
La historia de este bloque de hielo se remonta a más de tres décadas atrás, cuando permaneció casi inmóvil en las frígidas aguas antárticas. Hace tres años inició su viaje hacia el norte, manteniendo su estructura casi intacta. Sin embargo, recientes observaciones satelitales revelaron un drástico cambio: científicos del Servicio Antártico Británico detectaron que alrededor de 80 kilómetros cuadrados se separaron del cuerpo principal del iceberg, lo que representa la primera señal de un proceso de desintegración más amplio.
La expedición que monitorea su evolución incluye a la glacióloga argentina Soledad Tiranti, quien confirmó la aparición de numerosas grietas profundas en la enorme placa de hielo. Por su parte, el oceanógrafo físico Andrew Meijers, que sigue el recorrido de A23a mediante imágenes de satélite, advirtió que esta fragmentación inicial podría desencadenar más rupturas a corto plazo.
Uno de los motivos de preocupación radica en las corrientes marinas del océano Austral, especialmente la Corriente Circumpolar Antártica, que arrastra el iceberg hacia la isla Georgia del Sur. Esta zona constituye un territorio crucial para pingüinos y focas, ya que allí obtienen su alimento. Si el fragmento de hielo encalla en las aguas someras de la región, los expertos temen que se vean afectados los patrones de alimentación de las crías de estas especies.
Aun así, la separación de la sección de 19 kilómetros podría implicar, según Meijers, un posible beneficio para la fauna local. Una fragmentación en bloques más pequeños permitiría a los animales marinos desplazarse con menos obstáculos en busca de alimento. En sintonía, Tiranti señaló que el rumbo definitivo de A23a se definirá en función de las corrientes y temperaturas del océano Austral, que continúan propiciando nuevas grietas y desprendimientos.
Mientras los investigadores vigilan atentamente la trayectoria de A23a, la prioridad se centra en evaluar las consecuencias ambientales que derivarían de este proceso de desintegración. El balance entre posibles inconvenientes y ventajas para el ecosistema marino sigue siendo objeto de estudio, a medida que el colosal bloque de hielo prosigue su camino hacia latitudes más templadas.
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