Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido

Click aquí para activar las notificaciones y recibir las noticias directamente en su escritorio.

Ushuaia

24 horas al filo de la muerte en un glaciar de Ushuaia

Eitan Shaked cree que va a morir. Con su teléfono graba videos de despedida. Le dice a su mamá que tiene frío. Saluda a su padre. A sus hermanas. Deja anotado el password para que alguien pueda desbloquear el dispositivo. Está herido en una grieta de una montaña en Ushuaia, sin señal, lejos del sendero.

Casi se revienta el ojo derecho. Se quebró la pelvis. La mano y el codo de su brazo derecho. Tiene fracturas en las piernas. Si un dron lo filmara desde un plano cenital no se lo distinguiría. La cámara captaría rocas. Hacia arriba, la laguna y el hielo del glaciar Ojo del Albino, uno de los más amenazados de la zona por el calentamiento global. Hacia abajo, la Laguna Esmeralda, el destino más concurrido por los turistas. Eitan está solo y nadie lo espera en la ciudad.

Cuando bajaba perdió el sendero. Siguió de todos modos, pese al descenso abrupto entre las rocas. En un peñón, descubrió que había calculado mal la distancia con una piedra: sus piernas estaban en el aire y sus manos se deslizaban… “Este puede ser el fin”, pensó. Y cayó. Unos 5 o 6 metros. Ahora, a sus 23 años, le toca enfrentar la muerte. Otra vez: como cuando tuvo cáncer.

Reconstrucción

En video, la historia completa. Con registros de Eitan y de los rescatistas.

Pudo haber sido de otra forma

“No estaba pensando con claridad. Pude haber evitado esto”, admite ahora a TN Eitan desde Haifa, Israel, donde estudia Ciencias de la Computación. “Uno piensa que no le va a pasar”, dice. Como él, muchos otros. Sin conocer el terreno, sin el equipamiento adecuado, sin radio para comunicarse o en soledad, salen a vivir de la naturaleza extrema, sin que nada ocurra. Hasta que pasa.

Volvamos al glaciar. Es el 8 de diciembre de 2021, poco después de las 15, y Eitan grita para pedir auxilio. Muy a lo lejos ve un grupo de gente que baja por donde sí transcurría el sendero. Ve que se detienen. Sigue gritando. Pero las personas reanudan la marcha.

Eitan casi no puede moverse por las heridas. Y si lo hace, puede seguir cayendo, porque la montaña baja en picada en ese sector. Se saca uno de los guantes para buscar comida en su mochila y en algún momento lo pierde. Mala noticia para cuando baje la temperatura.

Bajo su espalda corre un hilo de agua que baja del deshielo del glaciar. Es bueno porque puede beberla, pero al mismo tiempo puede congelarlo. Tiene galletas y cree que puede racionarlos hasta que lo encuentren, con vida, si es que tiene suerte.

Pese a la caída, siempre estuvo consciente. “Todo el tiempo estuve pensando: tenés que ser fuerte, tenés que sobrevivir”.

“Recordaba la película Inquebrantable (2014), en la que los soldados que están en el mar y empiezan a dividir una tableta de chocolate para aguantar hasta que los rescaten. Recordaba también lo que me había enseñado mi entrenador de Krav-Maga (el arte marcial israelí, tipo MMA) sobre mi fortaleza mental. Trataba de mantenerme fuerte”, explica. No es religioso, pero hablaba con Dios. ¿Con quién, si no?

Eitan apostaba a que un compatriota que había conocido en el hostel -otro joven como él, viajando por el mundo después de tres años de servicio militar- recordara que él le había dicho que iría al Ojo del Albino y le llamara la atención que no hubiera regresado. O que sus alumnos de matemática -al día de hoy sigue dando clases virtuales- se sorprendieran de que no hubiese estado en horario, como siempre, y se generara alarma. Eitan sabía que lo iban a encontrar. Vivo o muerto.

Así fotografiaron a Eitan desde un helicóptero.
Así fotografiaron a Eitan desde un helicóptero.

Cuando se subestima a la naturaleza

¿Por qué alguien decide lanzarse a recorrer una montaña en condiciones de riesgo? Seguro debe ser una pregunta que se hacen en la Comisión de Auxilio de Ushuaia -la integran Defensa Civil, bomberos, fuerzas policiales y voluntarios de instituciones de la zona- cada vez que salen a realizar un rescate.

