La iniciativa, propiciada por Domingo Faustino Sarmiento, promovía el desarrollo de estas instituciones con el fin de difundir el libro y la cultura.
Por aquellos años, Sarmiento ejercía la Presidencia de la Nación y el Dr. Nicolás Avellaneda era su Ministro de Instrucción. Ambos habían impulsado el proyecto que rápidamente, el Congreso de la Nación, convertiría en Ley. Apenas sesenta años tenía la Patria, cuando estos hombres vislumbraron la importancia del rol educativo y social que el futuro reservaba para las bibliotecas populares.
Se estaba construyendo una nueva Nación, cuya población, para entonces compuesta mayoritariamente por inmigrantes, necesitaba con urgencia un agente catalizador que amalgamara en un solo pueblo, las diferentes culturas que lo iban nutriendo.
Argentina cuenta con casi 2000 bibliotecas populares distribuidas a lo largo de todo el territorio nacional, en las que se ofrecen actividades culturales en forma amplia, libre y pluralista. La primera de ellas nació en San Juan en 1866, provincia natal de Sarmiento. Es bajo su iniciativa y la contribución de otro conjunto de personas que se conforma su acervo. Por Decreto Nº 1932/90 se establece el día 23 de setiembre para conmemorar el día de las bibliotecas populares.
¿Qué es una biblioteca popular?
Una biblioteca popular es una asociación civil autónoma creada por la iniciativa de un grupo de vecinos de una comunidad. Ofrece servicios y espacios de consulta, expresión y desarrollo de actividades culturales, de la lectura y de extensión bibliotecaria en forma amplia, libre y pluralista.
Las bibliotecas populares son dirigidas y sostenidas principalmente por sus socios y brindan información, educación y recreación por medio de una colección bibliográfica.
Sus orígenes estuvieron inspirados en los Clubes de Lectores, ideados por Benjamín Franklin en 1727 en la ciudad de Filadelfia, y en las experiencias estadounidenses de creación de bibliotecas en aldeas y ciudades.
¿Por qué son importantes?
Las bibliotecas populares son verdaderos referentes de la democratización del acceso a la información, al conocimiento y a la cultura. Son estandartes de la lucha contra la desigualdad. En ellas no solo se toma contacto con la información, sino que también en muchas ocasiones los integrantes de la comunidad acceden en su espacio a lazos de integración, y compromiso social.
El acceso a la educación, la información y el conocimiento se presentan como la única vía para lograr transformar las desigualdades del orden social global. Las bibliotecas contribuyen de manera significativa a afrontar la brecha digital y las desigualdades de información resultantes. Es en este contexto donde la misión de la biblioteca popular, como institución de libre acceso a la información, al conocimiento y a la cultura de todas las personas independientemente de su edad, raza, sexo, religión, nacionalidad, idioma, o condición social o situación personal, desempeña un papel esencial en la erradicación de las desigualdades, promoviendo, junto a otras organizaciones e instituciones gubernamentales y de la sociedad civil, la trasformación social necesaria que genere una sociedad más inclusiva, salvando la brecha social y la brecha digital y ayudando así a incrementar la justicia social, la redistribución de la riqueza y del conocimiento, en tanto capital simbólico.
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