La situación llegó a un punto tal en el que las empresas del sector no pueden salir a buscar más clientes. Según Ravazzano, “la mayoría de las empresas no tiene materia prima, por lo tanto, si se quieren aumentar las ventas no hay con qué hacerlo. Estamos decidiendo si abrimos cuentas nuevas, porque ganar un nuevo cliente implicaría sacarle a otro para abastecerlo”.
Los insumos que no ingresan al país son micro ingredientes que se utilizan en las mezclas junto a los cereales y las harinas de origen vegetal o animal. En concreto, son vitaminas, minerales, aminoácidos y una serie de aditivos tales como los acidificantes, colorantes, edulcorantes, o antioxidantes, todos necesarios para que el alimento sea balanceado, dure en el tiempo y que sea apetecible para los animales.
Estas mezclas son fundamentales porque hacen a la eficiencia del producto y con ellos se logra que el alimento sea atractivo para una mascota o que brinde alguna propiedad estética. Pero en el caso de la alimentación para animales de granja, son determinantes porque con ellos se hace más eficiente la conversión, entre otros atributos que son muy valorados en las actividades porcina, avícola o lechera.
Si bien este sector tiene una balanza comercial deficitaria (u$s300 millones de importaciones contra u$s200 millones de exportación anuales), se debe tener en cuenta que son un eslabón clave en el agregado de valor en las cadenas que convierten granos en carne, que generan divisas para la Argentina por más de u$s4500 millones al año.
Según Ravazzano, existe un diálogo fluido con el Gobierno, con todas las áreas de la órbita productiva, sin embargo, las decisiones en materia de importaciones se toman en el seno de la Secretaría de Comercio, que conduce Matías Tombolini. “En todo momento nos dicen que entienden la situación y que se tiene que resolver a la brevedad, que nuestra industria no puede estar con demoras de materias primas”.
Fuentes extraoficiales confirmaron a este medio que en varias dependencias del Gobierno se reconoce la falta de dólares para las importaciones pero aseguran que se van atendiendo las demandas de los sectores más sensibles, a los cuales se les brinda cierta prioridad. Ese no sería el caso de las industria de la alimentación animal, que ya no cuenta con el stock de seguridad habitual por lo tanto en las fábricas se evalúa semana tras semana qué se puede elaborar y qué no.
Esta situación también la confirmaron desde el sector pecuario. José Dodds, coordinador de la Federación de Productores Porcinos de Argentina, le explicó a Ámbito que “los micro nutrientes no son más del 3% de la ración del alimento pero, si faltan, podemos tener enfermedades en aves o hasta canibalismo en los cerdos. Si no ingresan al país pronto, va a caer la productividad. Están pegándole un tiro en el pie a la producción local”.
El impacto podría llegar hasta las góndolas. El pollo y el cerdo son carnes sustitutivas de la vacuna y en mayor medida las consumen los hogares de menos recursos.
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