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Río Grande

El Vivero Municipal de Río Grande entrega más de 25.000 plantines semanales a los productores locales

El vivero municipal de Río Grande se erige como un pilar fundamental para la producción agrícola de la ciudad y la región, enfrentando desafíos propios de un entorno tan particular como el de Tierra del Fuego. Desde el invierno hasta la cosecha, cada paso en el vivero es una muestra del esfuerzo diario y la constante adaptación a las condiciones climáticas extremas. En una conversación con Tete Rivero, encargado del vivero, exploramos las tareas diarias, las dificultades que deben sortear y los proyectos a futuro para ampliar la capacidad productiva.

El trabajo que se lleva a cabo en el vivero es una mezcla de dedicación, planificación y constante monitoreo. “Actualmente estamos en pleno proceso de cosecha de tomate. Nos organizamos durante la semana para recolectar los frutos más maduros, evitando que caigan de la planta antes de tiempo. Así, prolongamos la vida útil de los tomates y optimizamos la cosecha”, explica Rivero. Sin embargo, las tareas no terminan con la recolección, ya que el mantenimiento de las plantas es un trabajo continuo. La poda es esencial para que los frutos en formación reciban la mayor cantidad de energía posible. Para ello, también se utiliza el “entutorado”, un sistema de soporte con tiras de tela que guía el crecimiento de las plantas y asegura que no se debiliten.

Uno de los puntos clave de la producción es la nutrición. Rivero señala que el vivero utiliza soluciones hidropónicas, un sistema que permite controlar de manera precisa los nutrientes que reciben las plantas. “Las soluciones hidropónicas son fundamentales. Las plantas no están en el suelo, así que somos nosotros quienes debemos asegurarnos de que reciban los nutrientes adecuados. Esto requiere un monitoreo constante”, comenta.

La presencia de plagas y enfermedades es otra preocupación constante. Las condiciones climáticas y geográficas de Tierra del Fuego dificultan la labor, pero a la vez, proporcionan un espacio limpio, al menos al principio del ciclo de cultivo. “Al comenzar el proceso, no tenemos plagas, pero con el paso del tiempo pueden aparecer. Las más comunes son los pulgones y la mosca blanca, que son controladas de forma natural con trampas de colores que atraen a los insectos, evitando el uso de pesticidas. Si es necesario, utilizamos productos inocuos para las personas”, explica Rivero.

En cuanto al monitoreo y las enfermedades, Rivero hace hincapié en la necesidad de vigilancia constante. “A veces, la mejor forma de tratar una planta enferma es eliminarla para evitar que la enfermedad se propague. Preferimos tomar medidas drásticas, pero seguras, para proteger el resto de las plantas y garantizar que el producto final sea lo más saludable posible”.

Sin embargo, uno de los mayores desafíos en el vivero es la temperatura. A pesar de contar con dos calefactores, mantener un ambiente adecuado durante el invierno es una tarea ardua. Rivero explica que, durante el invierno, las bajas temperaturas y la falta de luz natural hacen que sea difícil crear las condiciones óptimas para el crecimiento de las plantas. “Los calefactores son útiles, pero en los momentos de mayor frío, la temperatura puede ser insuficiente. En estos casos, tenemos que ser muy cuidadosos con las variaciones de temperatura, porque si es demasiado baja, las plantas no prosperan, y si es demasiado alta, también puede ser perjudicial”, comenta. Para contrarrestar la falta de luz, se han incorporado lámparas LED y de alta presión de sodio, pero las mejoras en este aspecto son constantes.

Rivero también destaca la importancia de adaptar las infraestructuras con el tiempo para poder responder a la demanda creciente de los productores locales. La producción de plantines es fundamental para la agricultura en Río Grande y sus alrededores, y el vivero municipal juega un papel central en este proceso. “La idea es seguir mejorando las condiciones del vivero, sobre todo en lo que respecta a calefacción y luminosidad, para que las plantas puedan crecer en las mejores condiciones posibles. Al final, lo que buscamos es que las plantas nos den su mejor producción”, asegura.

El vivero no solo se enfoca en su propia producción, sino que también acompaña a los productores locales en su proceso. Rivero señala que el vivero entrega semanalmente entre 200 y 300 bandejas de plantines a los productores. “Cada bandeja contiene 128 plantines, por lo que estamos entregando entre 25,000 y 37,000 plantines cada semana, dependiendo de la demanda. Durante las semanas pico, como después de las fiestas, las entregas pueden llegar a 350 bandejas. El trabajo de seguimiento con los productores es clave para asegurarnos de que sus plantines crezcan adecuadamente”, explica.

El vivero municipal no solo abastece a los productores locales, sino que también realiza visitas a las chacras para asegurarse de que los plantines estén en buen estado y ayudarlos en caso de dificultades, como la aparición de plagas. “Nos aseguramos de que los productores tengan todo lo necesario para el crecimiento de sus cultivos, desde el control de plagas hasta la corrección de deficiencias nutricionales. Queremos que se sientan acompañados en todo el proceso”, agrega Rivero.

En cuanto al futuro, hay proyectos en marcha para aumentar la producción de plantines y, con ello, seguir apoyando a los productores de la región. “Estamos trabajando en un proyecto para ampliar la producción de plantines y mejorar la infraestructura del vivero. El objetivo es satisfacer la creciente demanda de los productores y seguir acompañando su desarrollo”, asegura Rivero.

El vivero municipal de Río Grande es un claro ejemplo de trabajo, compromiso y resiliencia. A pesar de los desafíos que presenta el clima y las condiciones de la región, el equipo del vivero se mantiene firme en su misión de proporcionar productos de calidad, apoyar a los productores locales y seguir expandiendo su capacidad para hacer frente a las necesidades del sector agrícola. Con un enfoque en la innovación y la mejora continua, el vivero no solo asegura la producción de alimentos frescos, sino también el fortalecimiento de la agricultura en la ciudad y la provincia.

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