El nuevo primer ministro inglés Rishi Sunak, de la misma línea de Boris Johnson y Elizabeth Truss, sus antecesores, difícilmente tenga el propósito de hablar con Argentina por la situación de las Islas Malvinas, usurpada por sus antecesores hace 189 años. Para él, las islas están muy lejos en distancia real y en la carpeta de asuntos que tiene que atender en los primeros cien días de gestión.
De todos modos, en los últimos días se produjo un hecho que podemos considerar favorable para la causa Malvinas: La Organización de Naciones Unidas (ONU) determinó el fin del dominio de Gran Bretaña sobre el archipiélago de Chagos, en el centro del océano Indico, y que la república de Mauricio, país de África Oriental, siempre reclamo como suyo.
A pesar de la negativa inglesa a acatar lo dictaminado por Naciones Unidas, recientemente el secretario de Estado para Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones (el equivalente de nuestro canciller) anunció que “el Reino Unido y Mauricio acordaron entablar negociaciones constructivas, con miras a llegar a un acuerdo a principios del próximo año”.
Todo indica que en 2023 las islas que conforman Chagos volverán a la jurisdicción del país africano que siempre reivindicó la posesión. Si bien esas islas en medio del océano Índico tienen una significativa importancia por ser punto de vinculación con África, Asia y Oceanía, no pueden compararse con el valor estratégico que poseen nuestras islas, que disponen de una variada riqueza, con la pesca como su principal recurso, y un alto potencial en hidrocarburos. Por eso, podría deducirse que los ingleses querrán mantener su habitual reticencia a hablar con el Gobierno argentino sobre los territorios australes.
Pero, nuestros representantes, como el mendocino Guillermo Carmona, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, se muestran optimistas ante una posible variación de las circunstancias. Para nuestra Cancillería, el caso Chagos-República de Mauricio, “es trascendental” y en base a ese ejemplo, los ingleses deberían cumplir con la resolución 2065 de la ONU, de diciembre de 1965, por la que se reconoce la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las Islas Malvinas y estableció que el caso se encuadra en una situación colonial que debe ser resuelta.
Si bien el antecedente del Caso Mauricio es muy importante para la causa argentina, habrá que ver cómo actúa la nación europea en relación con las pretensiones nacionales de recuperar el suelo que ocupa ilegítimamente. Es de esperar que se abra alguna puerta de contacto entre las autoridades de los dos países, en vista de los reclamos argentinos y que el antecedente de política internacional descripto, obre a nuestro favor.
Nos parece que habrá que contar con mucho más que el genuino optimismo del canciller Santiago Cafiero, cuando sostiene: “Hay que perseverar en todas las instancias. Con el caso de Chagos quiere decir que no está todo dado (…) El mundo está en tensiones y nosotros tenemos la razón. Por eso seguimos avanzando y es tan importante sensibilizar a la comunidad internacional como a las fuerzas vivas de la Argentina”.
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