numerosos planchones de hielo que arrastraba la corriente en los últimos días. El fuerte viento hoy puso punto final al puente por el cual semanas atrás se movilizó el Centro de Antiguos Pobladores.
El 13 de diciembre de 2010 se había producido el colapso parcial del puente a partir de fuertes ráfagas de viento, día desde el cual se anunciaron numerosas gestiones y trabajos que solo quedaron en reparaciones provisorias, en reemplazo de los tensores que se cortaron y dejaron uno de los sectores semisumergidos en las aguas del río Grande.
Los fuertes vientos llevaron al colapso del puente desde el sector donde se habían producido los desprendimientos de tensores, sobre la margen sur del río, quedando la estructura soportada solamente desde la margen norte, en lo que será un inminente desprendimiento de la estructura total.
El viejo puente colgando estaba declarado como «Patrimonio Histórico, Cultural y Arquitectónico Municipal» y «Monumento Histórico Provincial», además de contar con media sanción en Cámara de Diputados a la espera de un pronunciamiento en el Senado, para ser declarado por el presidente Mauricio Macri como «Monumento Histórico Nacional»; a pesar de lo cual nunca se destinaron fondos ni esfuerzos para su recuperación, a pesar de que se venía alertando desde hace muchos años sobre su deterioro.
Ya incluso fue un llamado de atención evidente el que se prohibiera la circulación por sobre el mismo, desde hace muchos años, a causa del deterioro evidente que incluso logró resistir la gran crecida del río Grande en el 2006, que llegó a sumergir parte de su estructura, que se mantuvo intacta en ese entonces, para que finalmente el 4 de agosto del 2011 se desprendiera la mayor parte que quedaba del puente y llevando gran parte de la historia a las aguas del río, dejando solo los tensores colgados y oxidados con el tiempo.
Monumento al olvido
Luego de tantos años, continúan los tensores que cada vez se tiñen más y más de oxido. Se ha convertido en un monumento a la desidia, ya que las promesas se las llevó el mismo viento que dejó caer y olvidar al puente.
El 12 de noviembre de 2018, la entonces senadora nacional Miriam Boyadgian y el diputado ‘Tito’ Stefani anunciaban la recuperación y “puesta en valor del antiguo puente colgante de Río Grande”. Hasta se presentó una imagen ilustrativa sobre como quedaría el proyecto terminado, se aseguró que “Este es el puente más antiguo de la Patagonia y por eso estamos trabajando para recuperar un símbolo de Tierra del Fuego y un orgullo de todos los fueguinos”.
Los años pasaron y Río Grande cumplíó 100 años, el puente sigue sin aparecer, no se hicieron ni las estructuras para los tensores. El puente es una de las obras más importantes de nuestra ciudad, marcó un antes y un después en la historia, y a pesar de las tantas campañas u/o abrazos solidarios por los antiguos pobladores, no se ha visto ni un movimiento de suelo.
Cabe destacar que, cada gestión ingresante se encarga de hacer cambios, incorporar tecnología, nuevos espacios para el vecino, pero se olvidan muchas veces de que pertenecemos a una historia, nacimos y somos lo que somos por los antiguos habitantes de nuestra tierra. El puente cumple 10 años desde que se cayó, 10 años menos de historia, años perdidos por el desinterés.
Lo que hoy es....
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