Solo en la temporada 2021-2022 realizaron 72 operativos, la cifra más alta de los últimos 5 períodos. La gran mayoría en la Laguna Esmeralda, por donde pasó Eitan antes de seguir hacia arriba. En esa zona está todo señalizado, pero al ser tan popular ese camino de 2 horas que es el lugar que concentra más tareas.

En el Ojo del Albino -para llegar son dos horas más- hubo tres rescates, uno fue el suyo. Puede ser un lugar hermoso pero también es trágico. En enero de 2018, el viajero británico David Minn, de 24 años, fue hallado sin vida, al parecer después de sufrir una caída de unos 30 metros, no muy lejos de donde se accidentó Eitan. Y el 2 de abril de 2021, Carla Ferrelli, una turista de Necochea de 28 años, murió de hipotermia en el marco de una excursión de una agencia sin autorización oficial, que hoy enfrenta una causa judicial.

“Esa zona es un morro, todo erosionado por el glaciar. La piedra es redonda. Apenas se moja se pone muy patinoso. En el último escalón que bajás hay un acantilado como de 70 metros”, explica Martín Menci, personal de Defensa Civil que integra en la Comisión de Auxilio y rescató a Eitan.

El cambio climático, un aliado inesperado

Es una situación en cierta forma paradójica. Los viajeros acuden a Ushuaia a obtener una experiencia vital plena, pero el escenario de la cordillera es más riesgoso de lo que muchas veces se asume, y ese error puede significar una vida. En esa paradoja está Eitan. Es su segundo día en Ushuaia. No lo escucharon cuando gritó por socorro.

La noche cayó tarde, como siempre en el sur en la frontera de la primavera con el verano. No perdió nunca la consciencia. Se saca fotos para ver cómo está. Cuando empieza a oscurecer y al fin logra colocarse la campera, con mucho dolor, graba mensajes para su familia y sus amigos. Pero esta noche tendrá suerte: no será tan fría.

Por la grieta donde ahora está Eitan, antes estuvo el glaciar. Como ocurre con todos los glaciares del mundo, por la crisis climática, se retrajo. Y lo sigue haciendo: los investigadores creen que el Ojo del Albino es uno de los más afectados en Ushuaia, donde las cumbres son bajas -no superan los mil metros- y más vulnerables al ascenso de la temperatura.

La temperatura media viene en claro ascenso en la isla. “Pero como es el promedio, se pierden de vista los extremos. Y hay días de verano que hace mucho calor, lo que no permite que se asiente la nieve que cayó el invierno”, explica a TN el hidrólogo Rodolfo Iturraspe, autor del libro Glaciares de Tierra del Fuego.

Los glaciares de la isla se cargaron y se expandieron durante un período frío, una pequeña edad de hielo, que duró hasta 1850, lo que coincide con la época industrial. Que la temperatura promedio suba 1° grado implica unos 200 metros”, señala Iturraspe. Es decir, el hielo de esa franja se retrae.

Otro experto, el geólogo del Conicet Federico Ponce -que está por publicar un paper científico sobre el Ojo del Albino-, señala que “los estudios recientes indican que este glaciar ha disminuido su superficie en un 40 por ciento durante los últimos 50 años”. Y que “aproximadamente la mitad de este retroceso ocurrió en los últimos 10 años”.

“Si la tendencia climática de las últimas décadas continúa, es de esperar que la mayoría de estos glaciares desaparezcan durante la segunda mitad del siglo”, señala Ponce.

El glaciar Ojo del Albino ha disminuido su superficie en un 40% en los últimos 50 años. Y la mitad de este retroceso ocurrió en los últimos 10 años.
Este año se estrenó Hostil, un documental dirigido por Fernando Urdapilleta que combina la exploración del retroceso de los glaciares con el registro con una cámara de Street View Trekker de Google, lo que permite que ahora se pueda navegar el mapa con la misma facilidad con que se navega por las calles de la ciudades. La idea del equipo de cine fue dejar un documento de lo que estamos perdiendo, tanto en la película como en la aplicación.

En esa película aparece el montañista Leandro Hernández. “Yo salgo a los glaciares desde 2003. El Ojo del Albino es uno de los más bonitos de Ushuaia. Pero viene como los otros viene retrocediendo fuerte”, dice a TN.

El 8 de diciembre de 2021, la mínima fue de 4° y la máxima de 15°. El 9 de diciembre, la mínima fue de 11°. “Esa noche no fue para nada fría, eso lo ayudó”, explicará luego Tincho, uno de los rescatistas de Defensa Civil que forma parte de la Comisión de Auxilio.

