Cayetano Santos Godino, conocido como el "Petiso Orejudo", permanece en la historia criminal de Argentina como el primer asesino en serie documentado del país. Su vida y crímenes estremecieron a la sociedad de principios del siglo XX y lo convirtieron en una figura de terror en Buenos Aires y, más tarde, en la prisión de Ushuaia, donde pasó sus últimos días.
Una infancia de violencia y abandono
Nacido en Buenos Aires el 31 de octubre de 1896, Cayetano creció en un hogar marcado por la violencia y el abandono. Su padre, un inmigrante italiano alcohólico y violento, golpeaba tanto a su esposa como a sus hijos. A muy temprana edad, Cayetano mostraba comportamientos alarmantes: era violento con otros niños y ya comenzaba a cometer pequeños crímenes. A los siete años, agredió por primera vez a un niño menor, dejándolo gravemente herido.
Crímenes de una brutalidad incomprensible
Los asesinatos de Godino fueron particularmente crueles. Desde quemar a una niña hasta clavar un clavo en la cabeza de otra víctima, su método no mostraba ningún rastro de empatía. Para cuando cumplió los 16 años, ya se le atribuían al menos cuatro asesinatos y múltiples intentos de homicidio, todos dirigidos a niños pequeños.
Prisión y experimentos en la "cárcel del fin del mundo"
La justicia determinó que Godino no era apto para el sistema penitenciario común, pero debido a la gravedad de sus crímenes, fue confinado en la cárcel de Ushuaia, conocida como la "cárcel del fin del mundo". Allí, se convirtió en un paria entre los prisioneros, quienes lo despreciaban por sus crímenes contra niños. Durante su tiempo en prisión, se convirtió en objeto de experimentos médicos. Se le realizaron procedimientos quirúrgicos en sus orejas, bajo la teoría de que reducir sus prominentes lóbulos podría influir en su "instinto criminal".
Un final violento y oscuro
El 11 de noviembre de 1944, Cayetano fue hallado gravemente herido en su celda, sangrando por una hemorragia interna. La versión oficial señala una úlcera no tratada como la causa de su muerte, pero las leyendas en el penal afirman que había sido brutalmente golpeado por otros internos, molestos porque había estrangulado a la mascota de la prisión, un gato.
Su muerte no puso fin a su leyenda macabra. Su tumba, ubicada en el cementerio adyacente a la cárcel, fue profanada y sus restos desaparecieron. La leyenda cuenta que el cráneo del "Petiso Orejudo" terminó como pisapapeles en el escritorio de la esposa de un director del penal.
Un legado oscuro en la historia criminal argentina
La historia de Cayetano Santos Godino, hoy exhibida en el museo del ex penal de Ushuaia, continúa generando un interés mórbido. Su caso es considerado un hito en la criminología argentina, no solo por la violencia de sus crímenes, sino también por los análisis y estudios psicológicos que desató en su tiempo.
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