l consumo se desvanece; los supermercados están desbastecidos y las tiendas, vacías; el transporte público no circula; las fábricas que no están paralizadas reorientaron su producción para hacer barbijos y otros insumos críticos para la lucha contra el virus; los puertos anularon sus movimientos; las aerolíneas internacionales suspendieron sus vuelos incluso hasta abril.
No todas las ciudades de China enfrentan semejantes condiciones, pero las \"restricciones de guerra\" por el coronavirus afectan a no menos de 60 millones de personas y ese escenario propio del cine catástrofe se irradia al resto del país. Tanto que sus inversiones, sus industrias, su comercio interno y externo se detienen progresivamente ante el avance de la epidemia y de las medidas de cuarentena impuestas por el gobierno de Xi Jinping.
Tironeado por la necesidad de detener el virus sin dañar una economía que ya se desaceleraba antes de la irrupción de la enfermedad, el régimen busca mantener el optimismo.
Pero hasta sus propios funcionarios advierten que el impacto económico del coronavirus sobre China puede ser incluso peor que el de la guerra comercial con Estados Unidos y que el crecimiento podría llegar este año a 5,3%, el más bajo en 40 años. Y ese efecto se siente ya en el resto del mundo, de hecho mucho más que la propia amenaza sanitaria de la epidemia. Y la Argentina está entre los países que más podrían sufrir las consecuencias de una economía en peligro si el virus no es detenido en las próximas semanas.
Las fábricas en China dejaron de operar para evitar el contagio y las líneas logísticas -transporte y puertos- se paralizaron por lo que las importaciones serán afectadas y tal vez con fuerza. \"Tierra del Fuego sufrirá especialmente este fenómeno, en particular las plantas de ensamblaje, dado que la gran materia prima es traída de China\", advierte Elizondo.
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