De alguna manera, Eitan se salva -al menos en parte- por el calentamiento global.

El helicóptero de rescate se acerca a la Laguna Esmeralda para buscar a Eitan.
Pasadas las 10 de la mañana del 9 de diciembre, Ignacio Allende camina por el sendero que sube al glaciar junto a un grupo de turistas. En un arroyo paran a tomar agua. Y escucha algo que le llama la atención. “No siento que sea un grito de auxilio. Es un ruido que desentonaba con los sonidos naturales del ambiente -recuerda ahora ante TN-. Y le pregunto al resto si escuchaba algo. Y empezamos a mirar arriba, por encima de la zona conocida como los paredones. Y Enzo, uno de los chicos, distingue un puntito negro, alguien que movía una mano, y que podía ser alguien pidiendo ayuda”.

Ignacio no podía dejar a su grupo solo en la montaña para tratar de llegar hasta donde estaba Eitan. Lo que hizo fue subir un poco más, donde pudiera captar algo de señal de radio, y comunicarse por VHF con la Comisión de Auxilio y marcarle el lugar. Eso activó el operativo que le terminaría de salvar la vida a Eitan. Un helicóptero privado pasó por el lugar y confirmó su ubicación. Pasadas las 14 llegaron los rescatistas, a pie. Casi un día después de la caída del turista israelí.

Un guía que visita con frecuencia el glaciar escuchó un sonido extraño. Ni siquiera un grito. Puso en alerta a su grupo y gracias a eso lograron ubicarlo a lo lejos. Un puntito negro en la montaña.
El grupo de rescate terrestre se aseguró con cuerdas y bajó a buscar a Eitan. Él recuerda la sombra de una silueta que se le apareció y lo vivió como si se encontrara con un ángel. “Hola, amigo. Estás muy lejos del sendero”, es lo primero que entendió Eitan. No sabe español. Y empezó a hablar un poco en inglés. Le contestaban también con algo de inglés. Le preguntaban cualquier cosa, con tal de mantenerlo despierto.

Los rescatistas filmaron buena parte de su tarea. En los videos se ve la pericia que debieron demostrar para acomodar a Eitan sobre un camilla sked, enrollable. Se lo escucha con dolor y se lo ve temblar del frío. Se observa que lo cubren con una manta térmica. Y piden el rescate aéreo. Pero no iba a ser tan sencillo. El equipo tuvo que trasladarlo a una zona más alta, sorteando los accidentes de la montaña, durante una hora y media más, hasta llegar a un lugar donde pudiera acercarse el helicóptero, sin tocar el suelo, y recibir a la camilla con Eitan.

A los pies del glaciar, los rescatistas de la Comisión de Auxilio festejaron. En el helicóptero, Eitan descubrió que su mochila estaba en tierra, con su teléfono. Y que si tomaba señal, los dramáticos videos que había grabado podían empezar a viajar por la red.

Una cadena de afecto

¿Existen personas que pueden recordar con precisión los números de teléfono de sus padres, sus hermanas, su ex novia? Existen. Eitan es una de ellas. En el Hospital Regional de Ushuaia lo estabilizaron. Y antes de llevarlo a cirugía, un médico que sabía inglés le facilitó su propio celular para que llamara a su madre y a su ex pareja, con quien había estado de viaje meses antes, para que lo ayudara con su seguro médico.

En el hospital, los doctores le contaron la cruda verdad: no podría haber sobrevivido m´s de 12 horas en la montaña. Ya enfrentaba un neumotórax e iba a morir de hipotermia. Le dijeron que tal vez no podría recuperar del todo su mano. Y lo sometieron a una primera cirugía en la pelvis.

Cuando Eitan recuperó su teléfono, pudo completar la comunicación con su familia. Su ex novia había pedido en un grupo de viajeros israelíes en internet que quienes estuvieran en Ushuaia lo fueran a visitar. Y fueron. Y siempre se sintió acompañado por ellos y por residentes vinculados a la colectividad judía, algunos que fueron sus padres postizos. “Y el personal del hospital fue increíble, muy profesional, y siempre me apoyaron. Jamás me sentí solo”, agradece hoy Eitan.

