
En esa lista de mandatarios también están Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Sáenz (Salta), Leandro Zdero (Chaco), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Gustavo Valdés (Corrientes), Hugo Passalacqua (Misiones), Claudio Poggi (San Luis), Jorge Macri (Ciudad de Buenos Aires), Rolando Figueroa (Neuquén) e Ignacio Torres (Chubut).
Los dos gobernadores hacen equilibrio y evitan definiciones contundentes. Quieren esperar y, al mismo tiempo, pretenden no caer en la crítica fácil y sistemática para saltar la convocatoria. Sus definiciones públicas los colocan en la fila de espera, así como a otros gobernadores el silencio los ubica en el grupo de los indefinidos acostumbrados a los caminos sinuosos. Los que no quieren romper todos los puentes con la Casa Rosada pero tampoco quieren diluir su perfil opositor.
En ese grupo que aún no han tomado una decisión clara están también Claudio Vidal (Santa Cruz), Gildo Insfrán (Formosa) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). El formoseño, histórico del peronismo del interior, tuvo un discurso muy duro con Milei en el inicio del año legislativo. Marcó su malestar pero no se dio de baja del pacto. Incluso, su ministro de Economía estará presente en la reunión de este miércoles en el Palacio de Hacienda, donde estarán la mayoría de sus colegas de todo el país.
“La historia nos enseña que este tipo de planes de gobiernos neoliberales terminan recurriendo a métodos violentos para sostenerse, debido a su inevitable pérdida de consenso ante los daños que generan”, fue una de las múltiples definiciones críticas que tuvo Insfrán en su discurso. Zamora aceptó la invitación oficial y el viernes estará en la Casa Rosada. El santiagueño es uno de los gobernadores más flexibles y pragmáticos de Unión por la Patria (UP).
El silencio es una postura política amparada en un sentido práctico. Esperar y saber manejar los tiempos en un contexto convulsionado, donde la situación económica es crítica pero, al mismo tiempo, el Presidente conserva un importante nivel de respaldo público. El resultado de esa cuenta - impensada para muchos peronistas que creen que con el paso de las semanas el respaldo a Milei se desintegrará - incomoda a algunos gobernadores tiempistas.
Solo tres mandatarios rechazaron con dureza el “Pacto del 25 de Mayo”: Axel Kicillof (Buenos Aires), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Ricardo Quintela (La Rioja). Todos son parte de UP. “Milei tiene que dejar de extorsionar a los gobernadores para que aprueben leyes”, dijo el gobernador bonaerense. “Si el Presidente no cumple las leyes, ¿cómo vamos a ir a un nuevo pacto?”, se preguntó el pampeano. “Te quieren someter. Hay un Estado que no funciona. Es imposible avanzar si te ponen como condición apoyar una ley que no se puede apoyar”, señaló el riojano, sobre la exigencia de respaldar una nueva Ley Ómnibus.
Si el Gobierno no sabe contener a los gobernadores que miran de reojo la convocatoria y no hace una propuesta formal concreta, es probable que el grupo de los tres se amplíe. En gran medida, dependerá de la oferta que hagan los ministros de Milei y lo que pidan a cambio. Y también de hasta dónde están dispuestos a respaldar los gobernadores el nuevo proyecto de ley que tanto necesita el oficialismo y que fue bloqueado por la mayor parte del arco opositor un par de semanas atrás en la Cámara de Diputados.
Hasta el momento Francos ha sido una pieza clave para restituir el diálogo con los gobernadores. En la Casa Rosada ya se sabe que el ministro del Interior arregla lo que el Presidente rompe. Pero Milei llegó demasiado lejos en sus agresiones y descalificaciones, y el clima se puso espeso. Fue Francos quien comenzó la negociación con cinco gobernadores para abrir el camino hacia el pacto propuesto por el primer mandatario, y coordinar una mesa de negociación donde el toma y daca no sea denostado. Su muñeca política será determinante para mantener el eje de la conversación.
Al final de la semana habrá un nuevo capítulo de la relación de Milei con los gobernadores, después de un sinfín de acusaciones, amenazas y chicanas. De los 24, hay 16 que están dispuestos a apoyar el pacto, tres que lo rechazaron y cinco que esperan definiciones más claras en la negociación que propuso abrir el Presidente, en búsqueda de gobernabilidad y tras una escalda sin límites que abrió heridas profundas que no se sanarán fácilmente.
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