
Fue un crimen de guerra que los ingleses interpretan como un lamentable error.
En conmemoración de su muerte, el 26 de abril fue instituido como el Día del Maquinista de la Armada Argentina. Artuso fue condecorado con la medalla “La Nación Argentina al muerto en combate” y declarado, por ley, héroe nacional.
En el 2001 quedó constituida la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas, presidida actualmente por el general de brigada retirado Sergio Fernández, que durante el conflicto fue, como teniente primero, jefe de una sección de la Compañía Comando 601. Decididos a reactivar asuntos pendientes, esta asociación se propuso en el 2013 encontrar una solución para viajar a la tumba del único caído en tierra que aún no había podido ser visitada.
Fueron innumerables reuniones, donde se despejaron dudas y se buscaron consensos. Se interesó, además, al Ministro de Defensa y al Secretario de Malvinas de la cancillería argentina.
La respuesta fue negativa.
La cuestión había llegado a un punto muerto. Sergio Fernández hablaba habitualmente con Karina Artuso, la más compinche de su papá. La mujer se mostró en un principio descreída e incrédula, a tal punto que no le reveló a sus hermanos que estaba conversando sobre la posibilidad de viajar. Lo hizo casi a último momento.
Cuando no pareció haber una solución, Marcelo De Bernardis, reconocido maratonista, lo llamó a Fernández y le adelantó su intención de ir a las Georgias a rendir homenaje. “A ustedes los manda Dios”, le respondió.
Irían con Quark, una empresa de cruceros canadiense, que con el buque Ocean Diamond, saldrían de Ushuaia, harían Georgias y la Península Antártica. La empresa destaca de ese archipiélago la vida silvestre, los glaciares, los fiordos, los pingüinos monarcas de Salisbury Plain y los elefantes marinos, y las promociona como “las Galápagos del polo sur”.
Personal de la Armada los acercó a Buenos Aires. De ahí el 3 de diciembre volaron a Ushuaia, donde embarcaron. “Cristian, Karina y Carolina lo vivieron con mucha emoción, fue un momento único en sus vidas”.
Finalmente ayer domingo fue la visita a la tumba. Luego de desembarcar, pasaron por la planicie de Salisbury y de ahí a Gritviken y su cementerio, donde también está enterrado el explorador irlandés Ernest Shackleton.
Los hijos pusieron una única condición: estar un momento a solas ellos tres.
Llevaron dos placas, una con sus nombres y otra una foto de su papá en acrílico. Es lo que se permite por disposiciones vigentes, más que nada por cuidado del medio ambiente.
Luego de la visita privada, rindieron homenaje cinco argentinos: Marcelo de Bernardis, oficial de reserva del Ejército y tres veteranos de guerra: el almirante Daniel Martin, el cabo Alberto Macías, los dos del submarino Santa Fe, y Daniel Cobos Porta, de la corbeta Guerrico. Completó el contingente el hijo del almirante Martin.
Sobre la tumba desplegaron una bandera argentina, que tuvo un profundo sentido: cuando los ingleses lo enterraron, no cubrieron el féretro con ninguna bandera argentina, a pesar de que se disponía la que llevaba el submarino.
Con una grabación, un clarín tocó a silencio.
A última hora de la tarde, embarcaron y partieron hacia la Antártida. Los tres hermanos cumplieron un anhelo que llevaba ya cuarenta años: el de decirle adiós a su papá.
Un homenaje que esperó 40 años. Cristian, que tenía 8 años cuando su papá fue a la guerra, por fin visita donde fue enterrado. (Gentileza Familia Artuso/Sergio Fernández)
Karina Artuso, la hija del medio, decían que era la más compinche del padre. (Gentileza Familia Artuso /Sergio Fernández).
Carolina Artuso, la hija más chica.
El entierro de Artuso en abril de 1982. El féretro no está cubierto por la bandera argentina.
Un merecido homenaje: en el centro De Bernardis, a su lado el almirante Martin, Alberto Macías y Cobos Porta. (Gentileza Lucas Martin).
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