El joven israelí tiene un archivo con cada uno de los nombres de las personas que lo ayudaron. En Ushuaia y en Buenos Aires, a donde fue trasladado en un avión sanitario, para continuar su recuperación. Una de sus hermanas viajó desde Israel para estar más cerca. Y finalmente regresaron a su país, para iniciar la rehabilitación. Había que volver a caminar. Y luchar para recuperar esa mano.

“En la montaña comencé a tomar videos porque creí que podrían ser mis últimas palabras para las persona que amaba. Además quería que supieran por lo que estaba pasando. Después del accidente lo pensé un poco más, y supongo que los videos también eran para mí, para registrar los momentos, recordarlos, lidiar con la situación, hablar sobre ella”, dice desde Haifa.

Los aprendizajes de haber enfrentado el cáncer

Eitan Shaked (a la derecha, con capucha), con otros adolescentes que enfrentaron el cáncer, en una actividad en los Países Bajos, en 2014. Uno de ellos, Julian Kasanowicz, era argentino.
Eitan Shaked (a la derecha, con capucha), con otros adolescentes que enfrentaron el cáncer, en una actividad en los Países Bajos, en 2014. Uno de ellos, Julian Kasanowicz, era argentino.
A los 15 años, Eitan enfrentó un cáncer agresivo en etapa 3. Era un linfoma. “Un tumor bastante grande estaba aplastando mi tráquea. Tenía 2 milímetros de espacio para el aire. Los médicos estaban sorprendidos de que todavía pudiera respirar y estuviera vivo. El cáncer era agresivo, pero por suerte respondió bien a la quimioterapia masiva. Fue un largo tratamiento de ocho meses”.

“Creo que la experiencia del cáncer me ayudó mucho con el accidente en Argentina: reunir la fuerza mental, tener fe y familiarizarme con los entornos hospitalarios. Tal vez sin el cáncer de antes, no hubiera podido lidiar con el accidente como lo hice”, opina Eitan.

Esa fue la primera vez que enfrentó la posibilidad de la muerte. La segunda fue en la soledad de la montaña en Ushuaia. Recordó aquella experiencia pero se aferró a la necesidad de sobrevivir. Y por eso dice: “Espero que mi historia pueda ayudar a más personas a creer en sí mismas y no darse por vencidas, especialmente aquellas que están en recuperación”.

Un mensaje tras haber estado al límite
Hoy, cuando tiene un mal día en la universidad, o está preocupado por algo mundano, Eitan regresa a los videos que grabó a los pies del glaciar y entiende, otra vez, que nada es tan importante como estar vivo o disfrutar de la familia. Eitan no explica su experiencia como un antes y un después en su vida. “Sigo siendo yo, pero más relajado”, dice. Pero sí aprendió cosas más sencillas como disfrutar de la familia y los afectos en otro nivel.

“Un mensaje que tengo después del accidente es que espero que la gente aprenda de él y sea más cautelosa, que salga con el equipo correcto cuando salgan a explorar la naturaleza. Espero que después de este artículo, menos gente piense ‘a mí no me va a pasar’”.

Lo dice Eitan, que en Ushuaia había descargado un mapa en su teléfono y tenía geoposicionamiento. Y que había recorrido largos senderos de trekking en otros países como Colombia y Perú. Antes, incluso, llegó a subir a la cima del Kilimanjaro, la cumbre más alta de África con sus 3962 metros sobre el nivel del mar.

"Espero que ahora muchos menos piensen: esto no me va a pasar a mí. Y sean cautelosos".
A los 56 días del accidente volvió a caminar. Y hoy recuperó su mano herida en un 99%. Hace deportes. Corre. Salta la soga. Nada. Viaja. Estudia. Con su familia donó material de rescate a la Comisión de Auxilio para que sigan haciendo su trabajo. Mientras tanto, sueña con regresar a la Argentina y encontrarse con todos los que lo ayudaron en Buenos Aires y en Ushuaia y compartir asados y vinos con ellos.

Es una deuda que siente, pero también una evidencia del afecto recibido.

”Hace algunos días estaba pensando...si pudiera cambiar lo que me pasó, llegué a la conclusión de que no cambiaría nada. Tuve una experiencia asombrosa. Hay muchas formas de verlo. Estuve rodeado por tanta gente increíble. No quisiera cambiar nada”.

Compartinos tu opinión

Te puede interesar

Últimas noticias

Fotos

Queremos invitarte a conocer Tierra del Fuego a través de sus maravillosos paisajes.

DJI_0453.jpg

ver todas las fotos

Videogalería Ver más

Momentos TDF

Teclas de acceso